sábado, 4 de mayo de 2013

LA VIDA ES BELLA




Por Telésforo

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Una mujer obligó a su hija adoptiva de 14 años a someterse a inseminaciones caseras para darle un nuevo bebé, luego de que ella no pudiera adoptar más hijos. Ella misma se encargaba de conseguir el esperma por Internet, a través de un banco internacional de donantes, así como de realizar la inseminación mediante una jeringa o un dispositivo para duchas vaginales. El caso se descubrió en el hospital, cuando la joven se negó a entregar el bebé a su madrastra y los empleados avisaron a los servicios sociales.
Después de una sentencia secreta para preservar la identidad de la menor, el diario británico The Guardian reveló esta escalofriante historia. Hoy, la madre adoptiva (que no fue identificada para evitar que se conozca la identidad de su hija y su nieto) cumple una condena de cinco años de prisión, tras admitir crueldad infantil.
En la sentencia del tribunal se explica que la mujer obligó a su hijastra a someterse a este tratamiento casero ante la imposibilidad de realizar una nueva adopción. Ella ya había adoptado a tres niños (bebés) en el extranjero: dos veces cuando estaba casada y otra como madre soltera después de su divorcio. Ella había decidido no dar a luz ella misma por su estado de salud y porque se había sometido a una esterilización electiva. Así, su pretensión era lograr el embarazo de su hija adoptiva para quedarse con el pequeño bebé.
La sentencia dice que la hija “quedó embarazada por pedido de su madre, usando semen donado que fue comprado por la madre, con el objetivo de proporcionarle un cuarto hijo para que aparezca como suyo”. Agrega: “El programa de Inseminación Artificial fue planeado cuando A [la hija] tenía 13 años, comenzó cuando tenía 14 años y terminó cuando ella quedó embarazada de D [su hijo]”, a los 16 años.
La verdad se descubrió en el hospital, tras el nacimiento del pequeño: las actitudes de la madrastra fue lo primero que alertó al personal del hospital. La describieron como “agresiva e insensible” y dijeron que intentó impedir que su hija le dé pecho al recién nacido.
La madre, descripta como “muy elocuente” y a la que “le encanta a los niños”, había aislado a la familia: los niños fueron educados en casa, y el padre adoptivo de los dos mayores fue deliberadamente excluido, no sabía dónde vivían y no los había visto desde hacía 10 años.
Entre los detalles develados en el juicio se informó que la acusada compró un equipo de prueba de ovulación, para saber en qué momento su hija tenía más probabilidades de concebir. Además, como quería una niña, obligó a la joven a aplicarse dolorosas duchas vaginales ácidas, con vinagre o jugo de limón; asimismo, a seguir una dieta especial, creyendo que podría afectar el género del bebé.


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