Por Paloma Auriti
Nuestra patria ha sido regada con sangre, demasiada...
Cuándo es demasiado?
Cuándo la cantidad derramada causa angustia, dolor, impotencia, sin que eso termine en muerte.
Pero además hubo muerte, varias, demasiadas
Con la primera ya fue demasiado.
Hubiéramos podido hacer la historia diferente?
No lo sabremos, probablemente. Deberíamos empezar a imaginar una América sin colonias ni colonizaciones.
Una América creciendo y resolviendo las cuestiones a su manera, sin imposiciones extranjeras, interesadas, autoritarias, materialistas, egoístas, oscuras, mortales.
Hubiesen tenido otro dolor las muertes u otro color las sangres?
Probablemente no.
Pero no tendrían el agravante de la mentira, la traición, el engaño.
Durante 500 años de historia nos han dicho qué guerras pelear, qué luchas abandonar, qué muertes llorar, qué dolores olvidar.
El 2 de abril de abril de 1982 nos volvieron a engañar.
Abusaron del patriotismo, idealismo, confianza, pasión y juventud, de los hombres que lucharon desde el frente y del pueblo que ... calló? Creyó? Apoyo?...
Luego de 28 años, lo que nos queda es la capacidad de ver cada vez más clara la historia, con la juventud en el alma y la madurez en la memoria. Con la elección del llanto y la bronca, con la claridad de la calumnia y la fábula.
Lo que nos queda, lo que no mataron ni con armas ni con espanto, lo que sobrevivió en los cuerpos vivos y las ausencias presentes lo que es más fuerte que el doloroso llanto...
Es el poder elegir qué guerra pelear, qué lucha continuar, qué muertes honrar y que dolores recordar.
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