sábado, 20 de octubre de 2012

“¡Chupe, Barreiro que es trabajo!”


Por Telésforo

  La jueza de Control, Niñez, Juventud y Penal Juvenil y Faltas de Río Segundo, María de los Angeles Palacio de Arato (flojita de inteligencia y rica en prejuicios y lugares comunes), consideró que “la prostitución no es un trabajo sino una forma de violencia contra las mujeres que propicia la trata de personas”, al rechazar una acción de amparo (promovida por 6 trabajadoras sexuales) contra la Ley 10.060.

[En su provinciana mirada, ve la prostitución como un quehacer exclusivamente femenino.]
Entiende la prostitución como una “situación de vulnerabilidady omite, alegremente, los miles y miles de varones que son vulnerables sobre de un andamio y las mujeres que son vulnerables cepillando pisos y quitando mierda de otros.
Afirma con ligereza que la prostitución es “una actividad no permitida”, olvida que, de hecho o legal, la prostitución es una actividad aceptada socialmente (y no sólo hablamos de la “prostitución con libreta”).
La jueza cordobesa manifestó que “la prostitución es una violación a los derechos humanos, dado que no es un contrato entre cliente y mujer en prostitución, porque no se puede hablar de consentimiento en situaciones de profunda desigualdad”.
[Exactamente, la misma desigualdad que hay entre ella y su sirvienta; entre el patrón del corralón y el peón; entre el dueño del campo y el esquilador; entre el Barcelona y Lionel Andrés Messi; entre el Grupo Clarín y Tinelli (y la lista sigue abierta)].
 En la prostitución (afirma temeraria y sin fundamentar), el cliente o comprador obtiene el derecho unilateral al uso sexual del cuerpo de una mujer. El cliente prostituyente le impone su cuerpo, su sexualidad y su placer a la mujer prostituida”.
[Hay un crédito para esta jueza: ¡jamás entró a un prostíbulo! Es mujer honesta.]
El fallo de la Palacio generó polémica en de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar), que reclamó la sanción de una ley que regule la prestación de servicios sexuales autónomos.
"En la sentencia, se hace eje en que la prostitución no es un trabajo, afianzando la visión de los feministas abolicionistas de la prostitución", aseguró esta tarde a la prensa la titular de la Ammar, filial Córdoba, Eugenia Aravena.
"Aquí no tenemos ninguna posibilidad: ni de cambiar de trabajo, ni de ser trabajadores sexuales. El trabajo sexual es un medio de vida para un montón de mujeres, hombres y transexuales. La sociedad tiene que aprender a respetar las decisiones de quienes queremos trabajar en esto", recalcó Eugenia Aravena.
[Quizá, Eugenia tenga razón en su mirada más abarcativa. Los camioneros, los gastronómicos, los trabajadores rurales están mejor “no” porque niegan su actividad sino porque se “organizan”.
Para finalizar, recuerdo aquel apotegma: “Lo que la naturaleza no da, la ´universidad´ no presta”.]

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