Por Telésforo
La ciudad Oslo superó la
capacidad de procesar los residuos que producen su millón y medio de habitantes
y ahora importa desechos de otros países para alimentar las plantas que generan
calefacción y electricidad.
Ese es el resultado de un compromiso que
abarca a “todos” los noruegos.
[Oslo es la capital del reino de Noruega (“paso
del norte”). El reino cuenta con 5 millones de habitantes aproximadamente. Se
encuentra en el “nor-oeste” de Europa, en la península Escandinava.]
En Oslo, la basura domiciliaria se separa
en bolsas de diferentes colores según el material que contienen.
Los camiones recolectores dan a cada bolsa
un destino diferente, porque los lectores ópticos de las plantas procesadoras
están calibrados para diferenciar colores.
Entre otras aplicaciones, las escuelas de
Oslo reciben electricidad de estas plantas y casi la mitad de la capital
noruega cuenta con calefacción gracias al procesamiento de los residuos
domiciliarios.
DONDE OTROS VEN
"DESPERDICIOS", LOS NORUEGOS ENCUENTRAN UN POTENCIAL ENERGÉTICO.
Debido al uso que se hace de la basura,
Oslo se fue quedando sin basura para sus plantas y desde 2009 comenzó a
importarla de municipios de Inglaterra. El 12% de los residuos que se utiliza
para hacer funcionar la planta de Klemetsrud, en Oslo, es importado.
Los diferentes tipos de bolsas para
residuos son provistos por la municipalidad, en forma gratuita, a través de los
supermercados.
La importación de basura es negocio para la
agencia municipal de Oslo.
El tratamiento de los desechos es
considerado un "servicio" y por eso los noruegos cobran a los
ingleses entre 30 y 40 dólares por tonelada para recibir “su” basura hogareña
lista para incinerar (sin plásticos, metales ni vidrios). Así, los ingleses
pagan a Oslo para darle el "combustible" que hace funcionar las
plantas. De allí, los noruegos obtienen electricidad y calefacción que venden a
sus clientes. Un negocio más.
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