viernes, 10 de julio de 2009

El beso formaliza relaciones y hasta quema calorías


Para formalizar relaciones, quemar calorías o transmitir emociones como pasión, ternura, respeto o afecto, el beso, cuyo origen se podría remontar a la era del hombre de cromagnon, ha tenido desde siempre diversos significados y aplicaciones según su geografía.

De acuerdo con la Filematología (ciencia que estudia los besos) los registros más antiguos que se tienen sobre este gesto humano, datan del año dos mil 500 antes de Cristo, cuando fue esculpido en las paredes de los templos de Khajuraho en la India.

No obstante, se cree que el beso es una forma instintiva de demostrar afecto y es posible que se haya dado desde la época en la que la mujer de cromagnon, alimentaba a sus crías de boca a boca, luego de masticar la comida.

Los estudiosos del tema también han situado su origen en el impulso de succión del bebé, en el mordisco amoroso, o en la costumbre de las tribus primitivas de olerse.

Fue hasta el siglo IV antes de Cristo cuando el beso pasó de ser una forma instintiva y adquirió otros significados dependiendo de la cultura. Por ejemplo, establecer jerarquía, demostrar emociones y hasta por motivos de salud o para escoger pareja, como se ha propagado en las más recientes décadas.

Quizá el beso más famoso de la historia es el que registra la religión católica cuando en el año 33 de la era actual, "Judas Iscariote" entrega a "Jesucristo" a los Fariseos y Saduceos con un ósculo en la mejilla.

La "Biblia" también da cuenta del beso de codicia que le da "Jacob" a "Isaac", su padre, haciéndole creer que es "Esaú", el primogénito, con la intención de quedarse con la bendición de su tutor.

En la segunda mitad del siglo IV a.C., los griegos sólo permitían besos en la boca entre padres, hijos, hermanos o amigos muy próximos.

El filósofo Platón declaraba "sentir gozo al besar", en tanto, los Celtas creían que el beso tenía propiedades curativas y durante la época de la revolución industrial se prohibió su manifestación en forma pública, este gesto estaba reservado sólo para el ámbito privado.

Fue hasta la década de 1960, con la revolución sexual, que el beso se convirtió en un símbolo de rebeldía y con el tiempo se le dio la connotación de saludo entre familiares y amigos.

En Inglaterra, se acostumbraba que al llegar a casa de alguien, el visitante besara al anfitrión, a su mujer, a todos los hijos y hasta a las mascotas.

En Escocia, el padre besaba los labios de la novia al final de la ceremonia de casamiento y la felicidad conyugal dependía de esa bendición en forma de beso. Después, en la fiesta, la novia debía circular entre los invitados y besar a todos los hombres en la boca, a cambio de algo de dinero.

En el Renacimiento, los besos en la boca eran una forma muy común de saludar. En el siglo XV, los nobles franceses podían besar a cualquier mujer que desearan. Y en Italia, si un hombre besaba a una doncella en público, estaba obligado a casarse con ella de inmediato.

Hoy existen diversas formas y estilos al besar, el de esquimal, el francés, ladeado, broche, palpitante, contacto, superior, nominal, de pestañas, el transferido, lagrimoso, de viajero, de reloj y de mordisco, por mencionar algunos.

Durtante la Revolución Industrial se prohibió besarse en público, pero en los años 60 la gente se revelo y en el movimiento hippie volvieron a besarse de nuevo en público.

En algunas regiones de Francia se acostumbra que si dos personas se conocen por primera vez, se deben dar cuatro besos, con lo cual se da contacto físico, se igualan cargas eléctricas y se intercambian feromonas.

La filematología señala que los besos por sí mismos combinan tres sentidos: el gusto, el tacto y el olfato. Cada sentido, por separado, es capaz de producir una fuerte reacción emocional y química entre los participantes.

Durante una reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), la neurocientífica Wendy Hill reveló que las sustancias químicas que contiene la saliva ayudan al ser humano a evaluar a una posible pareja para decidir si es la más idónea.

También afirmó que reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés y aumenta los niveles de oxitocina, siempre y cuando se bese a la persona adecuada, mientras que para la antropóloga y experta mundial en la biología del amor Helen Fisher besar es un poderoso mecanismo de adaptación presente en más del 90 por ciento de las sociedades humanas.

Pero no sólo los seres humanos se besan, estudios recientes señalan que los chimpancés, los elefantes, los zorros, los perros y las aves, entre otras especies animales, también lo hacen con diferentes significados.

Según Fisher, en los humanos, el beso es fundamentalmente una cuestión química, ya que la saliva masculina tiene testosterona y los hombres prefieren los besos húmedos porque "inconscientemente intentan transferir esta sustancia para provocar el apetito sexual en las mujeres.

Además, este tipo de besos podría ayudarles a "medir los niveles de estrógenos femeninos de su pareja, para hacerse una idea de su grado de fertilidad". En cuanto a las mujeres, el beso les sirve para detectar el estado del sistema inmune de su posible pareja y saber "cuánto se cuida".

Por si eso fuera poco, también se descubrió que el beso permite quemar hasta 26 calorías, se ejercitan hasta 30 músculos faciales, fortalece el sistema inmune, moviliza secreciones hormonales, hace que el pulso se acelere de 70 a 140 pulsaciones por minuto y se prolonga la vida de quien lo practica de manera continua

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