sábado, 29 de junio de 2013

DESARROLLO SUSTENTABLE

Por José Mujica
Presidente de la República Oriental del Uruguay
“Autoridades presentes de todas la latitudes y organismos, muchas gracias. Muchas gracias al pueblo de Brasil y a su Sra. presidenta, Dilma Rousseff. Muchas gracias también, a la buena fe que han manifestado todos los oradores que me precedieron.
Expresamos la íntima voluntad como gobernantes de apoyar todos los acuerdos que, esta, nuestra pobre humanidad pueda suscribir.
Sin embargo, permítasenos hacer algunas preguntas en voz alta.
Toda la tarde se ha hablado del desarrollo sustentable. De sacar las inmensas masas de la pobreza.
¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas? ¿El modelo de desarrollo y de consumo que queremos es el actual de las sociedades ricas?
Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes? Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar?
Más claro: ¿tiene el mundo los elementos materiales como para hacer posible que 7 mil u 8 mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿Será eso posible?
¿O tendremos que darnos otro tipo de discusión?
Hemos creado esta civilización en la que hoy estamos: hija del mercado, hija de la competencia y que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo.
Pero la economía de mercado ha creado sociedades de mercado. Y nos ha deparado esta globalización, cuya mirada alcanza a todo el planeta.
¿Estamos gobernando esta globalización o ella nos gobierna a nosotros?
¿Es posible hablar de solidaridad y de que “estamos todos juntos” en una economía que basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?
No digo nada de esto para negar la importancia de este evento. Por el contrario: el desafío que tenemos por delante es de una magnitud de carácter colosal y la gran crisis que tenemos no es ecológica, es política.
El hombre no gobierna hoy a las fuerzas que ha desatado, sino que las fuerzas que ha desatado gobiernan al hombre. Y a la vida.
No venimos al planeta para desarrollarnos solamente, así, en general. Venimos al planeta para ser felices. Porque la vida es corta y se nos va. Y ningún bien vale como la vida. Esto es lo elemental.

Pero la vida se me va a escapar, trabajando y trabajando para consumir un “plus” y la sociedad de consumo es el motor de esto. Porque, en definitiva, si se paraliza el consumo, se detiene la economía, y si se detiene la economía, aparece el fantasma del estancamiento para cada uno de nosotros.
Pero ese hiper consumo es el que está "agrediendo" al planeta.
Y tienen que generar ese hiper consumo, cosa de que las cosas duren poco, porque hay que vender mucho. Y una lamparita eléctrica, entonces, no puede durar más de 1000 horas encendida.
¡Pero hay lamparitas que pueden durar 100 mil horas encendidas!
Pero esas no, no se pueden hacer; porque el problema es el mercado, porque tenemos que trabajar y tenemos que sostener una civilización del “úselo y tírelo”, y así estamos en un círculo vicioso.
Estos son problemas de carácter político.
Nos están indicando que es hora de empezar a luchar por otra cultura.
No se trata de plantearnos el volver a la época del hombre de las cavernas, ni de tener un “monumento al atraso”.
Pero no podemos seguir, indefinidamente, gobernados por el mercado,
"sino que tenemos que gobernar al mercado".
Por ello digo, en mi humilde manera de pensar, que el problema que tenemos es de carácter político.
Los viejos pensadores –Epicúreo, Séneca y también los Aymaras- definían: “pobre no es el que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho”.
Y desea más y más.
"Esta es una clave de carácter cultural"
Entonces, voy a saludar el esfuerzo y los acuerdos que se hagan.
Y lo voy acompañar, como gobernante.
Sé que algunas cosas de las que estoy diciendo "rechinan".
Pero tenemos que darnos cuenta de que la crisis del agua y de la agresión al medio ambiente no es la causa.
La causa es el modelo de civilización que hemos montado.
Y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir.
Pertenezco a un pequeño país muy bien dotado de recursos naturales para vivir. En mi país hay poco más de 3 millones de habitantes.
Pero hay unos 13 millones de vacas, de las mejores del mundo.
Y unos 8 o 10 millones de estupendas ovejas.
Mi país es exportador de comida, de lácteos, de carne.
Es una plenillanura y casi el 90% de su territorio es aprovechable.
Mis compañeros trabajadores, lucharon mucho por las 8 horas de trabajo. Y ahora están consiguiendo las 6 horas.
Pero el que tiene 6 horas, se consigue dos trabajos; por lo tanto, trabaja más que antes.
¿Por qué?
Porque tiene que pagar una cantidad de cosas: la moto, el auto, cuotas y cuotas y cuando se quiere acordar, es un viejo al que se le fue la vida.
Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana?

¿Solamente consumir?
Estas cosas que digo son muy elementales: el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad.
Tiene que ser a favor de la felicidad humana; del amor a la tierra,
del cuidado a los hijos, junto a los amigos. "Y tener, sí, lo elemental"
Precisamente, porque es el tesoro más importante que tenemos.
Cuando luchamos por el medio ambiente, tenemos que recordar que el primer elemento del medio ambiente se llama felicidad humana"

sábado, 22 de junio de 2013

Pablo Raúl Trullenque

Por José Félix Luna  (en El Punto y La Coma)
Pablo Raúl Trullenque fue un poeta, escritor, letrista y coplero nacido en Santiago del Estero el 13 de enero de 1934 y fallecido el 5 de setiembre del 2000.
Huérfano de padre desde los cuatro meses, fue lustrabotas, vendedor de diarios y, años más tarde, ayudante de sastre, oficio que le permitió ganarse la vida con decoro.
Proveniente de una familia de músicos, desde temprana edad se dedicó a animar fiestas estudiantiles y recitar glosas escritas por él.
En 1957 se mudó a Buenos Aires donde se relacionó con el cantor Roberto Rimoldi Fraga, para quien compuso una serie de encendidas piezas de desbordante fervor nacionalista, como “Argentino hasta la muerte” o la obra integral “Los Federales”.
En su vasta producción se distinguen claramente dos vertientes, una caracterizada por la etapa en que colaboró como glosista de Rimoldi Fraga y la otra, de mayor vuelo poético y temático, cuando se reveló como el autor más importante que haya dado esta provincia en los últimos años.
A partir de su humanismo a ultranza, concibió un arte poético donde caben su naturaleza de hombre santiagueño, su amor por la tierra, su convicción de que lo tradicional es la fuente natural para la fisonomía de un pueblo, sus ideas de poeta, su estilo y su técnica de creador de canciones populares y la pauta de su fundamental gravitación en el proceso de jerarquización literaria de nuestro folklore.
Es evidente, porque se evidencia en su obra y en su conducta intelectual, que jamás renunció a su condición de poeta para convertirse en letrista de canciones. Entrevió, más bien, que si escribía sus poemas sólo para la revista o el libro, condenaba a su obra a una supuesta circulación de élites.
Por eso eligió para su expresión de poeta la canción; porque entre pecho y espalda portaba un bombo y una guitarra y porque advirtió que la nación era nuestra manera connatural de divulgación literaria y la gran imprenta capaz de comunicar la poesía en gran escala.
Los que aún sostienen que Pablo Raúl Trullenque fue un poeta “menor” porque se limitó a escribir letras para canciones populares, no tienen la menor idea de lo que es ser poeta ni de lo que fue Pablo Trullenque. Él expresó a Santiago del Estero con versos que establecieron una hermandad entre los fantasmas del pasado y los hombres vivientes que hacen la continuidad esencial de un pueblo.
Pero como era un hombre viviente -¡y en qué medida lo era!- conjuró en sus canciones a las cosas, a los paisajes y las costumbres del pasado con ideas poéticas tan presentes que fue capaz de consumar una nueva poesía.
Para todas sus canciones empleó, con exquisita elección, el léxico popular, pero con sonidos capaces de transmitir ternuras, amores y compadecimientos.
Esta es, acaso, la cifra capital de la belleza que logra modular en sus inconfundibles metáforas: “Es una falta envido envido su corazón”, “Es un camino que anda solo bajo el sol”, “Por fincas perfumadas”, “Tu boca, enjambre de besos”, “Hoy mi mesa y mi guitarra, mañana mi último abrigo”.
Coplero por excelencia, cultivó la secular tradición española de manera impecable, pero sin permitir que la avara métrica le limite. Si hubiera escrito poemas correctos, poemas regulares, provistos de una gramática tradicional, probablemente hoy sería uno más en la lista de las antologías y las “antojolías”, uno de esos poetas que se leen un par de veces en la vida sin que lleguen a provocar ninguna modificación en nadie.
Pero tuvo la envidiable intuición de olvidarse de los dogmas de la cultura oficial para acercarse al hombre de la calle, al del monte y el campo, al del barrio, al del vino compartido, al amigo amanecido y solo.
Fue varias veces honrado y condecorado: recibió el premio “Cóndor” otorgado por la fundación Estampas y Memorias de la ciudad de La Plata; el premio “Reconocimiento” del centro cultural de la Universidad Nacional de Tucumán, el premio “Ricardo Rojas”, otorgado por la municipalidad de Santiago del Estero, que asimismo le otorgó el título de “Ciudadano distinguido”.
La diócesis de Santiago del Estero lo reconoció con el premio “Eslabón”, en julio del 2000, la Sociedad Argentina de Autores y Compositores lo homenajeó en esta ciudad, oportunidad en que recibió el premio “Chango”.
Una de las bibliotecas populares de esta ciudad lleva su nombre y la Legislatura Provincial lo declaró “Ciudadano ilustre”.
Pero su mayor premio es más sencillo y se renueva todos los días cuando se juntan los compadres y se ven los amigos, cuando las tardes de los viernes se va con los últimos pájaros y empieza lentamente la ceremonia del fuego y del encuentro, la magia convocante del asado.
Cuando la guitarra y el vino despiertan juntos y la mesa es un nido de abrazos y de risas y palabras, cuando cualquiera afina y el otro pide un bombo, cuando arranca el rasguido y la voz se prepara para cantar la copla; es el momento en que, esquivando la tristeza, baja su nombre prendido de los versos para presidir el encuentro de los amigos.
Quiero creer que eso quería Pablo Trullenque, eso buscaba desde que comenzó a escribir.
Estar volviendo siempre.

sábado, 15 de junio de 2013

LUZ

Por Mabel
barriocopacabanaresidencial@gmail.com

Sobre un fondo
de ceniza,
oscuros nubarrones
dibujan sus formas.
Entre ellos,
un punto
de luz
explota…
y
atrapa
mi mirada.
¡Metáfora de mi vida
en un atardecer
de otoño!

sábado, 8 de junio de 2013

MONÓLOGO EN EL MAR

Por Elétor
hectorco@infovia.com.ar
¡Serenidad! Es lo que necesito en estos momentos. No tengo noción del tiempo, ni recuerdos firmes de lo que pasó. Sólo el grito entrecortado ¡fuego en la sala de máquinas! Fueron la voz de alarma de que algo grave había ocurrido en la nave. Luego el resoplo sonoro de un tremendo estallido, que hizo agitar a toda la embarcación y mi sueño interrumpido tumultuosamente, se relacionó con la desorientación de las corridas de los demás tripulantes. ¡A los botes, a los botes! fue el aullido de una voz resonante y el apresurado entrecruzarse de brazos y manos, retorciéndose sobre los salvavidas agitados en el apresurado escabullirse del barco que inevitablemente era tragado por el mar. Corrí, ayudé mientras pude pero un tremendo impacto en mi cabeza me hizo perder el conocimiento. Ya no supe nada del destino de los demás tripulantes del carguero Nautilos que se dirigía a Cabo Verde. Ahora, que he recobrado mi memoria, me encuentro solo en este bote, semejante a una cáscara de nuez, rodeado de un océano infinito y un cielo estrellado que me atenaza con sus relucientes estrellas que parpadean mudas rasgando con sus pálidas luces, la negra noche donde el vaivén del bote me mece, convirtiéndose en una cuna que navega hacia la nada de una muerte segura. Me adormezco y mis pensamientos me llevan silenciosamente junto a Sara, que con sus caricias trata de consolarme, me muestra su amor, rodeando con sus largos brazos como en un círculo mágico mi cuello y el de nuestro complacido hijo Esteban.
El sueño me invade, quiero mantener los párpados abiertos, pero me resulta imposible, lucho contra mi propio letargo, el mar se hace más denso y tenebroso, se agita y golpea fuertemente contra el bote; las estrellas se precipitan rápidamente sobre mí y en ese torbellino las figuras de Sara y Esteban se van esfumando de a poco, hundiéndose en la lejanía. Pensé en un rescate milagroso, pero se va postergando y la muerte se acerca como una sombra, pero tal vez…

sábado, 1 de junio de 2013

LOS DADOS RUEDAN SOBRE EL PAÑO VERDE

Por Telésforo

telesforoagarre@gmail.com

Antes de que el cabo Thomas Jones resultara muerto por un francotirador japonés en el Pacífico central en 1944, escribió lo que llamó su “última voluntad” a quien encontrara su diario: que por favor se lo dieran a Laura Mae Davis, la chica que amaba.
Davis sí llegó a leer el diario pero casi 70 años después, cuando lo vio exhibido en una vitrina del Museo Nacional de la Segunda Guerra Mundial.
“No tenía ni idea de que hubiera un diario allí”, afirmó la mujer, oriunda de Mooresville, Indiana, de 90 años de edad. Los ojos se le llenaron de lágrimas al verlo.
Laura Mae Davis Burlingame, quien se casó con un miembro del Cuerpo Aéreo del Ejército en 1945, fue al museo de Nueva Orleans el 24 de abril para ver si había algún recuerdo del joven infante de Marina que había sido su enamorado en la secundaria. “Pensé que me gustaría ver fotos de él y de los compañeros con los que había prestado servicio y artículos acerca de dónde fue”, dijo. Así que le sorprendió encontrar el diario del joven de 22 años de edad que manejaba una ametralladora.
El curador Eric Rivet le permitió revisar el diario, utilizando guantes blancos para proteger los viejos papeles de la grasa de la piel. Fue la primera vez en sus 17 años de trabajo en el museo que alguien encontró “una mención sobre sí mismo en uno de los objetos exhibidos en el museo”, expresó Rivet.
El diario fue un regalo de Davis a Jones. Se habían conocido en 1941, en la secundaria de Winslow. “El era jugador de básquet y yo porrista”, dijo Laurie Davis.
Jones le dio su anillo de graduación pero no estaban comprometidos para casarse. Habían salido juntos durante la secundaria y asistieron como pareja al baile de graduación.
Thomas Jones escribió sus primeras líneas en el diario cuando era soldado raso en Camp Elliott (San Diego), poco menos de un año antes de que muriera. Lo describió como “la historia de mi vida en mi paso por el Cuerpo de Infantería de Marina de América... Y sobre todo mi amor por Laura Mae, de la cual mi corazón está completamente lleno. Así que si tienen la oportunidad, por favor, devuélvanselo a ella. Escribo esto como mi última voluntad”.
Jones murió el 17 de septiembre de 1944 como consecuencia de una bala disparada por un francotirador que le atravesó la frente en el tercer día del asalto de los americanos a Peleliu, una isla del archipiélago de Palaos en el Pacífico.
Una fotografía de ella cubre casi toda la contratapa del diario, de 10 x 17 centímetros. La imagen en sí es en blanco y negro, pero el fotógrafo pintó sus mejillas de color rosa y sus labios de color rojo oscuro.
Ella se la había dedicado: “Con amor, Laurie”.
[Hasta hace 15 días, pocas personas conocían la existencia de la isla de Peleliu. Hoy, millones sabemos de su existencia y que en esa lejana isla se libró una batalla en la Segunda Guerra Mundial.
Nuestro conocimiento no es consecuencia de que el combate en cuestión haya ingresado a los manuales de la alta estrategia militar sino de un hecho menor, cotidiano, personal, íntimo: la calentura de dos adolescentes.
Los dados danzan sobre el paño verde.
Leyendo con cierta atención, podemos colegir que más que el amor de Thomas y Laurie, el detonante fue “el diario” que Thomas Jones comenzó a escribir una aburrida tarde de 1943.
Así, más que la pasión, la simbolización de los sentimientos ha permitido que hoy conozcamos a la isla Peleliu .
Los dados giran sobre el paño verde.
Asimismo, el ESTADO (“todos” los Estados tienen el aliento fétido y las muelas podridas por devorar carne joven) se olvidó de “la última voluntad” del combatiente Thomas Jones, a quien había enviado a morir en una lejana isla del océano Pacífico.
Pero como la tribuna exige jueguitos (vanas demostraciones), crearon el Museo Nacional de la Segunda Guerra Mundial.
Allí, se “rencontraron” Thomas y Laurie.
Los dados patinan sobre el paño verde.
Laurie se casó unos meses después de la muerte de Thomas.
Un romántico trasnochado como Hamlet hablaría de la “fugacidad del amor” y García Lorca despotricaría porque con mujeres así, él no podría componer, con verosimilitud, a una Rosita.
Pero como “donde hubo fuego, cenizas quedan”, Laurie se emocionó hasta las lágrimas cuando se vio reflejada en el diario que ella le había regalado al baskebolistas casi 70 años atrás.
Dios no juega a los dados. Juega al bingo.]