Por Telésforo
telesforoagarre@gmail.com
Los rituales
funerarios casi han desapareciendo en las grandes ciudades de Argentina. Los
familiares prefieren proceder directamente a la inhumación o, como ya sucede en
la mayoría de los casos, a la cremación.
Desde las casas
funerarias hacen diferentes intentos para retener la clientela. Argumentan
que es un momento propicio para reunir a familiares, amigos y encontrar el
apoyo necesario. Pero la respuesta suele ser contundente: disminuir gastos y
terminar con “EL ASUNTO”.
Cuando la funeraria
argumenta problemas legales que impiden un rápido entierro o incineración, los
familiares eligen dejar el cadáver “en depósito”. En tal caso, el lucro para la
funeraria es significativamente menor.
Los sectores medios
urbanos de la sociedad le han dado la espalda a los velatorios y prefieren no
hablar de la muerte si bien realizan, habitualmente, ingentes esfuerzos económicos, emocionales e intelectuales para evitar la
muerte del familiar enfermo.
La Asociación de
Empresas de Servicio Fúnebre de la provincia de Buenos y Aires y Capital (ASEF)
afirma que hoy en 8 de cada 10 casos se prescinde del velatorio, lo que
atribuye tanto a razones económicas como al cambio cultural en el ritual de
despedida.
La cremación, que
hace una década no superaba el 30% del total de fallecidos, alcanza hoy el 60%,
según la misma fuente.
En los sectores
menos pudientes económicamente (en la periferia de las grandes ciudades y en
los pueblos de provincia) los velatorios siguen vigentes y ya entrada la noche,
a discretos metros del ataúd, la concurrencia masculina narra cuentos picantes
y saborea copitas de bebida con alta graduación alcohólica, entre risas
contenidas.
“El que acepta la muerte vive más”, dicen
los psicólogos pero la expectativa de vida es mayor en el centro de las grandes
ciudades que en la periferia; en los sectores con mayores ingresos que entre
los pobres.
Asimismo,
considerar al “velatorio” como aceptación de la muerte o como única manera de
“hacer un duelo” es una simplificación sin fundamento en una experiencia
científica ni en un razonamiento sano y consistente.
Se puede “hacer un
duelo” dejando de fumar opio (cuando esto es un hábito) como el personaje de “La condición humana” de André Malraux.
Los psicólogos
hablan de “duelo”, “pérdida”, “tabú”, “dolor”, “placer” desde un lexicón
antiguo, no actualizado e ineficiente que no entiende al humano contemporáneo.
Mientras los psicólogos
se pierden (y pierden a su clientela) en la maraña de un discurso del siglo19 o
anterior, los empresarios de la muerte (las funerarias) crean nuevos servicios
que buscan amenizar. Así, ofrecen el “funeral planner” o el servicio de “catering” que recuerdan
al VELORIO DEL ANGELITO con su
derroche de alcohol, música, baile, taba y carrera con sortijas.
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