Por Elétor
hectorco@infovia.com.ar
El término
“ascenso” indica un estado de subida, de alcanzar una meta más alta o elevada.
Es muy usado en el lenguaje cotidiano, pero también en otras disciplinas como
es la sociología que nos habla por ejemplo del “ascenso social”, en alusión a
ciertos sectores de la población que obtienen mayores beneficios.
Del mismo modo, es
utilizado por la ética cuando nos habla de alcanzar niveles superiores de modelos
que realcen al ser humano y lo dignifiquen.
También, es usado
en teología cuando se nos habla del “ascenso de Cristo” a los cielos.
De manera similar,
es usado en metafísica, principalmente en la actitud del pensador que debe
elevarse en el plano del conocimiento y lograr asir los paradigmas que en
la filosofía platónica se encuentran en la dimensión superior del “topos
uranos” y permiten acceder al pensador a la potestad de la verdad.
Pero lo importante
es encontrar en este vocablo la interpretación que está ligada con la
noción de “escalar”, “trepar” y también de “crecimiento” para alcanzar alturas
que sólo se disponen y se experimentan en los planos psicológicos
y/o anímicos.
Asimismo, y para
una mayor comprensión tendríamos que contraponerlo con su antagónico que es
“descender” y que implica pasar de un plano a otro inferior.
Tanto el “ascender”
como “descender” siempre implican un grado de conflicto; el cual está
ligado, inevitablemente, con el estado de ánimo y es enunciado en el decir simbólico
de la palabra originaria que guarda relación esencial con el modo de ser
existente, que somos nosotros mismos.
Un pensador como
Heidegger define esto como el “dasein” que se traduce al español como “Ser
ahí”. Ese Ser que tiene como condición la de “ser o estar en el mundo” y
que experimenta en su ser ese estado que lo dispone como pasajero efímero en
un tiempo que se le da y que se hace manifiesto como proyecto.
Así definido,
el ser humano es interpretado desde la ontología que sirve de base o fundamento
para ir constituyendo las distintas disciplinas que son las manifestaciones de
la cultura que compendian las expresiones religiosas, científicas , el
arte y la filosofía en general; haciéndose extensibles para interpretar
la cotidianidad con la consabida vulnerabilidad que sufrimos en cuanto
seres con proyectos, insertos en acontecimientos que se nos revelan en nuestro
ser como enigmas a desentrañar y que experimentamos como circunstancias
meramente personales, pero que son, en verdad, expresiones del ser
concebidas como eventos moldeados desde el ámbito de nuestra libertad.
Sobre estos
errantes caminos, los pensadores y poetas pretenden mantener vigente, a través
de la palabra, las más de las veces vagamente comprendida, ese último residuo
del misterio del ser; sostenidos desde lo oculto en una cultura aparentemente
desmitificadora como la que se nos revela en la actualidad.
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