sábado, 19 de mayo de 2012

LA VOZ DE UN CRISTIANO



“Ha sido presentado recientemente el anteproyecto de reforma del Código Civil, un volumen de 793 páginas. A pesar de la solemnidad otorgada al acto de presentación, el acontecimiento no logró concitar la atención general, la repercusión que alcanzaron otros anuncios más o menos contemporáneos. Lo merecía la trascendencia del asunto, ya que se trata de la modificación del marco jurídico fundamental que regula la vida de las personas y sus relaciones en la sociedad. De hecho, el anteproyecto altera estructuras fundamentales de la sociedad argentina, y por lo tanto su configuración futura.
(…)
Otro capítulo que resulta inaceptable es el que se refiere a la familia y a su fundamento, el matrimonio. Lamentablemente, se sigue la ruta iniciada en julio de 2010 con la ley que dio cabida en la institución matrimonial a la convivencia de personas del mismo sexo. Ahora se pretende avanzar consumando la liquidación del matrimonio. En todas las transformaciones contrarias a la verdad del hombre, a la naturaleza de la sociedad y a la tradición cultural y jurídica de nuestro país propuestas en el anteproyecto, se detectan las consecuencias de un error de principio. La ley abandona su función pedagógica, indispensable para orientar hacia el bien la vida de la sociedad, y se acomoda a lo que ocurre, legalizando conductas disvaliosas y disolventes. La reforma proyectada elimina en el matrimonio el bien de la fidelidad; ¿qué queda de él sin este compromiso fundamental, sin la cohabitación y la apertura al bien de los hijos? La creación de una figura alternativa llamada "unión convivencial", prácticamente equiparada al matrimonio, agrava la vanalización de la institución matrimonial, lo mismo que el recurso al divorcio, que será facilitado -entiéndase: fomentado- para que pueda obtenerse en una semana y a pedido de una sola de las partes. La intención presuntamente igualitaria que inclina a legalizar cualquier tipo de convivencia como si fuera una auténtica familia acaba siendo discriminatoria: lo único que el nuevo Código no reconocerá ha de ser el matrimonio indisoluble, unión estable de un varón y una mujer que comparten la vida y se prolongan generosamente en los hijos.
(…)”
[Fragmentos extraídos del artículo del diario EL DÍA de la ciudad de La Plata (jueves 17.05.12) firmado por Monseñor Héctor Aguer quien es arzobispo de la ciudad capital de la provincia de Buenos Aires (Argentina). Aguer es llamado (en voz baja) por algunos profesores de la Universidad Católica de La Plata “el medieval”. Otros, tararean “Trasnochados espineles” después de escuchar sus discursos o leer sus escritos.]

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