Por ELÉTOR
hectorco@infovia.com.ar
VALOR Y
REALIDAD
Es una gran verdad
el saber discernir entre lo que es un valor y lo que es real. Por líneas
generales esos aspectos van juntos y la valoración es más relevante que lo
real. Si aceptamos una concepción del ser en la que este se manifieste como
revelación podremos asegurar un plano real como lo manifiesto, lo que se nos da
como un acontecer. Ese acontecer en sí mismo es lo que es. No necesita de un
sujeto para ser. Es lo que se llama la cosa en sí, aquello que la metafísica
pretendió alcanzar a través del conocimiento. Pero todo esto queda embozado
cuando el ser se interiorizó en un sujeto y pretendió ser conocido con alguna
certeza por ese sujeto. Allí lo real se escindió en SUJETO-OBJETO; la verdad se
configuró como una relación de adecuación entre un sujeto que conoce y el
objeto conocido. Todo aquello que no puede ser objetivable pertenece al plano
subjetivo y ya sabemos que la subjetivación se corresponde con algo que sólo le
concierne al sujeto y nada más. Luego viene el plano de la valoración. No
hay que confundir la verdad con la valoración. El
valor es un agregado que hacemos a las cosas o de las conductas desde el
plano moral (mores=costumbre). Por eso, la idea de Bien siempre fue considerada
algo bastante difícil de definir. ¿Hay un Bien en sí independiente de las
cosas? Evidentemente, no. Siempre el valor va depositado sobre una cosa o un
acontecer determinado. Por eso, quién puede hoy en día fijar o decir lo que es
bueno o malo de algo o de alguien. Por eso, hay tanto lío en esta época en que
los valores supremos con que se manejó una civilización como la occidental
quizá mal llamada cristiana, se ven deteriorados o lo captamos como decadentes.
De allí, esa famosa frase de Nietzsche que dice “DIOS HA MUERTO”. Ya no hay
juicios objetivos de valor sino que todo eso es visto en la pura subjetividad.
LOS
AGUJEROS NEGROS
Muy
interesante la posibilidad de utilizar esa metáfora de los agujeros negros para
relacionarlos con nuestra sociedad actual. Evidentemente, la Aldea Global
nos ha sumergido en el más crudo utilitarismo y ha hecho un mito de la cultura
de la imagen. Nos
ha recluido en la más absoluta
subjetividad. Diría que el YO se ha constituido el agujero negro del que
hablaba. Pero además ese YO como dice Antonin Artaud es “cojitranco”. Es y no
es fundamento de nada, ni tampoco es el camino del conocimiento de nosotros
mismos. Ha resultado ser una opacidad oscilante. Algunos opinan que las
culturas decadentes se caracterizan por una marcada tendencia hacia la
subjetividad mientras que todos los períodos de progreso trata de conocer al mundo
tal cual es (mención a Hegel).
Fundamentalmente el mundo se torna incomprensible y ahora la única manera de abordarlo es
apropiárselo a través de la desmesurada voluntad de dominio. De allí, el
crecimiento sin restricciones de la técnica que posiblemente termine
convirtiendo al planeta en un desierto poblado de entes desprovistos de ser,
que era en última instancia el otorgador de sentido. Por eso, hoy día pueblan
mi creencia que el que sabe apropiarse verdaderamente del mundo es el poeta y
el pensador contemplativo. Quizá sea una visión que tienda a la negación de lo
utilitario como única “posibilidad de existencia” y podamos emprender un camino
alternativo. Goethe decía: “el hombre se conoce a sí mismo sólo en tanto que
conoce el mundo, conoce el mundo dentro de sí mismo y tiene conciencia de sí
mismo dentro del mundo”. Te dejo algo mío:
, LEJOS ESTAMOS DEL TIEMPO
EN QUE LA
HISTORIA SE DIRIGÍA HACIA ALGUNA PARTE,
LIBERADOS DE LAS CAUSAS Y
EFECTOS,
LA
INCERTIDUMBRE REINA,
Y COMO CIEGOS MARCHAMOS VACILANTES.
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