sábado, 7 de abril de 2012

Cerebro y mente




Por MARIO VESTFRID (*)

Considero oportuno realizar algunas reflexiones en relación al cerebro y la mente, fundamentalmente para que el proceso de enseñanza-aprendizaje centre muchas, por no decir todas, sus estrategias y tácticas en estos dos aspectos que cada vez adquieren mayor relevancia en cuanto a su conocimiento y aplicación, no sólo por parte de los docentes sino también por los padres en el proceso educativo.

“El cerebro y la mente constituyen una unidad indisoluble, influenciada cotidianamente por el entorno físico, psíquico y cultural de cada uno”

A través de la maduración funcional de su cerebro, cada niño logra la capacidad de conocerse y de reconocer al mundo que lo rodea, lo que le va permitiendo tomar una actitud frente a la vida.

Es así como surgen una serie de facultades mentales que le permiten alcanzar determinadas intenciones, acumular conocimientos, elaborar pensamientos, compartir emociones, planificar el futuro y olvidar o desechar información entre otros aspectos. Todas estas facultades son propias e inherentes a la especie humana.

El cerebro y la mente actúan en forma complementaria y constituyen una unidad indisoluble, pero esa interacción depende y está influenciada cotidianamente por el entorno físico, psíquico y cultural en el cual cada uno de nosotros estamos inmersos.

EL CEREBRO

Desde el punto de vista evolutivo ha adquirido en la especie humana su mayor grado de desarrollo y complejidad funcional. Si bien el cerebro constituye sólo el 2% del peso del cuerpo, para su funcionamiento requiere del 20% de la energía que la sangre distribuye por todo el organismo.

El cerebro aloja aproximadamente 100.000 millones de neuronas y cada una de ellas se contacta con otras 10.000 o más a través de las sinapsis. Se calcula que el número de sinapsis es de unos mil billones, lo que no hace más que demostrar la gran complejidad de esta estructura. Gran parte de los contactos sinápticos no son estables en el tiempo sino cambiantes, por lo cual la complejidad resultante es aún mayor. Estos cambios, que son cotidianos y se los conoce en su conjunto como plasticidad neuronal, son los que nos permiten aprender no sólo en las primeras etapas de la vida sino a través de toda nuestra existencia. Conocer estos aspectos para quienes estamos en la docencia, es de suma importancia a los efectos de elaborar las estrategias y las tácticas más adecuadas en el proceso de transferencia del conocimiento.

Anatómicamente nuestro cerebro posee una simetría bilateral, como si fuesen dos inmensos procesadores que actúan en forma complementaria, y una lateralización funcional que es una adquisición que debe ser aprendida. Esta asimetría funcional entre los hemisferios es la parte esencial de la calidad del cerebro y el conocer la forma en la que ocurre es importante para comprender nuestras habilidades humanas. Debemos tener en cuenta que esta asimetría funcional normal del cerebro está afectada en muchas enfermedades, entre las que se incluyen la dislexia y la esquizofrenia.

Durante la maduración funcional cerebral, la lateralización de las funciones es la última etapa en la evolución ontogenética o del desarrollo de cada uno de nuestros cerebros en sentido absoluto y esto está relacionado con la adquisición del lenguaje y de las funciones nerviosas superiores.

LA MENTE

La mente debe ser considerada como una propiedad emergente del cerebro, encargada de organizar el comportamiento hacia la realización de objetivos determinados y esa experiencia subjetiva no es más que lo que se conoce como nuestro Yo desde el punto de vista psicológico.

Hasta aquí podemos deducir que el cerebro es una condición necesaria pero no suficiente para el desempeño del individuo en su ambiente. La mente debe desarrollarse y construirse adecuadamente a partir del cerebro, lo que permitirá el aprendizaje y con ello la adaptación a las exigencias cotidianas que implica la vida.

En definitiva, llegamos al mundo con un cerebro, pero lenta y progresivamente debemos construir nuestra mente que es lo que nos caracteriza como seres humanos y a su vez nos facultará para poder irnos adaptando constantemente.

La mente no tiene base morfológica, usa la del cerebro, se construye sobre y a partir del mismo. El cerebro es responsable de nuestra conducta innata mientras que nuestra mente del comportamiento aprendido. Aquí está la clave del aprendizaje y de las estrategias que deben desarrollar los padres, los docentes y la sociedad en su conjunto.

Una de las preguntas que surgen constantemente es: ¿a qué edad termina de madurar el cerebro y desarrollarse la mente? Esto es uno de los puntos claves a tener en cuenta.

En primer lugar debemos decir que el cerebro cambia constantemente durante la vida, y con ello nuestras estructuras mentales, y en segundo lugar que existen etapas o períodos críticos también conocidos como ventanas de oportunidades. Los primeros nueve meses, los primeros cuatro años y la adolescencia son edades muy críticas. No quiere decir que durante el resto de la vida no existan, pero la trascendencia de las primeras son de tal envergadura que no deben desperdiciarse para conseguir y lograr aprendizajes "óptimos".

CONCLUSIONES

No es suficiente, aunque absolutamente necesario, el adecuado desarrollo del cerebro para poder lograr el aprendizaje. En cambio, la condición necesaria para lograr el aprendizaje está en relación directa con el proceso de construcción de la mente, para lo cual no sólo es necesario tener una base cerebral adecuada sino de los estímulos correspondientes del entorno. Es por ello, que tanto padres como docentes deberían conocer cómo es el funcionamiento del cerebro y de la mente, y que esta última depende en su conformación de cada uno de los actores involucrados en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

(*) Doctor en Medicina y profesor titular ordinario (UNLP)

[Texto recuperado del diario “El Día” de la ciudad de La Plata, Argentina.]

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