sábado, 25 de octubre de 2014

ÓVULOS CONGELADOS

Por Telésforo

telesforoagarre@gmail.com

Entre los beneficios para crear empleados contentos y productivos, Facebook y Apple decidieron darles un dinero extra a las empleadas de todo el mundo que quieran congelar sus óvulos y postergar la maternidad.
Sin embargo, el beneficio no tuvo un recibimiento del todo positivo.
Hay quienes creen que las empresas están empezando a acompañar un proceso social: mujeres que quieren crecer en sus profesiones y van pateando hacia adelante el momento de ser madres.
Pero hay quienes creen, en cambio, que las empresas sólo buscan que las licencias por maternidad y los “peros” que luego traen las empleadas con hijos dejen de ser un obstáculo para la rentabilidad de las empresas.
En Argentina, según Sergio Pasqualini, director científico del Instituto Médico de fertilidad Halitus (Marcelo T. de Alvear 2084, C1122AAF, Buenos Aires, Argentina; +54 11 - 5273-2080), “la mayoría de las mujeres viene a preservar sus óvulos cerca de los 37 años, cuando ya no están en su momento ideal”.
Un especialista en Recursos Humanos expresa: “Hay mujeres que producen una M: suben en la escala jerárquica, después se dedican a tener hijos y luego vuelven a ingresar a la empresa para volver a crecer. Hay otras cuya decisión es apostar todo al trabajo y postergar la maternidad”.
Continúa: “Me parece correcto que las compañías acompañen a las mujeres en sus momentos vitales: esto no es impulsarlas a que retrasen la maternidad sino respetar la decisión de cada una. Es decir, las compañías deben tener la suficiente plasticidad para que el trabajador integre su vida social, familiar y profesional. Yo creo que una mujer está en su mejor punto de rendimiento cuando puede desarrollarse en todos los campos”.
El incentivo que decidieron dar los dos gigantes tecnológicos todavía no tiene nada que se le parezca en nuestro país. Lo que sí hubo fue muchas críticas en las redes sociales: “Lo hacen para que la maternidad no entorpezca la productividad”, decían algunos. “Deberían usar ese dinero para que la mujer pueda ser madre cuando quiera y pueda pagar a alguien que le ayude con el cuidado de los hijos”, decían otros.
Un analista del mercado de tecnología afirma: “Con esta política blanqueron una idea: ‘Si la maternidad es un estorbo para tu carrera también lo es para mi negocio: entonces, si la posponés yo te la financio´”.
Una psicoanalista dice: “Congelar óvulos como recurso me parece válido.”

sábado, 18 de octubre de 2014

LA MASTURBACIÓN: HECHA A MANO Y EN CASA



Por Telésforo

telesforoagarre@gmail.com

La masturbación es una parte normal de la sexualidad humana; es una manifestación saludable y definitivamente muy placentera que, MISTERIOSAMENTE, se encuentra rodeada de mitos y tabúes.
Un estudio encargado por la publicación de análisis estadísticos “FiveThirtyEight”(USA) dio a conocer un estudio de la Universidad de Sydney (Australia) sobre la masturbación.
Seguidamente, algunos de los beneficios:
1. Ayuda al sistema inmunológico. Al experimentar un orgasmo nuestro cuerpo segrega pequeñas cantidades de cortisol que ayuda a mejorar nuestras defensas.
2. Menos riesgo de padecer cáncer de próstata. Los hombres que se masturban al menos cinco veces a la semana tienen menos riesgo de padecer cáncer de próstata. Según estudio realizado por el Centro Epidemiológico de Cáncer de Mealbourne (Australia).
3. Reduce el insomnio. Según el estudio de la Universidad de Sydney, la liberación de hormonas al tener un orgasmo, mejora la salud en general. Nos hace sentir más relajados y con menos tensión.
4. Reduce infecciones o enfermedades urinarias. Tal como la cistitis en mujeres, debido a que durante la práctica se abre el cuello uterino y se libera mucosidad y fluidos que suelen albergar bacterias.
5. Contra la depresión. Durante la masturbación se liberan endorfinas (“hormonas de la felicidad”) que combinadas con el cortisol nos hacen sentir de buen humor y apuntalan el bienestar general.

sábado, 11 de octubre de 2014

REGALAR HEROÍNA


Por Telésforo

telesforoagarre@gmail.com

En el jardín de infantes “Hickory Tree Child Care Center”, de Selbyville en Delaware, una niña fue al colegio con una mochila que contenía, entre otros objetos, 250 sobrecitos de droga de unos 4 gramos cada uno; los mismos estaban etiquetados con la leyenda “Slam”.
La niña de 4 años, pensando que “los sobrecitos” eran caramelos, se los regalaba a sus compañeritos.
A las maestras, les llamó la atención que los alumnos tuvieran en sus manos “esos sobrecitos”. Investigaron y comprobaron que era HEROÍNA.
El personal directivo del establecimiento alertó a la policía que estableció que, efectivamente, era heroína.
Siete chicos, de entre 4 y 11 años, fueron hospitalizados por precaución, ya que ninguno de los paquetes fue abierto. Tras un control médico fueron dados de alta.
La policía informó al periodismo que la nena llevó la droga al jardín de infantes porque su mamá le dio una mochila diferente de la que habitualmente usaba, debido a que ésta se la había roto el perro de la familia.
La madre de la niña, Ashley Tull de 30 años, fue acusada de poner a los chicos en peligro y de participar en la distribución de drogas.
El fiscal la procesó y la puso en libertad tras el pago de una fianza de 6.000 dólares.
Asimismo, Ashley Tull recibió la orden de no acercarse a sus hijos, una nena de 11 años, un nene de 9 y la chiquita de 4, quienes ahora están bajo la custodia de un familiar.

[El estado de Delaware está situado en el litoral atlántico de USA; limita al norte con Pennsylvania; al este con el río Delaware, la bahía de Delaware y el océano Atlántico, y al sur y oeste con Maryland.
Delaware es conocido como el primer estado, ya que el 7 de diciembre de 1787 se convirtió en el primero de los 13 estados originales que ratificó la Constitución de los Estados Unidos y se incorporó a la Unión. Sus principales ciudades son Dover (capital), Wilmington, Newark, Milford y Elsmere]

sábado, 4 de octubre de 2014

QUIERO MORIR AL SOL


Por Marisol Ambrosetti
Silvia Bonicatto (62) es alta y delgada; usa jean y tiene un andar juvenil; el cabello rubio y la piel dorada.
Aventurarse (y apurarse) es su lema: terminó el secundario con sólo 15 años; se puso de novia a los 13 y se casó a los 19.
Tuvo tres hijos y mientras los crió se recibió de veterinaria, de bacterióloga y, por último, de médica especializada en cáncer.
A los 24, ya había hecho las tres carreras. “Mi papá me tuvo a los 43, mi mamá a los 41, él le daba bola a mi hermano mayor; ella, al menor. A veces, creo que todo lo que hice fue para llamarles la atención”.
Su acierto, dice, fue nunca ponerse objetivos. “Se me presentaba una oportunidad y la tomaba, punto”.
Al año de casada, se recibió de piloto privado. Hizo las cuarenta horas de vuelo para obtener el título. Voló a Merlo y a Bahía Blanca. “Al avión lo sentís o no lo sentís yo lo sentí enseguida como una prolongación”.
Esa forma de llevarse el mundo por delante la aleja del prototipo de mujer nacida a mediados del siglo XX y entregada hasta el hartazgo a los quehaceres domésticos. Tal vez por eso, se lleva mejor con los varones “desde chica”.
Su personalidad combina perfecto con ellos. Con dos matrimonios en su haber, el único amor de su vida es Martín, su primer nieto. Un amor a la distancia porque vive en España.
Tengo conductas adictivas”, comenta Silvia. Cuando salió campeona platense en el torneo de tenis que organizaban los médicos de la ciudad fumaba sin parar, entre un game y el otro. Pero esa adicción es parte del pasado. Ahora dejó el cielo, y los courts, y se hizo adicta a la montaña.
La primera trepada fue hace 14 años, en el cruce de los Andes por Paso de Portillo. Una semana a pie por el camino del Libertador. Fue un flechazo: “Me enamoré de la montaña”. A partir de entonces, hizo 15 excursiones como montañista. “Me convertí en una conquistadora de lo inútil, como dice Lionel Terray”, en referencia al título del libro donde ese alpinista eximio cuenta sus vertiginosas aventuras cuesta arriba.
Silvia escaló el volcán Cotopaxi, en Ecuador. El guía se perdió y tuvieron que pasar dos horas de la madrugada caminando en círculo para no morir congelados.
Para ascender al Mont Blanc, en Francia, iniciaron la expedición a la una de la madrugada y conquistaron la cumbre a la una de la tarde. Eran un grupo de tres personas unidas por una soga, alineadas en fila india por las cornisas. Cuando bajó, se enteró: el grupo que había subido unas horas antes que ella había muerto: uno pisó en falso, cayó al vacío y con su peso arrastró a los otros dos.
Silvia comprendió por qué al Mont Blanc lo llaman el monte maldito.
En el Monte Sinaí, ella fue la única mujer de la excursión; justo ahí donde Dios (sí, Dios) le dio las tablas a Moisés y dividió en 10 puntos el bien del mal.
En la foto, se la ve resuelta; mira a cámara con su cabello rubio más corto que nunca y despeinado por el viento. Tres hombres la rodean sin tanto encanto: están envueltos en frazadas, encogidos y amoratados por el frío.
Escaló el Everest: 6000 metros de altura en 12 días; el Kilimanjaro, 5800 metros en cinco días. Es curioso que todas las veces le haya pasado lo mismo: “Cuando faltan 10 horas para hacer cumbre me pregunto: qué hago acá. Las respuestas llegan en la cumbre; me emociono tanto que no paro de llorar”.
En los ratos de ocio, Silvia Bonicatto teje al crochet una manta en el living de su casa.
[Material intervenido, recuperado del diario EL DÍA de la ciudad de La Plata, Buenos Aires, Argentina. 14.06.14]