Por Telésforo
La jueza de Control, Niñez, Juventud y Penal Juvenil y Faltas de Río Segundo, María de los Angeles Palacio de Arato (flojita de inteligencia y rica en prejuicios y lugares comunes), consideró que “la prostitución no es un trabajo sino una forma de violencia contra las mujeres que propicia la trata de personas”, al rechazar una acción de amparo (promovida por 6 trabajadoras sexuales) contra la Ley 10.060.
[En su
provinciana mirada, ve la prostitución como un quehacer exclusivamente
femenino.]
Entiende la
prostitución como una “situación de vulnerabilidad” y
omite, alegremente, los miles y miles de varones que son vulnerables sobre de
un andamio y las mujeres que son vulnerables cepillando pisos y quitando mierda
de otros.
Afirma con ligereza
que la prostitución es “una actividad no
permitida”, olvida que, de hecho o legal, la
prostitución es una actividad aceptada socialmente (y no sólo hablamos de la
“prostitución con libreta”).
La
jueza cordobesa manifestó que “la prostitución
es una violación a los derechos humanos, dado que no es un contrato entre
cliente y mujer en prostitución, porque no se puede hablar de consentimiento en
situaciones de profunda desigualdad”.
[Exactamente,
la misma desigualdad que hay entre
ella y su sirvienta; entre el patrón del corralón y el peón; entre el dueño del
campo y el esquilador; entre el Barcelona y Lionel Andrés Messi; entre el Grupo
Clarín y Tinelli (y la lista sigue abierta)].
“En la
prostitución (afirma temeraria y sin fundamentar), el cliente o comprador obtiene el derecho unilateral al uso sexual
del cuerpo de una mujer. El cliente prostituyente le impone su cuerpo, su
sexualidad y su placer a la mujer prostituida”.
[Hay un
crédito para esta jueza: ¡jamás entró a un prostíbulo! Es mujer honesta.]
El fallo de la Palacio generó
polémica en de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar), que
reclamó la sanción de una ley que regule
la prestación de servicios sexuales autónomos.
"En la sentencia, se hace eje en que la prostitución
no es un trabajo, afianzando la visión de los feministas abolicionistas de la
prostitución", aseguró esta tarde a la prensa la titular de la Ammar,
filial Córdoba, Eugenia Aravena.
"Aquí no tenemos ninguna posibilidad: ni de
cambiar de trabajo, ni de ser trabajadores sexuales. El trabajo sexual es un
medio de vida para un montón de mujeres,
hombres y transexuales. La sociedad tiene que aprender a respetar las
decisiones de quienes queremos trabajar en esto", recalcó Eugenia Aravena.
[Quizá, Eugenia tenga
razón en su mirada más abarcativa. Los camioneros, los gastronómicos, los
trabajadores rurales están mejor “no” porque niegan su actividad sino porque se
“organizan”.
Para finalizar, recuerdo
aquel apotegma: “Lo que la naturaleza no
da, la ´universidad´ no presta”.]
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