Por Monseñor
JORGE LOZANO
Nos hemos acostumbrado a usar mal el
lenguaje. A algunos sustantivos les ponemos adjetivos impropios, inadecuados y
mentirosos. Así, solemos hablar de amor pasajero o efímero, amigo traidor o
justicia corrupta. También, de “trabajo infantil”.
En realidad, detrás de esa expresión se
esconde la constatación de explotación y opresión (no trabajo) infantil. Esta
triste e injusta situación está más extendida de lo que pensamos. Hay niños
cartoneros, acróbatas de semáforos, repartidores de estampitas, vendedores de
flores; muchos de ellos regresan muy tarde a casa, duermen poco y mal, se
alimentan peor, y se van atrasando lapidariamente en la escuela.
Los vemos. ¿Los vemos de verdad?
Otros están más ocultos, son casi
invisibles. Están esclavizados en talleres clandestinos de ropa de marca, o
levantando cosechas a la par de adultos trasladados en camiones y durmiendo en
galpones, oprimidos a la par de los adultos.
No faltan los mercenarios inescrupulosos
que los usan como mulitas para trasladar drogas, o los encierran para
venderlos.
Otros llegan a experimentar el horror del
secuestro para su sometimiento a esclavitud sexual de depravados turistas
extranjeros o degenerados viciosos locales, para vergüenza de la condición
humana.
Hay lugares en los cuales son sometidos en
las minas y destinados a ser soldaditos y carne de cañón.
Según algunos estudios, hoy por hoy en el
mundo existen cerca de 400 millones de niños esclavos, algo así como 10 veces
la población de la Argentina.
Unicef estima que alrededor de 300.000
menores participan en conflictos armados. Viene a mi memoria la oración
desgarradora de uno de los Salmos de la Biblia: “¿Puede el Señor rechazar para siempre? ¿Ya no volverá a mostrarse
favorable? ¿Se habrá agotado para siempre su amor, y habrá caducado eternamente
su promesa? ¿Se habrá olvidado Dios de su clemencia o, en su enojo, habrá
contenido su compasión?” (Salmo 77, 8-10) ¿Se habrá escondido Dios? ¿Qué
futuro espera a quien pasa por estas experiencias a temprana edad? ¿Qué futuro
nos espera a nosotros como humanidad?
Volvamos a nuestra querida Patria. Hay
municipios en los cuales está prohibido andar en carros con tracción a sangre
(de caballo), pero no pasa nada si quien realiza el esfuerzo es un “cachorro”
de humano.
Cada cosa debe suceder a su tiempo y en su
lugar. La ocupación del niño no puede ser otra que la tarea escolar. La
infancia y adolescencia es el tiempo de la escuela, los juegos, la fantasía, la
familia, los amigos, los cumpleaños, la plaza, la calesita. Lo que no se logra
en la infancia no se recupera.
Hay retrasos afectivos y evolutivos de los
cuales no se regresa.
La injusticia es un grito silencioso de
dolor. Muchos tienen en sus bolsillos dinero sucio y manos manchadas de sangre,
sudor y lágrimas infantiles
Una cosa es colaborar en casa o con alguna
responsabilidad para estimular la cultura del trabajo, y otra es cumplir un
horario para la producción económica.
Debemos invocar también el arrepentimiento
por el silencio cómplice que se desentiende del drama de estos pequeños
vulnerados en sus derechos más elementales.
Cada atropello que se ejecuta equivale a
excrementarse sobre los libros sagrados de todas las religiones; es burla de
las Convenciones y Declaraciones mundiales y locales acerca de los derechos de
los niños.
Desde el 2002, la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) instituyó el 12 de junio de cada año para
generar conciencia en las sociedades y los gobiernos de las graves violaciones
a los derechos de los niños y adolescentes que son conculcados con su
explotación.
Cada acontecimiento deportivo global es
también ocasión de crecimiento de explotación infantil y adolescente e
incremento de la opresión y secuestro para la prostitución.
El mundial de fútbol (Brasil, 2014) no
estará exento de esta actividad criminal. Pensémoslo. Prohibido hacerse los
distraídos y mirar para el costado. Nuestros pequeños tienen grandes derechos.
[Material recuperado e intervenido
de “EL DÍA”, matutino de la ciudad de La Plata, Buenos Aires, Argentina,
12/06/2014]
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