sábado, 21 de junio de 2014

NI LA MÁS PUTA IDEA


Por Elétor
hectorco@infovia.com.ar
Es como si las musas me hubieran abandonado. No se me ocurría absolutamente nada sobre qué escribir.
Me dije a mí mismo ¡No se me ocurre ni la más puta idea! En otras circunstancias y estando en alguna conversación social, hubiera dicho, “ni la más remota idea” o bien diría “ni idea” dejando de lado la expresión “puta” por considerarla algo de mal gusto y, además, para no involucrar despectivamente  a esas damas que se dedican a comerciar con su cuerpo, rebajándolas en su condición de trabajadoras sociales. 
Entonces, desplace la mirada interior y la dirigí hacia esa expresión “ni la más puta idea”. ¿Cuándo pronunciamos tan solemne sentencia? En verdad, al principio quedé algo desconcertado porque es algo que jamás ponemos en cuestión. Hurgando un poco más en ese pensamiento tuve un atisbo de encontrar un hilo conductor para enfocar mi reflexión.
Lo primero que hallé es el reconocimiento de un estado de ignorancia.
Está  claro que ante una pregunta que alguien nos formula sobre un determinado tema, tenemos dos actitudes básicas. Primero, tratar de contestarla en forma afirmativa o negativa pero dejando establecido que sabemos sobre lo que decimos aunque a veces  tengamos que optar por una mentira o una respuesta con salida elegante.
La segunda posibilidad es la de responder con toda sinceridad que no tenemos “la más puta idea” sobre aquello que nos están preguntando o planteando como problema.
Además, y siguiendo con el hilo de la cuestión, el levantar el estandarte de la ignorancia sobre ciertas cuestiones es un interesante atajo para no desgastarse en discusiones frívolas, “no malgastar pólvora en chimangos”. 
Por eso estimo que, para resguardar una relación sana con uno mismo y con el prójimo, el reinado del  analfabetismo funcional es altamente positivo.
La manifestación de la ignorancia es el triunfo de la humildad sobre la soberbia. Destronamos esa fea tendencia a la “superioridad”.
Asimismo, para restablecer el equilibrio moral y librarte de sospechosas culpas es preferible refugiarse en la gran frase de Sócrates que dijo “Sólo sé  que no se nada”, haciéndose el memo en las cuestiones de la polis para que las arreglaran otros si podían,  porque él sabía de filosofía pero no de cómo hay que hacer para enderezar esos  manejos de políticos trasnochados.
Así como así, sin hacer daño a nadie, la antigua “puta” no me ha dado ideas pero me ha dado letra para escribir una nota de 413 palabras y 2500 caracteres (con espacio), alejado de moralinas no pertinentes.

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