Por Telésforo (telesforoagarre@gmail.com)
El Gran Omi (o El Hombre Cebra)
fue un artista profesional del “friki” (del inglés ´freak´: anormal,
extravagante, raro; ´freak shows´).
Según su pasaporte, se llamaba Horace Ridler (1882-1969).
Nació en Inglaterra en una familia acomodada económica y socialmente.
En su juventud, se incorporó al ejército y participó en la Primera
Guerra Mundial (1914-1918) con “valentía sobresaliente”.
Viajó por varios países de Europa, África y Asia.
En 1920, comenzó a inquirir sobre los tatuajes y la modificación del
cuerpo humano.
Su objetivo era ganar dinero.
En 1930, George Burchett (un
artista tatuador) trabajó 150 horas en la piel de Horace Ridler, cuyo cuerpo quedó
completamente tatuado con rayas negras, muy semejante a una cebra.
El trabajo ascendió a la
suma de U$S 3.000,00.
Tiempo
después, Ridler realizó otras modificaciones corporales: le limaron la
dentadura, se agrandó los lóbulos de ambas orejas para poder introducir joyas y
otros objetos de gran tamaño y peso.
Con
los años, se hizo perforar el tabique nasal, donde introducía huesos y dientes
de animales.
Su
vestimenta también formaba parte del espectáculo: usaba trajes coloridos y
llamativos, grandes collares y se pintaba las uñas de diferentes colores.
Con altibajos, “El Gran Omi”
se mantuvo en la cima del espectáculo (en circos, ferias, exposiciones,
televisión, festivales y reuniones privadas) hasta comienzos de la década del
50 (siglo 20).
Viajó con éxito de público y
económico por EEUU, Francia, Nueva Zelanda, Canadá y por su propio país,
Inglaterra.
Las
imágenes con su rostro o su cuerpo ilustraban bolsos, maletines, suéteres,
cortinas y toallas de baño.
También,
se exhibían en revistas, museos y festivales de varios países.
La
televisión lo entrevistaba con frecuencia y se realizó una película sobre su
vida.
La
estrategia discursiva con que Horace Ridler cautivaba a “su” público en sus
presentaciones, consistía en contar minuciosamente sus transformaciones.
También, narraba historias donde se destacaban los secuestros, torturas y
prácticas sado-masoquistas. Era un excelente contador de cuentos.
Al
final de su carrera artística, cerca de 1952, (en Inglaterra), Ridler ofreció
sus espectáculos gratuitamente para “organizaciones sin fines de lucro” y donó
importantes sumas de dinero para los ex combatientes.
Falleció
en un pequeño pueblo de Sussex (Inglaterra), acompañado por su esposa Gladys
quien fue su presentadora durante toda su carrera. Gladys murió en 1973.