sábado, 31 de julio de 2010

Computadoras afectuosas




Por ANGEL PLASTINO

¿Pueden diseñarse computadoras afectuosas? Esta intrigante pregunta encuentra sofisticadas respuestas en el libro "Los ordenadores emocionales", de la doctora Rosalind Picard (nacida en 1962), directora del Grupo de Computación Afectiva del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Roz, como le gusta ser llamada, es pionera en la investigación sobre las posibilidades de implantar emociones en máquinas. Con su equipo trata además de crear adminículos capaces de detectar cambios en el humor en los consumidores informáticos a fin de elevar su calidad de vida. Es autora de más de 150 artículos técnicos sobre modelado de señales, visión computarizada, aprendizaje en maquinarias, reconocimiento de patrones, e interacción humano-computadora. Pero el tema que le ha dado gran notoriedad es el de la computación afectiva, que puede influenciar emociones. Su labor provee la base para otorgar a las computadoras habilidades relativas a la inteligencia emocional, habiendo elaborado una variedad de sensores capaces de reconocer y responder a la afectividad humana. En su laboratorio los robots aprenden a trotar y brincar. Proliferan las mascotas virtuales y los juguetes "inteligentes". Entre sus variadas actividades cría tres hijos y codirige el consorcio Things That Think ("cosas que piensan").
ALEGRIA Y TRISTEZA
La computación afectiva es el campo informático relacionado con la emotividad. Alegría y tristeza, o bien interés, aburrimiento y desgano en el usuario pueden ser receptados y respondidos adecuadamente. Aparatos capaces de reconocer los estados de ánimo del consumidor permiten a los ordenadores captar, por ejemplo, si su actividad causa frustración para así readaptar su comportamiento y tornarlo gratificante. Pensemos, por caso, en un "mouse" que "detecta" variaciones en la presión de la mano. Las emociones constituyen reguladores de la respuesta orgánica a estímulos del entorno de las que, evidentemente, las máquinas carecen. Tales funciones regularizadoras son suplidas en los mamíferos por sus sistemas emocionales (SEs) y la idea de Picard es intentar implementar modelos de SEs en las computadoras u ordenadores. El objetivo es hacerlos capaces de tomar decisiones de acuerdo al estado de quienes los usan para, según historiales de conductas previas, conjeturar si éstos han de necesitar ayuda.
Ello supone que, antes, las PCs, Laptops y "parientes" deberán aprender a observar a sus dueños, a estimar qué sería más interesante para ellos, a calibrar información compleja y a tomar decisiones sensatas en tiempo real con recursos limitados. Los científicos no han logrado aún este desideratum recurriendo a sistemas lógicos o de reglas programadas, pero sí vía la computación afectiva de Picard, que ha generado una biometría por medio de un software capaz de medir alteraciones fisiológicas provocadas por emociones y por biosensores introducidos en objetos que el usuario utiliza habitualmente, como teclados, ropas, sillas, joyas o anteojos que detectan fruncimientos del ceño, alzamiento de cejas, etc. Se pueden mencionar detectores de señales fisiológicas, del ritmo cardiaco, de la conductividad de la piel o del cambio de postura. Es posible de esta manera percibir estados de estrés, concentración o enojo. Objetos con los que el contacto es indirecto, como cámaras, micrófonos y sensores a distancia, pueden medir cambios en la modulación de la voz o reconocer expresiones faciales. A partir de los datos biométricos se construyen luego modelos emotivo-informáticos personalizados.
PARA LA ENSEÑANZA

Para los procesos de enseñanza-aprendizaje se diseñan aparatos que puedan discernir entre un alumno que comete errores porque se siente desmotivado y con ganas de abandonar la tarea de otro que, aunque se equivoque, está comprometido con el esfuerzo y disfruta explorando. En el primer caso tal vez un descanso sería aconsejable. El aprendizaje con computadora estimula el adelantar conjeturas, comprobarlas, enfrentar fracasos, recuperar la confianza y disfrutar imaginando cómo avanza una hipótesis o como se crea una nueva. Los educadores sabemos que enseñar conlleva observar niveles de interés, frustración, confianza y miedo para ayudar a controlarlos. Picard introduce este vital aspecto del proceso educativo en los ordenadores a fin de hacer más efectiva la educación a distancia.
Asimismo, los ordenadores emocionales pueden impulsar a los muy mayores a vivir una vida más independiente. Le preguntan al anciano cómo se siente y le ayudan a decidir si alguien debe venir a cuidarle. Envían mensajes a familiares y, en casos graves, llaman a urgencias. También coadyuvan en el cuidado afectivo. Se trata de ordenadores "acompañantes" que podrían complementar el accionar de las enfermeras o actuar como mascotas. No se trata de vigilancia por control remoto. Los sensores son visibles y controlables por el usuario.
El célebre inventor, músico, empresario y escritor científico Raymond Kurzweil (EE UU, 1948), de quien nos hemos ya ocupado en este espacio, pronostica la introducción de "nanobots" (nano-robots) en los procesos cerebrales cuando la medicina haya avanzado lo suficiente como para que tales adminículos se encarguen de las señales bioquímicas ligadas a lo emotivo. Se dedicarían, entre otras tareas, a medir sensaciones y a responder, según previa programación, a nuestro estado emocional, lo que los tornaría en poderosos ordenadores afectivos, reemplazando ventajosamente a diversos medicamentos. No falta demasiado para que esto suceda (a nivel comercial). En todo caso, habrá que preparase.



(Recuperado del diario “El Día” de la ciudad de La Plata, 29 de mayo de 2010.)



sábado, 24 de julio de 2010

Monumento al 4 a 0



Por Alejandro Castañeda


De a poco, mientras el país hace como puede su duelo mundialista, la realidad se encarga de pasar en limpio la carga de cábalas, pronósticos, alardes y promesas. Los números subrayan con crudeza el fiasco de una Selección que, ante el primer escollo en serio, acabó claudicando de manera estrepitosa.

Maradona esta vez al menos nos perdonó sus bochornosos desplantes y se fue abatido y cabizbajo sin fuerza ni para enojarse. Fue su mayor tributo. Las piñas alemanas lo dejaron, como a nosotros, sin reacción. Su equipo, ese Rolls Royce al que Diego le iba a sacar la tierra, se despidió dando pena. Él no advirtió lo que hasta el pulpo adivinador ya había anticipado: que esta confusa selección, sin conductor ni estrategia, no iba a poder con los germanos. Pero no hubo autocrítica. Diego no dio ninguna explicación sobre su falta de planificación ni sobre su cambiante formación. La admisión de responsabilidad no entra en su manual. Su imagen al borde de la cancha fue desoladora: mientras el equipo se hundía, el capitán de ese barco a la deriva miraba absorto el festín alemán, sin entender nada, sin meter un cambio, sin dar alguna indicación, dejando que el tiempo pasara y mirando al cielo para que otros goles no elevaran la debacle a la altura de un papelón.

Fue tan categórica la superioridad alemana, que Diego se acabó plegando al clima de resignación y tristeza que alcanzó a la hinchada. No nos dieron ánimo ni para soñar con un milagro. Fue tan enorme y concluyente la diferencia entre uno y otro, que casi todos vivimos el final no sólo como una dolorosa derrota, sino también como un melancólico alivio.

Cierre demoledor para un ciclo signado por el desorden, los exabruptos, los caprichos y las goleadas (en contra). Telón lastimoso para un aprendiz de técnico al que la AFA le prestó un seleccionado para que vaya adquiriendo fogueo y que sólo devolvió sufrimiento en las eliminatorias y desilusión en el Mundial.

Nada sirvió ante el dominio absoluto de una Alemania que esa tarde, gracias a la falta de planteo, jugó un partido perfecto ante un rival que terminó aceptando esa superioridad como una fatalidad imposible de revertir. Hacía mucho que la Selección no era tan apabullada en un Mundial. Maradona ya tenía el récord de los seis goles bolivianos, pero estos cuatro dolieron más. De nada sirvió la ayuda de Ruggeri, el saludo cabulero al nieto, los permisos de sexo y dulce de leche, las coincidencias con el Mundial del 86 y la invocación a la tradicional buena suerte del Diego. No hubo video motivador ni planificación ni arrestos individuales salvadores. Diego desaprovechó un plantel de reconocida riqueza. No sólo desperdició jugadores que son estrellas en España, el gran del fútbol del momento; tampoco pudo recurrir a la fama milagrera de Palermo ni aprovechó el vestuario de Garcé ni nos entregó algo del prometido pellejo de sus 23 fieras. La imagen de Maradona, dirigiendo una práctica con un habano en la boca, es la postal irritante y altanera de un país que siempre quiere sobrar y al que tanto le falta.

Lo llamativo es la veneración que puede despertar una derrota. Después del humillante 4-0, después de tantos sueños rotos, en lugar de buscar respuestas se eligió el camino de los homenajes excesivos y la oportunista idealización: el mandamás de la AFA dijo sin inmutarse que Maradona es el único habitante que puede hacer lo que quiere; la Casa Rosada lo va a felicitar y le va a pedir que siga (¿haciendo qué?); gran parte del periodismo, esos que se la siguen..., aceptarán de mala gana que continúe; muchos políticos fantasean con su nombre para las elecciones del 2011 y un diputado propuso hacerle un monumento tras la goleada. No hay en el mundo un ídolo que genere tantos disparates. Tiemblo de sólo pensar lo que le hubieran ofrecido si ganaba.


(Artículo recuperado del diario EL DÍA de la ciudad de La Plata; edición 11.07.2010)



martes, 13 de julio de 2010

"Planchar es trabajo de mujeres"



Robert Edward Tyrrell Jr., oriundo de Georgia, USA, está preso por secuestro y asalto agravado, explicó el sargento Marc Griffith. "Quería que su madre le planchara la ropa y cuando la mujer dijo que no, entraron en una disputa".

Tyrrell, de 29 años, sacó un arma, amenazó a su madre y para que no pudiera pedir ayuda, le quitó las llaves y el teléfono.

El muchacho no tiene derecho a fianza a pesar de que, finalmente, liberó a su madre. La mujer, luego de ser liberada por su hijo, fue a la comisaría y lo denunció.

Tomada la denuncia, la policía se dirigió a la casa y Robert (el hijo) se entregó sin oponer resistencia.

El joven de Villa Rica, Georgia, tendrá que declarar en la corte, el próximo miércoles. Según declararon fuentes policiales, Tyrrell se defendió diciendo que "planchar es trabajo de mujeres".

Ahora, entiendo: a) el sometimiento de la mujer no pasa por “el velo islámico” ni por vivir en el Medio Oriente; b) porque las mujeres ganan ($) entre el 17 % y el 51 % menos que los varones en la actividad privada, según el país.



miércoles, 7 de julio de 2010

CREATIVO



Por Gladys Lopreto


Dios tomó las arenas del desierto, que volaban como llovizna fina al menor soplo del viento, y con manos expertas y un poco de agua y fuego modeló un cuerpo de singular belleza: no podría haber sido de otro modo, se trataba de la concreción de su propia esencia abstracta. El generoso pecho divino, invisible, sus muslos robustos, también invisibles, sus ojos que lo veían todo pero a los que nadie veía, pudieron ser recorridos con la vista, contemplados, deseados, en cada trayecto de piel, en cada prominencia, en cada hueco del cuerpo de arcilla. Cuando finalmente le sopló la vida, el hombre abrió los ojos y no vio a nadie, pues envuelto ya en túnicas de aire transparente, Dios se alejaba rápido hacia las alturas.

Hasta allí le llegó la melodía de un lamento: sonaba tan dulce como Salicio en la Égloga Primera, a veces grave como Quasimodo: Ognuno sta solo nel suol dela terra, traffito da un rayo di sole…, no importaba en qué lengua —a Dios no lo afectaba la diáspora babélica—, que comprendió que era su estatua viviente, el hombre. Y temió que se disgregara en la arena primigenia, ya que sabía que la expresión lírica es tan bella como insostenible y que despierta la atracción de los abismos. Entonces, como además de escultor y biólogo también en aquella época era maternal, Dios dijo:

—No es bueno que el hombre esté solo.

Allí fue cuando creó la mujer. Para ello no necesitó repetir el procedimiento: ya tenía medio camino hecho, la arcilla preparada, por lo cual no se entretuvo soñando a medida que mezclaba la tierra y el agua y luego la sobaba con energía y la acercaba al fuego, gozando con las llamas juguetonas, como cuando había hecho al hombre sino que, ya se sabe, tomó un pedazo de masa previamente convertida en carne o en hueso vivo. Todo fue más rápido, tal vez debido a las urgencias masculinas, y quizás por eso Dios la quiso menos y hasta le tomó un poco de fastidio a la nueva criatura: los antiguos, aquellos que tuvieron algún encuentro del tercer tipo en esas épocas, así nos lo dan a entender. No estaba bien eso de querer a un hijo más que al otro, pero bueno, de todos modos es comprensible, es humano; además eran sólo sus criaturas, al fin y al cabo ajenas, extrañas, porque los amigos, los verdaderos compañeros de parrandas y aventuras estaban en otro lado; así que los dejó que se miraran el uno a la otra intensamente y decidió bajar el telón ahí mismo. Lo demás ocurriría entre bambalinas. O en cualquier otro lugar. Como alguien lo dijo alguna vez, en el lugar de lo sagrado.

Al tiempo, un nuevo lamento. Era triste, era bello, tal vez algo elemental, no le recordaba a ningún autor conocido. Tenía olor a sangre y a negrura, a cavernas y a salitre. No podría continuar en su placidez divina mientras lo oyera, por lo cual decidió volver al mundo, oculto entre sus mantos invisibles. Y descubrió a la mujer, sola. Él la había inventado para que el varón no estuviera solo, y en cambio era ella quien ahora lo estaba. Vaya a saber por qué: ingratitud, olvido, la guerra, el marketing… Ese no había sido su proyecto, algo le había fallado, algo había escapado a sus previsiones. Entonces se dijo para sí, mascullando, como por decir algo:

—No es bueno que la mujer esté sola.

Pero ya la Biblia estaba escrita y no se le podría agregar un párrafo más o escribir entre líneas —lo cual invalidaría el resto—; además mucha agua había corrido y había mucha gente que sabía muchas cosas, profesionales de todo tipo; era difícil armar una explicación ignorando bibliografía autorizada y prestigiada por la comunidad científica, y tampoco por la vía de los hechos se podía hacer nada; quedaba lejos la época de los panes y los peces, así que decidió regresar, tal vez para siempre, a sus solares. Antes, se hizo visible por un brevísimo instante en que permitió que ella lo conociera, la miró fijo a los ojos y le dijo, cuidando que su entonación no trasuntara ninguna ideología:

—No es mi problema.


[Recuperado de Digital Delirio Diario (http://jm-ddd.blogspot.com/) . Homenaje al amigo JM Zavala, extraviado en los meandros de la vida.]