domingo, 25 de diciembre de 2011

POR UNA CABEZA ...


A diferencia de lo que sucede con los humanos, que al realizar largos vuelos transmeridionales sufrimos el efecto del desfasaje horario con fatiga y pesadez, los equinos parecen beneficiarse con él. Un estudio realizado por el investigador Domingo Tortonese en la Universidad de Bristol probó que los caballos no sólo recuperan su ritmo biológico mucho más rápido que nosotros, sino que esa capacidad los lleva a mejorar su rendimiento físico durante el día siguiente.

Más allá del impacto científico de revelar un mecanismo fisiológico distinto al de otras especies, el hallazgo (publicado en la tapa del Journal of Neuroendocrinology y difundido por la BBC, la CNN y Discovery, entre otras grandes cadenas) produjo un enorme efecto en el ámbito del turf mundial. Es que con sólo manipular los ciclos de luz, el doctor Tortonese logró que los caballos de carrera pudieran galopar a velocidad máxima durante 25 segundos más de lo habitual.

"Lo que hicimos fue simular las alteraciones del ciclo de luz de un viaje en avión a través de siete husos horarios en dirección al este y estudiar la reacción de los caballos; para lo cual medimos los patrones de comportamiento de sus genes-reloj, y tres hormonas: la melatonina, el cortisol y la prolactina. Eso nos permitió descubrir en principio que los caballos se adaptan con una rapidez asombrosa a los cambios horarios porque utilizan un mecanismo distinto al de otras especies", explica el doctor Tortonese.

Es que a diferencia de lo que ocurre en el hombre o en los roedores, "el ritmo biológico de los caballos no sufre un desfasaje por la ausencia de luz; en lugar de eso, directamente queda suspendido. Es así que ellos no usan la luz para sincronizar su ritmo biológico con el ciclo de 24 horas sino para reactivarlo, por lo cual su recuperación es inmediata", detalla el investigador.

Lo cierto es que ese primer hallazgo condujo hacia otro aún más insospechado. Al someter a los caballos a pruebas de rendimiento en cintas de correr, éstos demostraron una capacidad física significativamente mayor a la que tenían antes. "Al día siguiente de simular el vuelo logran sostener el galope a velocidad máxima durante 25 segundos más que antes. Pero no sólo alcanzan su punto de fatiga mucho después, sino que al alcanzarlo su velocidad es mayor", relata Tortonese.

¿Cómo se explica eso? "Por un incremento de la prolactina que alcanza un pico al día siguiente de simular el vuelo -señala el investigador-. Se sabe que esa hormona tiene un efecto ansiolítico, por lo cual, al calmar a los caballos, podría haber contribuido a su mejor performance. Pero unos estudios recientes muestran también una correlación entre los efectos de la prolactina y la actividad locomotora de los animales, lo que encaja bien con nuestro hallazgo", dice.

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