sábado, 5 de marzo de 2011

LA MÁQUINA DE MENSTRUAR




La “máquina de menstruar” es una obra de la artista japonesa Hiromi Ozaki (seudónimo: Sputniko). Se presentó en el Museo de Arte Contemporáneo de Tokio y próximamente será exhibida en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).

La obra de Hiromi Ozaki busca destacar la borrosa línea que separa a varones de mujeres y cómo la tecnología desdibuja los límites.

La “máquina de menstruar” simula el dolor y el sangrado promedio de cinco días de menstruación humana, unos 80 mililitros de sangre.

Hay que extraer sangre del brazo y llenar un tanque. Posteriormente, se conecta al varón experimentador con sofisticados cables y fina cañería al regulador de voltaje y a la mochila con sangre.

El objetivo: el varón debe experimentar el dolor que el ciclo menstrual suele producir en las mujeres.

En un trabajo anterior, la artista japonesa muestra un “pene cibernético”, que las mujeres pueden llevar dentro del pantalón y que se levanta cuando se incrementa el ritmo cardíaco de la portadora.

Lo hizo (declara) para ver qué siente una mujer al tener una miembro que reaccione a sus emociones.

En un delirio futurista, la Sputniko exhala: “Ir más allá de la dicotomía varón-mujer, intercambiar funciones corporales de los sexos, nos permite explorar en el tema del género de una manera más compleja: chicos que menstrúan, chicas con pene”.

“Me interesa (remarca) que podamos hacer una excursión por las sensaciones del otro; sería crear una nueva realidad.”.

En una conferencia dijo: “La menstruación podía haber sido eliminada en los 60 con la píldora anticonceptiva, tomándola continuamente. Pero por opresiones religiosas de la época, sus inventores diseñaron la píldora de modo que las mujeres tuvieran que “descansar” una semana, y sangraran. Así, todo parecería más natural y aceptable. Este trabajo, “la máquina de menstruar”, apunta a mostrar cómo la tecnología puede ser fácilmente influida por el contexto cultural y religioso. Explora, también, cómo el avance de la biotecnología puede volver las fronteras entre los géneros menos obvias y tal vez, más lúdicas”.

[¿Qué tomará esta chica?]

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