Por Telésforo
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La actriz porno Aurora Snow (Rebecca Kensington) escribió una carta a su hijo, que nacerá en diciembre del 2013. El texto se publicó en una columna del diario digital Daily Beast.
Aurora Snow (Rebecca Kensington) participó en más de 300 producciones pornográficas y en el 2003 ganó uno de los premios más prestigioso del sector, el premio AVN a la mejor actriz del año.
La carta completa de Aurora Snow (Rebecca Kensington) a su hijo
Hijo mío,
Mientras escribo esto, todavía no llegaste al mundo, no
debés nacer hasta mediados de diciembre. En el momento de leer esto serás lo
suficientemente mayor como para navegar por Internet y tendrás la edad
suficiente para que te gusten las niñas y también para saber el nombre de
Aurora Snow. Temí ese día desde hace muchos años y mi esperanza es que encuentres
esta carta antes de tropezar accidentalmente con las fotos o videos que
muestran a tu madre de una manera que nunca quise que me vieras. Me explico.
Tu madre creció muy, muy pobre. A principios del 2000, iba a
la escuela en la UC Irvine,
y aunque en el instituto yo era una estudiante de matrícula de honor, que
sacaba buenas notas en los exámenes, y pasaba semana tras semana rellenando
solicitudes, me estaba ahogando por los préstamos universitarios. Me sentía
frustrada y sentía que mi oportunidad de tener una educación superior se
desvanecía, así que respondí a un anuncio en el periódico Orange County Register.
La letra negrita grande me llamó la atención: Modelos de
desnudos femeninos: gana 2.000 dólares al día.
No tenía vergüenza y necesitaba el dinero. Sabía a ciencia
cierta que no quería una familia propia. Fue antes de que todo y todos
estuvieran en Internet, y pensé que podía esconderlo de mi madre, de mi padre y
de mis hermanos. ¿Qué podía perder? Pensaba dedicarme a eso durante un año,
pagar mi deuda y pasar la página sin mirar atrás. No
funcionó de esa manera.
Las deferencias que recibía me hacían sentir bien. El dinero
era increíble. Pero incluso con esas deferencias nunca me sentí guapa. Yo
pensaba que, en cualquier momento, se darían cuenta de que habían cometido un
error y me pedirían que me fuera a casa y traerían una chica bonita al estudio.
Nunca lo hicieron. El trabajo de posar desnuda pronto dio lugar a que alguien
me preguntara si quería tener sexo delante de la cámara por dinero. Todavía más
dinero. Le dije que sí, y esa decisión me arrastró por el ajetreado y colorido
camino del “cine adulto”.
Por razones que se escapan a mi comprensión, me siguieron
pidiendo que hiciera películas. Pronto estaba en las carátulas, en pósters e
incluso en programas convencionales de televisión. Tu bisabuela fue la primera
en descubrir mi profesión secreta (ella me vio en una cinta VHS en casa de su
amigo), y rápidamente informó a tu abuela y a tus tíos. Pese a estar
decepcionados con mi elección, nunca dejaron de amarme y permanecieron a mi
lado en todo momento.
Tu abuela pensó que yo debía hacer algo con mi mente y no mi
cuerpo. Se preocupaba mucho por mí y siempre esperaba que encontrara mi camino.
Aunque nunca hablé directamente con tus tíos, la cuestión siempre estuvo en el
ambiente. Tu abuelo vivía en otro estado, y se enteró de lo que estaba haciendo
cuando me vio en el programa de televisión de Howard Stern. En retrospectiva,
estoy muy agradecida de haber sido una de las pocas chicas en el programa que
conservó la ropa puesta. Mantenía mi sentido del decoro cuando no estaba en el
estudio.
En este punto de tu vida, espero haberte enseñado la
importancia de la honestidad, así que voy a ser honesta contigo. Hice casi todo
lo imaginable en mi carrera de actriz de cine adulto y si escarbaras suficiente
encontrarías cosas que considerarías terribles. Honestamente, puedo decir que
me acerqué al cine de adultos como un trabajo y, al igual que cualquier tipo de
trabajo que tuve, lo consideré importante y lo hice lo mejor posible. A veces,
hacer bien mi trabajo significaba hacer cosas muy graves. Espero que nunca las
veas.
El 20 de febrero de 2009 hubo un cambio radical en mi vida.
Tu tío Keith tuvo un accidente de moto y se rompió el cuello, y sus dos hijos
pequeños quedaron a mi cargo. No tenía ni idea de qué hacer con los niños y me
vi obligada a aprender mientras cuidaba de tus primos durante dos años. En ese
período, tu tío Keith se recuperaba. Durante ese
tiempo, algo cambió. Sentí que algo poderoso cambiaba en mí cuando uno
de mis sobrinos me abrazó, confiándome su vida y dándome su amor incondicional.
De repente me di cuenta: “Mierda, quiero una familia propia”.
Nunca creí en el amor y estaba muerta de miedo de que nadie
se comprometiera conmigo. Yo era un espíritu libre que podía escoger qué hacer
en cada instante, pero esos sentimientos se desvanecieron cuando me di cuenta
de lo que me estaba perdiendo.
Mis prioridades cambiaron. Ya no era la chica dispuesta a
hacer cualquier cosa, y, en lugar de eso, me convertí en una mujer con un
objetivo. Quería una familia, pero primero tenía que encontrar a alguien con
quien crearla. No era una tarea fácil. Un buen amigo me presentó a un buen
granjero del medio oeste, que también trabajaba en el sector del entretenimiento
y la producción de programas de televisión. Él era cálido, encantador y muy
orientado a la familia.
A pesar de que yo quería salir del mundo del cine adulto, es
difícil cambiar después de dedicar una década de tu vida a tu carrera, sin
importar cuál sea la
carrera. Tu padre se dio cuenta del embrollo en el que estaba
atrapada y dijo: “Basta con pulsar el
botón de eyección”. Fue un consejo que estaba lista para escuchar. Por
primera vez, tuve la motivación y el coraje de dejar el negocio.
Hijo, espero que este artículo te ayude a entender y te
prevenga de hacer clic en mis videos pornográficos. Las decisiones que tomamos
pueden cambiar nuestro camino para siempre de una manera que no podemos
entender en ese momento. Tomé decisiones que me llevaron por un camino que
muchas personas desaprueban. A pesar de lo que pensé entonces, estas son las
decisiones que ahora estoy explicando a mi propio hijo. Todo se reduce a las elecciones. Si hubiera sabido que cambiaría un
día mi mente y querría una familia propia, hubiera tomado otras decisiones. No
puedo decir que hubiera sido mejor, porque cada decisión que tomé me llevó a
este punto y no me retracto. Cuando tenés 18 años es fácil ver el futuro y ver
exactamente lo que querés y lo que no, pero sólo 10 años después esa visión
desaparece.
Así que recuerda, cuando tomes grandes decisiones en la
vida, pensá en el futuro y pregúntate, “¿podré
vivir con eso?”. Mi respuesta está en esta carta que espero que hable por
sí misma.
Con amor,
Mamá
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