sábado, 28 de abril de 2012

LA BICICLETA, LA MUJER Y LA SEXUALIDAD



Se sabe desde hace tiempo que el uso intensivo de la bicicleta puede generar eventualmente problemas sexuales en los varones. Ahora, una nueva investigación sugiere que las mujeres tampoco estarían exentas de ese riesgo. La presión del asiento sobre sus órganos genitales puede provocarles una pérdida de sensibilidad, según comprobaron investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale.
La compresión del asiento de la bicicleta sobre la zona pélvica (que en los varones causa disminución en el número de espermatozoides y hasta disfunción eréctil) puede hacer que las mujeres sufran una pérdida de sensibilidad genital. Así lo verificó el equipo de científicos tras analizar a cuarenta y ocho usuarias habituales de bicicletas.
Su estudio, publicado días atrás en el Journal of Sexual Medicine, se concentró en mujeres que recorrían al menos 16 kilómetros a la semana en bicicleta; consistió en medir la sensibilidad táctil de las participantes mediante un estensiómetro y mapas computacionales de la presión ejercida por el asiento.
Para ello se les pidió a las mujeres que llevaran sus propias bicicletas al laboratorio donde fueron colocadas en máquinas estacionarias a fin de que las montaran como solían hacerlo en el exterior. De esa forma los científicos pudieron comparar el efecto de los diferentes tipos de bicicletas y posiciones con los valores de presión sobre el piso pélvico de las ciclistas.
Los resultados del estudio mostraron que el factor que producía mayor impacto en las participantes era la posición del manubrio. Aquellas mujeres que utilizaban bicicletas con manubrios ubicados por debajo del nivel del asiento tenían una mayor presión en el perineo y una menor sensación en el piso pélvico, entre el ano y la vagina.
Fue así que el problema se vio más exacerbado en las participantes que utilizaban el llamado manubrio "de carrera", con el cual las manos deben colocarse aún más abajo y la ciclista debe inclinarse mucho más que con los otros tipos de manubrio.
"Cuanto más bajo está el manubrio en relación al asiento, más debe inclinarse hacia adelante la mujer, lo que la fuerza a colocar un mayor peso corporal sobre el perineo"; comenta la investigación.
Si bien hace falta ampliar el grupo de estudio para analizar con más detalle el fenómeno (reconoce la investigación), los resultados preliminares ofrecen datos suficientes como para concluir que los factores de riesgo por el uso de la bicicleta son mensurables. Asimismo, profesionales no involucrados en la investigación consideran que el uso de la bicicleta por parte de las mujeres puede ser causa de pérdida de orina.

sábado, 21 de abril de 2012

EDUCACIÓN: UNA MIRADA CASI OPTIMISTA






Periodista: ¿Cómo ve a nuestro sistema educativo?
Vucetich: “Nuestra educación está retrasada. Especialmente en los niveles secundario y primario, donde todo está mal. Sólo se ha salvado la Universidad. La educación secundaria fue destruida con la reforma del 90 (en provincia de Buenos Aires, década del 90, siglo 20, durante la gobernación de Eduardo Duhalde), que fue espantosa. Los gobiernos han tenido una política poco seria en materia educativa y esto ha venido ocurriendo mientras la tecnología avanzó y ha complejizado extraordinariamente nuestra vida.
Se nombró a gente no preparada en cargos educativos, cuando el país debió haber mandado gente a prepararse, a capacitarse, en Europa, Estados Unidos, Rusia o Cuba y ver qué es lo que allí funciona, para poder nosotros juzgar y elegir”.
Periodista: Hay especialistas que sostienen que del déficit educativo no puede salirse sólo por medio de la educación, sino que debe confluir una buena política económica.
Vucetich: “No estoy tan de acuerdo. Lo que hace falta es actuar, actuar como lo hizo Sarmiento. Tener o traer buenos docentes. Sarmiento, en tres meses, como gobernador de San Juan, revolucionó la educación en esa provincia, creó escuelas e institutos en todas partes. Todo se hizo desde la nada y en un marco de pobreza. La solución es hacer. Lo que pasa es que uno vive más tranquilo sin hacer nada. En la actualidad el Gobierno creó el ministerio de Ciencia y Tecnología y el resultado es más que interesante”.
Periodista:¿Cómo ve al estudiantado universitario argentino, comparado con el de otros países?
Vucetich: “Ya le dije que nuestro sistema educativo está retrasado, fundamentalmente porque sigue siendo rígido y sobre todo en el nivel secundario. Rígido significa que todos los estudiantes están obligados a aprender lo mismo. En el sistema de los Estados Unidos, que tiene por cierto muchos defectos, dan la posibilidad de que un alumno escoja una rama de su preferencia. En nuestro caso no es así, pero ocurre que los estudiantes universitarios están muy motivados, pese a los defectos del sistema. Yo veo los alumnos de física o astronomía, siempre están más dispuestos. No pasa lo mismo con los alumnos de Brasil, trabajan menos. Aquí los chicos que reciben la beca del Conicet se las arreglan casi siempre y presentan la tesis en tiempo y forma. En otros países pueden tardar veinte años”.
Periodista:¿Cuáles son las materias de estudio primordiales?
Vucetich: “Mi padre decía que había que aprender, fundamentalmente, tres materias: matemática, castellano y educación física. Las tres tienen una virtud sobresaliente: la de ejercitar la voluntad. Educan en la persistencia. Ellas son las fundamentales y el resto son el complemento”.
Periodista:¿Cuál es el factor que explica la evolución positiva que se ha experimentado, según lo dice usted, en la Universidad de los últimos años?
Vucetich: “No tengo ninguna duda de que son las instituciones democráticas de la propia Universidad, recuperadas cuando el país también las recobró, las que están impulsando esa mejoría. Los graves deterioros que rigieron durante el período militar se han ido depurando, sin prisa pero sin pausa”.

[Fragmentos recuperados de la entrevista realizada a  Héctor Vucetich por Marcelo Ortale y publicada en el diario EL DÍA de la ciudad de La Plata, el 16/04/2012.
Héctor Vucetich se graduó como doctor en Ciencias Físico Matemáticas en la UNLP, miembro de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias, de la Unión Astronómica Internacional, de la Internacional Committee on General Relativity and Gravitation, de la Asociación Argentina de Astronomía y de la Asociación Física Argentina. Dirige tesis doctorales, publicó más de cien trabajos en revistas nacionales e internacionales; firmó publicaciones literarias: novela corta, ensayos y cuentos.]

(¿Qué más puede pedir un gaucho que saber contar, hablar y tener “aceitau” el cuerpo?)

sábado, 14 de abril de 2012

Tortura y asesinato de DANIEL ZAMUDIO



Por Mario Vargas Llosa
La noche del tres de marzo pasado, cuatro “neonazis” chilenos, encabezados por un matón apodado Pato Core, encontraron tumbado en las cercanías del Parque Borja, de Santiago (Chile), a Daniel Zamudio, un joven y activista homosexual de 24 años, que trabajaba como vendedor en una tienda de ropa.
Durante unas seis horas, mientras bebían y bromeaban, se dedicaron a pegar puñetazos y patadas al maricón, a golpearlo con piedras y a marcarle esvásticas en el pecho y la espalda con el gollete de una botella. Al amanecer, Daniel Zamudio fue llevado a un hospital, donde estuvo agonizando durante 25 días al cabo de los cuales falleció por traumatismos múltiples debidos a la feroz golpiza.
Este crimen, hijo de la homofobia, ha causado una viva impresión en la opinión pública no sólo chilena, sino sudamericana, y se han multiplicado las condenas a la discriminación y al odio a las minorías sexuales, tan profundamente arraigados en toda América Latina. El presidente de Chile, Sebastián Piñera, reclamó una sanción ejemplar y pidió que se activara la dación de un proyecto de ley contra la discriminación que, al parecer, desde hace unos siete años vegeta en el Parlamento chileno, retenido en comisiones por el temor de ciertos legisladores conservadores de que esta ley, si se aprueba, abra el camino al matrimonio homosexual.
Ojalá la inmolación de Daniel Zamudio sirva para sacar a la luz pública la trágica condición de los gays, lesbianas y transexuales en los países latinoamericanos, en los que, sin una sola excepción, son objeto de escarnio, represión, marginación, persecución y campañas de descrédito que, por lo general, cuentan con el apoyo desembozado y entusiasta del grueso de la opinión pública.
Los delitos de este tipo que se hacen públicos son sólo una mínima parte de los que se cometen.
Lo más fácil y lo más hipócrita en este asunto es atribuir la muerte de Daniel Zamudio sólo a cuatro bellacos pobres diablos que se llaman neonazis sin probablemente saber siquiera qué es ni qué fue el nazismo. Ellos no son más que la avanzadilla más cruda y repelente de una cultura de antigua tradición que presenta al gay y a la lesbiana como enfermos o depravados que deben ser tenidos a una distancia preventiva de los seres normales porque corrompen al cuerpo social sano y lo inducen a pecar y a desintegrarse moral y físicamente en prácticas perversas y nefandas.
Esta idea del homosexualismo se enseña en las escuelas, se contagia en el seno de las familias, se predica en los púlpitos, se difunde en los medios de comunicación, aparece en los discursos de políticos, en los programas de radio y televisión y en las comedias teatrales donde el marica y la tortillera son siempre personajes grotescos, anómalos, ridículos y peligrosos, merecedores del desprecio y el rechazo de los seres decentes, normales y corrientes. El gay es, siempre, “el otro”, el que nos niega, asusta y fascina al mismo tiempo, como la mirada de la cobra mortífera al pajarillo inocente.
En semejante contexto, lo sorprendente no es que se cometan abominaciones como el sacrificio de Daniel Zamudio, sino que éstas sean tan poco frecuentes. Aunque, tal vez, sería más justo decir tan poco conocidas, porque los crímenes derivados de la homofobia que se hacen públicos son seguramente sólo una mínima parte de los que en verdad se cometen. Y, en muchos casos, las propias familias de las víctimas prefieren echar un velo de silencio sobre ellos, para evitar el deshonor y la vergüenza.
Aquí tengo bajo mis ojos, por ejemplo, un informe preparado por el Movimiento Homosexual de Lima, que me ha hecho llegar su presidente, Giovanny Romero Infante. Según esta investigación, entre los años 2006 y 2010 en el Perú fueron asesinadas 249 personas por su “orientación sexual e identidad de género”, es decir una cada semana. Entre los estremecedores casos que el informe señala, destaca el de Yefri Peña, a quien cinco “machos” le desfiguraron la cara y el cuerpo con un pico de botella, los policías se negaron a auxiliarla por ser un travesti y los médicos de un hospital a atenderla por considerarla “un foco infeccioso” que podía transmitirse al entorno.
Estos casos extremos son atroces, desde luego. Pero, seguramente, lo más terrible de ser lesbiana, gay o transexual en países como Perú o Chile no son esos casos más bien excepcionales, sino la vida cotidiana condenada a la inseguridad, al miedo, la conciencia permanente de ser considerado (y llegar a sentirse) un réprobo, un anormal, un monstruo. Tener que vivir en la disimulación, con el temor permanente de ser descubierto y estigmatizado, por los padres, los parientes, los amigos y todo un entorno social prejuiciado que se encarniza contra el gay como si fuera un apestado. ¿Cuántos jóvenes atormentados por esta censura social de que son víctimas los homosexuales han sido empujados al suicidio o a padecer de traumas que arruinaron sus vidas? Sólo en el círculo de mis conocidos yo tengo constancia de muchos casos de esta injusticia garrafal que, a diferencia de otras, como la explotación económica o el atropello político, no suele ser denunciada en la prensa ni aparecer en los programas sociales de quienes se consideran reformadores y progresistas.
Ante la homofobia, las ideologías políticas se funden en un solo ente de prejuicio y estupidez.
Porque, en lo que se refiere a la homofobia, la izquierda y la derecha se confunden como una sola entidad devastada por el prejuicio y la estupidez. No sólo la Iglesia católica y las sectas evangélicas repudian al homosexual y se oponen con terca insistencia al matrimonio homosexual. Los dos movimientos subversivos que en los años ochenta iniciaron la rebelión armada para instalar el comunismo en el Perú, Sendero Luminoso y el MRTA (Movimiento Revolucionario Tupac Amaru), ejecutaban a los homosexuales de manera sistemática en los pueblos que tomaban para liberar a esa sociedad de semejante lacra (ni más ni menos que lo hizo la Inquisición a lo largo de toda su siniestra historia).
Liberar a América Latina de esa tara inveterada que son el machismo y la homofobia —las dos caras de una misma moneda— será largo, difícil y probablemente el camino hacia esa liberación quedará regado de muchas otras víctimas semejantes al desdichado Daniel Zamudio. El asunto no es político, sino religioso y cultural. Fuimos educados desde tiempos inmemoriales en la peregrina idea de que hay una ortodoxia sexual de la que sólo se apartan los pervertidos y los locos y enfermos, y hemos venido transmitiendo ese disparate aberrante a nuestros hijos, nietos y bisnietos, ayudados por los dogmas de la religión y los códigos morales y costumbres entronizados. Tenemos miedo al sexo y nos cuesta aceptar que en ese incierto dominio hay opciones diversas y variantes que deben ser aceptadas como manifestaciones de la rica diversidad humana. Y que en este aspecto de la condición de hombres y mujeres también la libertad debe reinar, permitiendo que, en la vida sexual, cada cual elija su conducta y vocación sin otra limitación que el respeto y la aquiescencia del prójimo.
Las minorías que comienzan por aceptar que una lesbiana o un gay son tan normales como un heterosexual, y que por lo tanto se les debe reconocer los mismos derechos que a aquél —como contraer matrimonio y adoptar niños, por ejemplo— son todavía reticentes a dar la batalla a favor de las minorías sexuales, porque saben que ganar esa contienda será como mover montañas, luchar contra un peso muerto que nace en ese primitivo rechazo del “otro”, del que es diferente, por el color de su piel, sus costumbres, su lengua y sus creencias y que es la fuente nutricia de las guerras, los genocidios y los holocaustos que llenan de sangre y cadáveres la historia de la humanidad.
Se ha avanzado mucho en la lucha contra el racismo, sin duda, aunque sin extirparlo del todo. Hoy, por lo menos, se sabe que no se debe discriminar al negro, al amarillo, al judío, al cholo, al indio, y, en todo caso, que es de muy mal gusto proclamarse racista.
No hay tal cosa aún cuando se trata de gays, lesbianas y transexuales, a ellos se los puede despreciar y maltratar impunemente. Ellos son la demostración más elocuente de lo lejos que está todavía buena parte del mundo de la verdadera civilización.
[Me siento responsable de la tortura y asesinato de Daniel, por haber gozado de los sketchs de Huguito Araña]

sábado, 7 de abril de 2012

Cerebro y mente




Por MARIO VESTFRID (*)

Considero oportuno realizar algunas reflexiones en relación al cerebro y la mente, fundamentalmente para que el proceso de enseñanza-aprendizaje centre muchas, por no decir todas, sus estrategias y tácticas en estos dos aspectos que cada vez adquieren mayor relevancia en cuanto a su conocimiento y aplicación, no sólo por parte de los docentes sino también por los padres en el proceso educativo.

“El cerebro y la mente constituyen una unidad indisoluble, influenciada cotidianamente por el entorno físico, psíquico y cultural de cada uno”

A través de la maduración funcional de su cerebro, cada niño logra la capacidad de conocerse y de reconocer al mundo que lo rodea, lo que le va permitiendo tomar una actitud frente a la vida.

Es así como surgen una serie de facultades mentales que le permiten alcanzar determinadas intenciones, acumular conocimientos, elaborar pensamientos, compartir emociones, planificar el futuro y olvidar o desechar información entre otros aspectos. Todas estas facultades son propias e inherentes a la especie humana.

El cerebro y la mente actúan en forma complementaria y constituyen una unidad indisoluble, pero esa interacción depende y está influenciada cotidianamente por el entorno físico, psíquico y cultural en el cual cada uno de nosotros estamos inmersos.

EL CEREBRO

Desde el punto de vista evolutivo ha adquirido en la especie humana su mayor grado de desarrollo y complejidad funcional. Si bien el cerebro constituye sólo el 2% del peso del cuerpo, para su funcionamiento requiere del 20% de la energía que la sangre distribuye por todo el organismo.

El cerebro aloja aproximadamente 100.000 millones de neuronas y cada una de ellas se contacta con otras 10.000 o más a través de las sinapsis. Se calcula que el número de sinapsis es de unos mil billones, lo que no hace más que demostrar la gran complejidad de esta estructura. Gran parte de los contactos sinápticos no son estables en el tiempo sino cambiantes, por lo cual la complejidad resultante es aún mayor. Estos cambios, que son cotidianos y se los conoce en su conjunto como plasticidad neuronal, son los que nos permiten aprender no sólo en las primeras etapas de la vida sino a través de toda nuestra existencia. Conocer estos aspectos para quienes estamos en la docencia, es de suma importancia a los efectos de elaborar las estrategias y las tácticas más adecuadas en el proceso de transferencia del conocimiento.

Anatómicamente nuestro cerebro posee una simetría bilateral, como si fuesen dos inmensos procesadores que actúan en forma complementaria, y una lateralización funcional que es una adquisición que debe ser aprendida. Esta asimetría funcional entre los hemisferios es la parte esencial de la calidad del cerebro y el conocer la forma en la que ocurre es importante para comprender nuestras habilidades humanas. Debemos tener en cuenta que esta asimetría funcional normal del cerebro está afectada en muchas enfermedades, entre las que se incluyen la dislexia y la esquizofrenia.

Durante la maduración funcional cerebral, la lateralización de las funciones es la última etapa en la evolución ontogenética o del desarrollo de cada uno de nuestros cerebros en sentido absoluto y esto está relacionado con la adquisición del lenguaje y de las funciones nerviosas superiores.

LA MENTE

La mente debe ser considerada como una propiedad emergente del cerebro, encargada de organizar el comportamiento hacia la realización de objetivos determinados y esa experiencia subjetiva no es más que lo que se conoce como nuestro Yo desde el punto de vista psicológico.

Hasta aquí podemos deducir que el cerebro es una condición necesaria pero no suficiente para el desempeño del individuo en su ambiente. La mente debe desarrollarse y construirse adecuadamente a partir del cerebro, lo que permitirá el aprendizaje y con ello la adaptación a las exigencias cotidianas que implica la vida.

En definitiva, llegamos al mundo con un cerebro, pero lenta y progresivamente debemos construir nuestra mente que es lo que nos caracteriza como seres humanos y a su vez nos facultará para poder irnos adaptando constantemente.

La mente no tiene base morfológica, usa la del cerebro, se construye sobre y a partir del mismo. El cerebro es responsable de nuestra conducta innata mientras que nuestra mente del comportamiento aprendido. Aquí está la clave del aprendizaje y de las estrategias que deben desarrollar los padres, los docentes y la sociedad en su conjunto.

Una de las preguntas que surgen constantemente es: ¿a qué edad termina de madurar el cerebro y desarrollarse la mente? Esto es uno de los puntos claves a tener en cuenta.

En primer lugar debemos decir que el cerebro cambia constantemente durante la vida, y con ello nuestras estructuras mentales, y en segundo lugar que existen etapas o períodos críticos también conocidos como ventanas de oportunidades. Los primeros nueve meses, los primeros cuatro años y la adolescencia son edades muy críticas. No quiere decir que durante el resto de la vida no existan, pero la trascendencia de las primeras son de tal envergadura que no deben desperdiciarse para conseguir y lograr aprendizajes "óptimos".

CONCLUSIONES

No es suficiente, aunque absolutamente necesario, el adecuado desarrollo del cerebro para poder lograr el aprendizaje. En cambio, la condición necesaria para lograr el aprendizaje está en relación directa con el proceso de construcción de la mente, para lo cual no sólo es necesario tener una base cerebral adecuada sino de los estímulos correspondientes del entorno. Es por ello, que tanto padres como docentes deberían conocer cómo es el funcionamiento del cerebro y de la mente, y que esta última depende en su conformación de cada uno de los actores involucrados en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

(*) Doctor en Medicina y profesor titular ordinario (UNLP)

[Texto recuperado del diario “El Día” de la ciudad de La Plata, Argentina.]