domingo, 7 de diciembre de 2014

EL ASCENSO Y EL DESCENSO


Por Elétor
hectorco@infovia.com.ar
El término “ascenso” indica un estado de subida, de alcanzar una meta más alta o elevada. Es muy usado en el lenguaje cotidiano, pero también en otras disciplinas como es la sociología que nos habla por ejemplo del “ascenso social”, en alusión a ciertos sectores de la población que obtienen mayores beneficios.
Del mismo modo, es utilizado por la ética cuando nos habla de alcanzar niveles superiores de modelos que realcen al ser humano y lo dignifiquen.
También, es usado en teología cuando se nos habla del “ascenso de Cristo” a los cielos.
De manera similar, es usado en metafísica, principalmente en la actitud del pensador que debe elevarse en el plano del conocimiento y lograr  asir los paradigmas que en la filosofía platónica se encuentran en la dimensión  superior del “topos uranos” y permiten acceder al pensador a la potestad de la verdad.
Pero lo importante es encontrar en este vocablo la interpretación que  está ligada con la noción de “escalar”, “trepar” y también de “crecimiento” para alcanzar alturas que sólo se disponen y se experimentan  en los planos  psicológicos y/o anímicos.
Asimismo, y para una mayor comprensión tendríamos que contraponerlo con su antagónico que es “descender” y que implica pasar de un plano a otro inferior.
Tanto el “ascender” como “descender” siempre implican un grado  de conflicto; el cual está ligado, inevitablemente, con el estado de ánimo y es enunciado en el decir simbólico de la palabra originaria que guarda relación esencial con el modo de ser existente, que somos nosotros mismos.
Un pensador como Heidegger define esto como el “dasein” que se traduce al español como “Ser ahí”. Ese Ser que tiene como condición la de “ser o estar en el mundo”  y que experimenta en su ser ese estado que lo dispone como pasajero efímero en un  tiempo que se le da y que se hace manifiesto  como proyecto.
Así definido,  el ser humano es interpretado desde la ontología que sirve de base o fundamento para ir constituyendo las distintas disciplinas que son las manifestaciones de la cultura que compendian  las expresiones religiosas, científicas , el arte y la filosofía en general; haciéndose extensibles para  interpretar la cotidianidad con la consabida  vulnerabilidad que sufrimos en cuanto seres con proyectos, insertos en acontecimientos que se nos revelan en nuestro ser como enigmas a desentrañar y que experimentamos como circunstancias meramente personales, pero que son, en verdad, expresiones del ser concebidas  como eventos moldeados desde el ámbito de nuestra libertad.
Sobre estos errantes caminos, los pensadores y poetas pretenden mantener vigente, a través de la palabra, las más de las veces vagamente comprendida, ese último residuo del misterio del ser; sostenidos desde lo oculto en una cultura aparentemente desmitificadora como la que se nos revela en la actualidad.

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