jueves, 21 de enero de 2010

El poder hormonal




La principal hormona vinculada al deseo sexual es la testosterona. A menudo, los problemas de disfunción eréctil, eyaculación precoz o de libido baja suelen estar mezclados. Al tener alguna dificultad física, el sujeto se inhibe, y esa actitud influye en una pérdida de deseo. Por el contrario, cuando las relaciones sexuales son buenas en una pareja, hay una mayor motivación a repetir esa experiencia, lo que añade ya un componente psicológico. Aunque las disfunciones tengan un origen orgánico, suele darse un factor psicológico asociado. Si el nivel de testosterona disminuye, repercute directamente en la libido. Esto se ha comprobado en personas con cáncer de próstata: al tratarlos, se les baja a propósito el nivel de testosterona y, como consecuencia, cae de inmediato también el deseo. Otra hormona que interviene en el deseo es la prolactina. Si aumenta, disminuye la erección y la libido.

La testosterona está también vinculada al deseo femenino, al igual que la DHEA y otras hormonas que fabrican las glándulas suprarrenales. Se ha comprobado que algunas personas con tumores de glándulas suprarrenales experimentan un incremento de la libido. Al igual que en las deportistas de elite a las que se les administra testosterona.

La edad desencadena una serie de problemas en el varón. Si mantiene la libido y los problemas son de erección, las pastillas conocidas como Viagra, Cialis o Levitra pueden ser una ayuda. Pero hay que tener presente que estas pastillas no incrementan el deseo: mejoran el rendimiento, y eso hace que afronten las relaciones de pareja mejor y, como consecuencia, puede reactivar el interés sexual y sus expectativas. Sus efectos son similares. La diferencia es que Viagra y Levitra deben tomarse de media hora a una hora antes de la relación, y su efecto suele durar unas seis horas. Cialis se puede tomar con la comida y con alcohol, y tiene una horquilla de tiempo más amplia. Con una pequeña dosis continuada, pacientes diabéticos pueden mantener una vida sexual normal. Además de tomarla bajo control médico, no se puede mezclar con nitroglicerina, empleada para tratar la angina de pecho.


Cuando el desodorante nos abandona


Nuestro cuerpo produce unas sustancias químicas llamadas feromonas que nos inclinan al bienestar y al encuentro con los demás. Mucho se ha especulado en las últimas décadas sobre su papel en el deseo sexual. Los investigadores en el estudio de las feromonas en insectos, aseguran que "existen evidencias claras de que hay hormonas que regulan ciertos comportamientos en humanos". Asimismo, consideran arriesgado "extrapolar a los humanos el papel que las feromonas de insectos juegan en el comportamiento y reproducción de los mismos". El humano sobre la base del instinto ha edificado densas capas como la cultura, la educación, la religión y otras.

En esa línea, se han comercializado perfumes con lo que llaman hormona masculina y hormona femenina. Estas hormonas se han obtenido de las axilas y son percibidas por un órgano olfativo denominado "órgano vomero nasal" (VNO). Estas hormonas actúan como un agente de atracción complementario a otros que también utilizan los animales en la naturaleza como la visión y el sonido. En ese sentido son un factor más en el proceso de atracción sexual y reproducción. No en vano, el amor es un fenómeno complejo en el que juegan muchos parámetros además de las propias feromonas.

También, se ha constatado que el bebé reconoce a la madre por el olor, a los pocos día de nacer y, viceversa, la madre puede discriminar el olor de su pequeño frente a otro de la misma edad a través de alguna prenda que haya vestido previamente.

Otro caso: se ha observado que niños y niñas entre tres y seis años consideran agradable el olor de las axilas femeninas, mientras que el de las axilas masculinas sólo agrada a los niños pero no a las niñas.



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