sábado, 2 de julio de 2011

¿Desaparecido o desertor?




Rompió el silencio el ex combatiente desaparecido

Un caso del que se hicieron eco la mayoría de los medios nacionales.

El ex combatiente de Malvinas desaparecido, Francisco Fherenbacher, contó su historia a las pocas horas de haberse conocido su particular situación, envuelta en el misterio y la incredulidad por quienes no creyeron su paso por las Islas del Archipiélago Sur.

El hombre fue encontrado de manera fortuita por los integrantes del Centro de Ex Combatientes de Concordia hace menos de un mes. Se ríe cuando le dicen que ha salido en los diarios y que lo mencionaron “por la radio”. También se alegra porque está muy cerca de empezar a ser beneficiario de la obra social que ya tienen otros veteranos de guerra. Sólo cambió su cara cuando se refiere al conflicto de 1982, “porque es algo que no quiero hablar mucho”, sobre todo cuando recuerda que “yo tenía que estar en el (Crucero) Belgrano y terminó yendo un compañero mío que murió”, dice con una mueca que tuerce su boca a un costado; ya sin reírse.

Para llegar al campo donde vive Francisco Fherenbacher debe ingresarse a la localidad de La Criolla y continuar por el camino principal del pueblo para atravesarlo -de este a oeste- hasta dejar atrás el cartel de “zona urbanizada” y seguir.

El guía es Guillermo Pérez, titular del Centro de Ex Combatientes de Malvinas de Concordia, quien advierte que primero habrá que ver en qué estado anímico se encuentra el hombre que “psicológicamente tiene problemas”, aunque admite que “después de las últimas visitas se fue aflojando, incluso estuvimos comiendo un asado, hace unos días, con compañeros de la promoción de él, que cumplieron servicio en la Armada, quienes vinieron de Buenos Aires”.

Una precaria tranquera es la entrada al predio donde los padres de Fherenbacher levantaron una sólida casa en el año 1946, pero en cuyas habitaciones sobra espacio y se evidencia la falta de muebles. Allí vive ahora con su hermano, que es el encargado de llevar el sustento diario; el hermano trabaja en un campo vecino.

El paisaje exterior se completa con unos árboles, un viejo galpón, un perro atado que no para de ladrar y algunas plantas que sobreviven agrestes.

Francisco Fherenbacher es un alemán grandote, que se para -y camina- inclinado hacia un costado con las manos tomadas en su espalda y con un rostro de gran bigote rubio bajo el cual se dibujan -sin escalas- sonrisas y gestos hoscos.

Sonríe cuando saluda con un abrazo a Guillermo Pérez. Sonríe aún más cuando escucha que en pocas horas -gracias a la trascendencia mediática- se avanzó de manera importante para obtener la obra social que por derecho le corresponde. Pérez le entrega una fotocopia de un certificado y Fherenbacher pregunta “¿Qué hago con esto, lo guardo?”, y ante la respuesta positiva lo dobla prolijamente y lo mete en un bolsillo.

Ahora está abrigado con un grueso sueter y viste unos zapatos lo suficientemente modernos y cómodos como para preferirlos a las alpargatas. “Ya te pusiste la ropa que te trajeron” le señala Pérez, a lo que con una sonrisa responde “Y…si”.

El ex combatiente desaparecido fue visitado hace pocos días por compañeros de su promoción de la Escuela de Suboficiales de Mecánica de la Armada (ESMA), la mayoría provenientes de Buenos Aires quienes le trajeron una importante cantidad de ropa y alimentos. Amén de un asado que se comieron en el lugar. “También, se llevaron un montón de naranjas”, aclara.

Fherenbacher cuenta que se alistó en la Armada Argentina “por mi tío que quería que entrara”, que él tenía 20 años entonces y que se enroló “porque si no iba me tocaba la colimba, así que directamente me fui a la Armada”.

Su historia como marinero pasó primero por la Corbeta Torpedera ARA Spora y luego se embarcó en el Destructor ARA Comodoro Py, “la nave custodia” del crucero General Belgrano, con la que estuvo navegando en el Atlántico Sur, durante “tres meses de cielo y agua”.

En este tramo de la charla ya no abundan las sonrisas, por el contrario. La curvatura de la boca se invierte cuando se acuerda que “por el radio nos enteramos del hundimiento del Belgrano y uno se puso muy mal ¿vio?”. Agregó que “muchos compañeros míos murieron ahí, porque la mayoría eran de mi promoción”. Aportando un dato que sorprendió al propio presidente del Centro de Ex Combatientes, ya que Fherenbacher tuerce nuevamente sus labios para recordar que “a mí me tocaba ir de base en el Belgrano y terminó yendo un compañero mío que murió”. El cronista debe haber puesto cara de algo, porque reforzó su narración subrayando que “murió el que fue en reemplazo mío, sino yo no estaría ahora acá”. Silencio.

Con la finalización del conflicto armado retornó y estuvo “un mes en puerto, pero enseguida nos embarcaron en el comandante Espora dos años más y después nos mandan al (Buque Desembarco de Tanques) San Antonio”.

Las sonrisas retornan cuando se le pregunta por el alejamiento de la fuerza. “Me hice desertor por una loca, por andar de novio”. Y todos reímos. “Después me retiré nomas. Y nunca estuve en contacto con nadie”.

El hombre de clara ascendencia alemana admite “que la guerra me afectó psicológicamente”. “Por ahí me da el viraje” dice dibujando un círculo con sus dedos al costado de su cabeza. “Estoy con remedios y más vale que no quiero pensar en eso, más vale”. Pero también admite que lo pone contento la situación de que se le reconozca como ex combatiente “porque voy a cobrar una platita también”. Ríe.


Un distingo inteligente y oportuno

La aparición de un ex combatiente de Malvinas hasta ahora desaparecido en la provincia de Entre Rios motivó sorpresa en el CECIM (Centro de Ex Combatientes de las Islas Malvinas) de La Plata. Desde ese nucleamiento, sin embargo, dejaron en claro que el caso responde a características muy particulares.

"En primer lugar, hay que dejar en claro que Francisco Fherembacher (tal el nombre del ex combatiente detectado en Entre Rios) es un ex militar, que tenía grado de cabo de la armada y por eso su caso no es comparable con el de los ex soldados que estamos nucleados en el CECIM”.

Fherembacher -que figura en los padrones de ex combatientes, pero no recibe beneficios- no participó en las acciones armadas desarrolladas en las islas. Formaba parte de la tripulación de un destructor, el ARA Comodoro Py, que cumplió tareas de apoyo y no entró en combate", indicó el CECIM La Plata.

Según destaca el mencionado Centro, todos los movimientos de personal adentro de un barco quedan registrados, de manera tal que la hipótesis que manejan en el CECIM La Plata es que Fherembacher habría terminado la guerra en el barco al cual estaba destinado y más tarde se habría alejado de la fuerza.

"Lo más probable es que este caso se encuadre dentro de los 8.000 tripulantes de barcos que actuaron como apoyo y que en 1994, a instancia de la Armada, fueron incorporados por el gobierno de Carlos Menem a la lista de ex combatientes. Es probable que para 1994, Fherembacher ya estuviera desvinculado de la fuerza, estuviera aislado y no se haya enterado", dice el CECIM de La Plata. Aseguran que "es importante destacar la diferencia de este caso con los de los soldados que participaron en Malvinas".

Cuando se confunde “un desertor” con “un desaparecido”, se pierde credibilidad.

Cuando se dice “hijos” a vulgares asesinos y ladrones, se pierde credibilidad.

Cuando se dice “hijos” a políticos corruptos (que estarían presos en Sierra Chica, si hubiera justicia), se pierde credibilidad.

Cuando “veo al malo tan cerca del bueno”, se pierde credibilidad.

Sin credibilidad, no hay especie humana.

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