sábado, 13 de octubre de 2012

LA NIÑEZ FATIGADA

Por Telésforo
telesforoagarre@gmail.com

Acumular posesiones no lleva a la felicidad ni en los adultos, ni en los chicos. En realidad, sucede lo contrario: el consumismo acaba generando angustia e insatisfacción. Esto, que siempre se estudió en los adultos, ocurre también en la infancia, confirmó un estudio publicado por la revista Pediatrics.
Investigadores de la Universidad de Amsterdam que estudiaron a casi 500 chicos de 8 a 10 años descubrieron que los chicos más infelices eran más propensos a convertirse en “consumidores compulsivos” que aquellos que se sentían más satisfechos. La causa es que los primeros son más vulnerables a los efectos del bombardeo publicitario de la TV y otros medios masivos de comunicación.
Algunos psicólogos aceptan esos resultados: “Un niño infeliz, por cualquier motivo, puede suponer ilusoriamente que la acumulación de objetos llenará su vacío existencial”, dicen.
En este escenario, señalan que los modernos medios de comunicación sostienen una “oferta permanente de objetos que prometen felicidad” y “los niños tristes o infelices son más vulnerables a cualquier tipo de promesa que los saque de su estado; la droga emerge, en ese camino, como un horizonte posible y apetecible”.
La droga es un fenómeno de consumo terminal y, simultáneamente, el “consumidor final y absoluto”: consumo droga y la droga me consume.
La licenciada Graciela Barrios afirma: “un chico infeliz es (habitualmente) un chico que está solo, cuyos padres tienen poco tiempo o poca calidad de tiempo, para dedicarle”. De tal suerte, es más proclive a volcarse hacia el vínculo con la TV o Internet, que “están siempre a su disposición”. “Llegan a creer que las cosas pueden llenar el vacío que dejó la falta de relaciones entre personas. Si crecen y estas pautas no cambian, van a ser, probablemente, adultos consumistas”.
La otra conclusión que se extrae del trabajo es que la felicidad puede ser un recurso valioso para frenar la ambición de acumular objetos. La clave estaría en reforzar los vínculos familiares. Compartir el juego, y también el consumo de la televisión con los chicos, resulta beneficioso.
Respetar y acompañar al niño en su gramática de juego y creación sin obligarlo a un trabajo abierto o disfrazado sería el camino apropiado para lograr un niño feliz.

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