“Ha sido presentado recientemente el anteproyecto de reforma
del Código Civil, un volumen de 793 páginas. A pesar de la solemnidad otorgada
al acto de presentación, el acontecimiento no logró concitar la atención
general, la repercusión que alcanzaron otros anuncios más o menos
contemporáneos. Lo merecía la trascendencia del asunto, ya que se trata de la
modificación del marco jurídico fundamental que regula la vida de las personas
y sus relaciones en la
sociedad. De hecho, el anteproyecto altera estructuras
fundamentales de la sociedad argentina, y por lo tanto su configuración futura.
(…)
Otro capítulo que resulta inaceptable es el que se refiere a
la familia y a su fundamento, el matrimonio. Lamentablemente, se sigue la ruta
iniciada en julio de 2010 con la ley que dio cabida en la institución
matrimonial a la convivencia de personas del mismo sexo. Ahora se pretende
avanzar consumando la liquidación del matrimonio. En todas las transformaciones
contrarias a la verdad del hombre, a la naturaleza de la sociedad y a la
tradición cultural y jurídica de nuestro país propuestas en el anteproyecto, se
detectan las consecuencias de un error de principio. La ley abandona su función
pedagógica, indispensable para orientar hacia el bien la vida de la sociedad, y
se acomoda a lo que ocurre, legalizando conductas disvaliosas y disolventes. La
reforma proyectada elimina en el matrimonio el bien de la fidelidad; ¿qué queda
de él sin este compromiso fundamental, sin la cohabitación y la apertura al
bien de los hijos? La creación de una figura alternativa llamada "unión
convivencial", prácticamente equiparada al matrimonio, agrava la
vanalización de la institución matrimonial, lo mismo que el recurso al
divorcio, que será facilitado -entiéndase: fomentado- para que pueda obtenerse
en una semana y a pedido de una sola de las partes. La intención presuntamente
igualitaria que inclina a legalizar cualquier tipo de convivencia como si fuera
una auténtica familia acaba siendo discriminatoria: lo único que el nuevo
Código no reconocerá ha de ser el matrimonio indisoluble, unión estable de un
varón y una mujer que comparten la vida y se prolongan generosamente en los
hijos.
(…)”
[Fragmentos extraídos del
artículo del diario EL DÍA de la ciudad de La Plata (jueves 17.05.12) firmado
por Monseñor Héctor Aguer quien es arzobispo de la ciudad capital de la
provincia de Buenos Aires (Argentina). Aguer es llamado (en voz baja) por
algunos profesores de la Universidad Católica de La Plata “el medieval”. Otros,
tararean “Trasnochados espineles” después
de escuchar sus discursos o leer sus escritos.]
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