miércoles, 19 de diciembre de 2012

CANTATA EN DOS ACORDES

Por ELÉTOR
hectorco@infovia.com.ar


VALOR Y REALIDAD

Es una gran verdad el saber discernir entre lo que es un valor y lo que es real. Por líneas generales esos aspectos van juntos y la valoración es más relevante que lo real. Si aceptamos una concepción del ser en la que este se manifieste como revelación podremos asegurar un plano real como lo manifiesto, lo que se nos da como un acontecer. Ese acontecer en sí mismo es lo que es. No necesita de un sujeto para ser. Es lo que se llama la cosa en sí, aquello que la metafísica pretendió alcanzar a través del conocimiento. Pero todo esto queda embozado cuando el ser se interiorizó en un sujeto y pretendió ser conocido con alguna certeza por ese sujeto. Allí lo real se escindió en SUJETO-OBJETO; la verdad se configuró como una relación de adecuación entre un sujeto que conoce y el objeto conocido. Todo aquello que no puede ser objetivable pertenece al plano subjetivo y ya sabemos que la subjetivación se corresponde con algo que sólo le concierne al sujeto y nada más. Luego viene el plano de la valoración. No hay que confundir la verdad con la valoración. El valor es un agregado que hacemos a las cosas o de las conductas desde el plano moral (mores=costumbre). Por eso, la idea de Bien siempre fue considerada algo bastante difícil de definir. ¿Hay un Bien en sí independiente de las cosas? Evidentemente, no. Siempre el valor va depositado sobre una cosa o un acontecer determinado. Por eso, quién puede hoy en día fijar o decir lo que es bueno o malo de algo o de alguien. Por eso, hay tanto lío en esta época en que los valores supremos con que se manejó una civilización como la occidental quizá mal llamada cristiana, se ven deteriorados o lo captamos como decadentes. De allí, esa famosa frase de Nietzsche que dice “DIOS HA MUERTO”. Ya no hay juicios objetivos de valor sino que todo eso es visto en la pura subjetividad.
                                          



LOS AGUJEROS NEGROS


Muy interesante la posibilidad de utilizar esa metáfora de los agujeros negros para relacionarlos con nuestra sociedad actual. Evidentemente, la Aldea Global nos ha sumergido en el más crudo utilitarismo y ha hecho un mito de la cultura de la imagen. Nos ha recluido  en la más absoluta subjetividad. Diría que el YO se ha constituido el agujero negro del que hablaba. Pero además ese YO como dice Antonin Artaud es “cojitranco”. Es y no es fundamento de nada, ni tampoco es el camino del conocimiento de nosotros mismos. Ha resultado ser una opacidad oscilante. Algunos opinan que las culturas decadentes se caracterizan por una marcada tendencia hacia la subjetividad mientras que todos los períodos de progreso trata de conocer al mundo tal cual es (mención a Hegel).  Fundamentalmente el mundo se torna incomprensible  y ahora la única manera de abordarlo es apropiárselo a través de la desmesurada voluntad de dominio. De allí, el crecimiento sin restricciones de la técnica que posiblemente termine convirtiendo al planeta en un desierto poblado de entes desprovistos de ser, que era en última instancia el otorgador de sentido. Por eso, hoy día pueblan mi creencia que el que sabe apropiarse verdaderamente del mundo es el poeta y el pensador contemplativo. Quizá sea una visión que tienda a la negación de lo utilitario como única “posibilidad de existencia” y podamos emprender un camino alternativo. Goethe decía: “el hombre se conoce a sí mismo sólo en tanto que conoce el mundo, conoce el mundo dentro de sí mismo y tiene conciencia de sí mismo dentro del mundo”. Te dejo algo mío:
,                     LEJOS ESTAMOS DEL TIEMPO
                      EN QUE LA HISTORIA SE DIRIGÍA HACIA ALGUNA PARTE,
                      LIBERADOS DE LAS CAUSAS Y EFECTOS,
                      LA INCERTIDUMBRE REINA,
                      Y COMO CIEGOS MARCHAMOS VACILANTES.

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