Por Telésforo
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Matías Behety nació en la ciudad de
Montevideo (República Oriental del Uruguay) en 1849, se educó en Concepción del
Uruguay (Entre Ríos, Argentina) y en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Fue
condiscípulo de Manuel
Quintana, Victorino de la Plaza y Miguel Cané, entre otros.
Tuvo un corto noviazgo con María Lamberti,
quien falleció veinteañera.
Envuelto en los vahos del alcohol, llegó un
día a la joven y húmeda ciudad de La Plata.
Se hospedó en el “Hotel 19 de Noviembre” (en diagonal 80 entre 4 y 5 de la nueva
capital de la provincia de Buenos Aires); redactó sueltos, poemas y editoriales
para el "Diario La Plata".
También, ejerció como abogado aunque no lo era.
El 23 de agosto de 1885 a los 36 años murió
indigente (quemado por el alcohol, mordido por las venéreas) en el Hospital de Melchor Romero, según lo declara el acta de defunción.
Lo enterraron en el cementerio de Tolosa;
cerrado en 1887.
En 1908 (ya en el actual cementerio de la ciudad de La Plata),
cuando abrieron el ataúd, por razones funcionales y administrativas, descubrieron
que el cuerpo de Matías se
había MOMIFICADO.
Impúdica e irrespetuosa, para nuestra
mirada, la sociedad de la época exhibió el cadáver momificado de Matías y tejió
una saga de leyendas, ofrendas y milagros.
Se decía que "parecía vivo e irradiaba
luz" y que "sus manos entrecruzadas echaban luces" profetizando
algunos males y evitando otros.
En 1923, un amigo del muerto lo reconoció y
lo liberó de ese infierno no buscado.
En 1924, la familia Menéndez Behety
ordena construirle una tumba (un hipogeo) en un lugar privilegiado del
cementerio platense y la "Biblioteca Matías Behety" en el
establecimiento rural de la familia en Tierra del Fuego.
Su caso sigue interesando a curiosos,
periodistas y ¡hasta científicos!
Él, Matías, que había elegido una vida
breve y gris tuvo (tiene) una post muerte larga y bulliciosa.
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