Los gemelos Julián y Adrián Riester nacieron con 22 minutos de diferencia, el 13 de diciembre de 1918 en Buffalo (estado de Nueva York, USA). Sus padres fueron Chistopher Riester (obrero portuario) y Nancy Tunney (franquera en un mercado minorista). El matrimonio Riester Tunney tuvo otros 3 hijos.
Ese 13 de diciembre (finales del otoño en el hemisferio “norte”), el Sol inició una inusitada actividad que comprometió más de la mitad de su masa y sus “lenguas de fuego” alteraron la tranquilidad de los Grandes Lagos.
Algún augur pensó que los gemelos estaban predestinados para el amor (el supremo egoísmo) y la guerra (la solidaridad perenne). Pero no fue así.
Una palabra caracterizó sus primeros años de vida: “indiferencia”. Indiferencia hacia sus otros hermanos, hacia sus padres, hacia el medio que los rodeaba, excepto hacia un loro con quienes mantenían una vivaz y críptica comunicación.
En la escuela primaria, fueron pésimos alumnos. No llegaron a graduarse. Los maestros, con esa comprensión e inteligencia que los destaca, opinaron que “eran dos cosas arrumbadas en un banco”, que “entre los dos no hacían una neurona”, que “eran un autismo de dos”.
Nunca se sabrá si los gemelos se enteraron de los calificativos de sus maestros. Ellos continuaron en sus diálogos, en sus juegos. Iban al baño o hacer trámites siempre juntos. En las pocas actividades deportivas que realizaban siempre estaban uno al lado del otro.
El orgullo, la soberbia o la vanidad les eran ajenos.
Hacia 1935, Chistopher Riester (el padre) debió realizar un viaje en tren hacia la costa “oeste” y llevó consigo a Julián.
Adrián se quedó en la casa familiar, en Buffalo, donde convivía con su madre y sus otros 3 hermanos.
Por ese viaje, descubrieron que los gemelos tenían una rara manera de comunicarse entre ellos a la distancia, sin que mediara aparato o materialidad alguna. Recíprocamente, sabían cómo estaba el otro. Si estaba cansado, aburrido, temeroso, alegre. Adrián hacía comentarios de este tipo: “Julián está terriblemente excitado por las montañas”, lo que era rigurosamente cierto.
En 1943, los gemelos tenían una amante, Amanda West, a quien visitaban juntos en su domicilio.
La mujer era viuda de un soldado muerto en Europa, con quien había tenido 2 niños (un varón y una mujer) que a la sazón eran de corta edad.
El hijo varón de Amanda West comentó, en una oportunidad, que su madre había sido amante de los gemelos durante 12 años.
Años después, Adrián y Julián ingresaron a “la orden de los Frailes Menores”. Durante 35 años, trabajaron juntos en tareas de carpintería y jardinería en la Universidad de St. Bonaventure.
En el año 2008, la orden de los frailes franciscano (en la que sirvieron durante 65 años), los trasladó desde el “oeste” de Nueva York hasta el estado de Florida (al “sur”) en St. Petersburg.
El miércoles 25 de mayo de 2011, en el Hospital de St. Anthony (St. Petersburg, Florida, USA) Julián y Adrián Riester murieron con 22 minutos de diferencia. Tenían 92 años.
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