Por Telésforo
Allan Abbot y Ron Hast eran 2 jóvenes americanos llenos de vida, de
sueños y deseos hacia los años 50 del siglo 20. Se compraron un carromato por
40 dólares para salir de campamento en divertidas noches de música, alcohol,
sexo y algo más.
Cuando los días de diversión se cerraron, transformaron el carromato en
un coche fúnebre. (De algo, había que vivir.)
Ese fue el primer coche fúnebre de lo que sería la importante funeraria
Abbot & Hast de Los Ángeles (California-USA).
Los años pasaron y, por estos días, Allan Abbot y Ron Hast cuentan en un
libro los funerales de Ernie Kovacs, Clark Gable y Natalie Wood, entre otros
grandes nombres de Hollywood.
“Pardon My Hearse” (literalmente:
Perdone a mi coche fúnebre) es el nombre del libro.
Del material volcado,
brilla por su originalidad el dedicado a Marilyn Monroe.
De los otros casos, ya había
publicaciones más o menos conocidas y confiables pero el caso de Marilyn había
sido guardado bajo siete llaves durante 53 años. La Administración americana
había considerado el caso como “sensible”.
En la madrugada del 5 de agosto de
1962 Allan Abbott debió ir a recoger el cuerpo de Marilyn
Monroe (Norma Jean Baker
Mortenson) a su casa de Brentwood para llevarla a la morgue y luego enterrarla.
El cuerpo ya estaba con el “rigor
mortis” de primer estadio (entre seis y ocho horas después de la muerte).
La encontró boca abajo en la cama (desnuda)
y con el cuello tan hinchado que parecían dos.
Abbott recuerda que tenía coágulos
de sangre morados en el rostro.
Empezaba a asomar su verdadero color de
pelo, el castaño, y no se había depilado las piernas en más de una
semana.
Debido a las tremendas implicaciones que
tenía la muerte de Marilyn, llevó mucho más tiempo practicar su autopsia. El
doctor Thomas Noguchi (temeroso) tardó tres veces más de lo
normal en su tarea.
El informe de Noguchi dice que murió “destrozada”
por una sobredosis de Nembutal (un somnífero).
Asimismo, la autopsia descubrió que Marilyn
usaba prótesis mamarias para acrecentar sus senos que, según el informe
forense, eran más bien discretos. También, una dentadura postiza porque no tenía
dientes.
Los funerarios que la amortajaron también
revelan que "estaba sin lavar y en un estado de dejadez extrema”.
Frenchie, el embalsamador, afirmó que no
parecía una mujer de 36 años sino una anciana sin cuidado alguno.
Los profesionales tuvieron que hacer una
reconstrucción del cadáver que le llevó varias horas para que se pareciese al
icono del cine que todo el mundo adoraba. Incluso, tuvieron que trabajar parte
de su cuello para que apareciera "normal" el día del funeral.
Hacia el final, se trabajó la imagen de la
actriz para que estuviera presentable, vistiéndola y maquillándola.
Los encargados de ese menester tuvieron
problemas en conseguir bragas (bombachas) en su armario puesto que no solía
llevar; asimismo, usaron una peluca rubia que armonizaba con la
imagen que el público tenía de ella.
La estrella de béisbol Joe DiMaggio (ex marido de la actriz) estuvo presente
durante la vigilia y permaneció junto al ataúd durante todo el cortejo fúnebre.
Marilyn Monroe yace en la actualidad en el
Westwood Cemetery, una de las tumbas más visitadas de Los Angeles.
[El maestro solía decirnos: “Todo conocimiento enriquece”. Daba unos
pasos, cabizbajo, acariciándose la barba y volviéndose hacia nosotros,
agregaba: “Todo conocimiento es un paso
hacia la clarividencia”. Para él, “clarividencia” era la comprensión y el
discernimiento de uno mismo y del universo.]
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