sábado, 4 de enero de 2014

¿VELATORIO?


Por Telésforo

telesforoagarre@gmail.com

Los rituales funerarios casi han desapareciendo en las grandes ciudades de Argentina. Los familiares prefieren proceder directamente a la inhumación o, como ya sucede en la mayoría de los casos, a la cremación.
Desde las casas funerarias hacen diferentes intentos para retener la clientela. Argumentan que es un momento propicio para reunir a familiares, amigos y encontrar el apoyo necesario. Pero la respuesta suele ser contundente: disminuir gastos y terminar con “EL ASUNTO”.
Cuando la funeraria argumenta problemas legales que impiden un rápido entierro o incineración, los familiares eligen dejar el cadáver “en depósito”. En tal caso, el lucro para la funeraria es significativamente menor.
Los sectores medios urbanos de la sociedad le han dado la espalda a los velatorios y prefieren no hablar de la muerte si bien realizan, habitualmente, ingentes esfuerzos económicos,  emocionales e intelectuales para evitar la muerte del familiar enfermo.
La Asociación de Empresas de Servicio Fúnebre de la provincia de Buenos y Aires y Capital (ASEF) afirma que hoy en 8 de cada 10 casos se prescinde del velatorio, lo que atribuye tanto a razones económicas como al cambio cultural en el ritual de despedida.
La cremación, que hace una década no superaba el 30% del total de fallecidos, alcanza hoy el 60%, según la misma fuente.
En los sectores menos pudientes económicamente (en la periferia de las grandes ciudades y en los pueblos de provincia) los velatorios siguen vigentes y ya entrada la noche, a discretos metros del ataúd, la concurrencia masculina narra cuentos picantes y saborea copitas de bebida con alta graduación alcohólica, entre risas contenidas.
El que acepta la muerte vive más”, dicen los psicólogos pero la expectativa de vida es mayor en el centro de las grandes ciudades que en la periferia; en los sectores con mayores ingresos que entre los pobres.
Asimismo, considerar al “velatorio” como aceptación de la muerte o como única manera de “hacer un duelo” es una simplificación sin fundamento en una experiencia científica ni en un razonamiento sano y consistente.
Se puede “hacer un duelo” dejando de fumar opio (cuando esto es un hábito) como el personaje de “La condición humana” de André Malraux.
Los psicólogos hablan de “duelo”, “pérdida”, “tabú”, “dolor”, “placer” desde un lexicón antiguo, no actualizado e ineficiente que no entiende al humano contemporáneo.
Mientras los psicólogos se pierden (y pierden a su clientela) en la maraña de un discurso del siglo19 o anterior, los empresarios de la muerte (las funerarias) crean nuevos servicios que buscan amenizar. Así, ofrecen el “funeral planner” o el servicio de “catering” que  recuerdan al VELORIO DEL ANGELITO con su derroche de alcohol, música, baile, taba y carrera con sortijas.

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