Por Elétor (hectorco@infovia.com.ar)
Enrique Santos Discépolo, un poeta de Buenos
Aires, compuso el tango “Yira”.
Aquí, se les dice “yiro” a las prostitutas
o putas, como mejor cuadre.
Así, es el mundo: “yira, yira”; es decir,
da vueltas y vueltas como las prostitutas callejeras. Ese es su destino.
Esto está ligado con la idea de tiempo que,
lamentablemente, nosotros los humanos contemporáneos le hemos sacado el sentido
circular y le hemos dado un sentido lineal: pasado, presente y futuro.
Así, concebimos nuestra existencia pensando
en el futuro y, con la mochila de los recuerdos al hombro, nos amasijamos en el
presente; dejamos de lado el pensar contemplativo y poético y nos sumergimos en
el pensamiento “calculante”.
Cuanto más tengo, más apuesto a la
alienación que me saca de mí ser y mi ser esencial se reduce a nada.
Los judíos establecieron el “sabat” como el
día de descanso, cuando se realizaban solamente las tareas relacionadas con el disfrute que proporcionaban las
cosas ya realizadas, incluyendo (entre ellas) el sexo.
Entonces, allí, todos eran iguales y no
solamente gozaban los que tenían dinero sino que estaba incluida “toda” la
comunidad.
Por eso comprendo a quienes intentan “bajarse
del mundo” como dice la Mafalda de Quino.
¿Pero, lamentablemente, podemos? Yo creo
que hay solamente una forma: patear algunas cosas que están demás y quedarnos
con lo elemental para vivir.
¿Se puede? Creo que sí.
Amigo lector, DEBES tomar nota de este
programa de vida, de estas palabras que orientarán tu existencia.
Yo, en algún momento, me cansé de tanta
obligación absurda para responder a conceptos de vida "planificada"
por otros y que nosotros asumimos sin cuestionamiento.
“¡Viva la libertad!”, dije. Elijamos ser
libres aunque más no sea refugiándonos en el pensar y esa otra facultad con que
nos dotó la naturaleza: la imaginación. ¡Escucha con atención a este orientador
de vidas!
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