Un anuncio del Vaticano reveló una
nueva crisis interna (no sólo los peronistas se
rompen el culo entre ellos), al publicarse ayer un decreto con el
“respaldo específico” del Papa que quitó la autonomía a Caritas Internacional,
la organización que atiende 25 millones de personas al año a través de 162
organizaciones caritativas. El secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone,
se tiró con los tapones de punta contra los sectores de Caritas a los que el
mismo Benedicto XVI señaló en una audiencia del año pasado que deben “defender
los valores no negociables de la Iglesia” y “no caer en ideologías dañinas” (ideología: money, money, siempre money).
Caritas es la mayor organización
humanitaria de la Iglesia, con 40 mil empleados y 125 mil voluntarios.
El decreto de reforma, que subordina
totalmente en todos los planos, incluso el doctrinal, al ente caritativo de la
Iglesia a la Curia Romana
(el gobierno central de la Iglesia) fue firmado por el cardenal Bertone.
Establece que el Pontificio Consejo “Cor Unum”, encargado de las obras de
caridad de la Iglesia, deberá aprobar (con la supervisión a su vez de la
Secretaría de Estado) desde las cuentas y presupuestos para “alcanzar la transparencia financiera”, hasta los
textos que contengan elaboraciones doctrinales o morales de Caritas.
De hecho, las medidas anunciadas
establecen una intervención estructural subordinando a la organización, en
todos los aspectos de su gestión, a la centralización del Vaticano. En 1994, el
Papa Juan Pablo II concedió a la Caritas Internacional
una personalidad jurídica pública, que comportaba una amplia autonomía.
Los conflictos fueron creciendo en
los últimos años, según lo reconoció el cardenal africano Robert Sarah,
presidente de Cor Unum, al aclarar que la Santa Sede “tiene el deber de seguir las
actividades de Caritas” para que su mensaje sea divulgado “en forma coherente
con el magisterio de la Iglesia”. Sarah dijo que la entidad creada en la década
del 50 (siglo 20) por Pío XII tras la Segunda Guerra Mundial,
debe tener “una sana visión antropológica” frente a la comunidad internacional.
En la británica Lesley-Anne
Knight, se encarna buena parte de los conflictos porque las
altas esferas vaticanas la consideran “demasiado independiente” (las minas, a la cocina), acusándola de dar la
prioridad a la asistencia sobre la evangelización de las almas de los
asistidos. La inglesa Knight
era secretaria general de Caritas y en mayo del año pasado fue reemplazada
desde arriba por el francés Michel Roy (este es un
macho, carajo), quien ayer se mostró totalmente alineado con el ajuste
de fierro promovido por el cardenal Bertone.
El francés elogió las reformas que
quitan autonomía a Caritas porque dijo que “refuerza la dimensión eclesial” de
la organización y esto permitirá “una mayor interacción entre la Curia y la
Caritas”.
El director de la Caritas Internacional
es el cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, que era considerado un
bastión de los progresistas en el mundo católico, pero que terminó apoyando el
golpe de estado militar en su país. Rodríguez Maradiaga es salesiano como el
cardenal Bertone y también se alineó a los dictados de la Curia Romana.
Para asegurar el funcionamiento y
control de una organización de dimensiones tan grandes, que maneja mucho dinero
(ahí está la madre del borrego) y debe
coordinar a muchos miles de personas, el Vaticano crea normativas de trabajo, nombra
un “asistente eclesiástico” encargado de participar en las reuniones de los
órganos de gobierno y establece nuevas normas para nombrar las principales
autoridades de Caritas, que deberán ser aprobadas por el Papa. Un control
completo por parte de las altas cumbres vaticanas.
Entre las críticas que se formulan a
la organización, figura el hecho de que algunos equipos de voluntarios de
Caritas en áreas africanas donde impera la epidemia de sida distribuyeron
preservativos contra el contagio y la organización central no obligó a seguir
la estricta línea del Vaticano en la materia.
(No sólo los Kirchner manotean la caja. El Santo Padre no tiene
las AFJP, ni Anses, ni el Banco Central, ni YPF; ya no están “Los Cruzados” con
sus arcas llenas de oro, ni la riqueza de los jesuitas es accesible, por el
momento; el Papa, ahora, en busca de cash, manotea CÁRITAS (como Néstor las
AFJP) mientras mira de reojo los abultados ingresos de los salesianos.)
[Texto recuperado del diario Clarín de la ciudad de Buenos Aires, 03.05.12,
firmado por Julio Algañaraz.]]