Por Telésforo (telesforoagarre@gmail.com)
[El “exceso de poder” es anterior a la
aparición de la humanidad y otras criaturas en el planeta lo practican. Pero
sólo la humanidad puede calumniar. La calumnia es auténtica y exclusivamente
humana.]
La Historia
del Imperio Romano y sus emperadores está llena de intrigas, asesinatos y traiciones,
la mayoría de ellas protagonizadas por miembros de la misma familia que
ansiaban alcanzar el poder.
Entre las muchas personas que manejaban lo
enmarañados hilos del poder, se encontraba Julia Mesa, quien junto a su hermana
Julia Domna hicieron y deshicieron a su antojo y capricho, colocando como
emperadores a quienes ellas más les convenía y del mismo modo se libraban de
ellos cuando no les eran de utilidad.
Tras el asesinato en el año 217 d.C. del
emperador Caracalla por encargo de Macrino y el nombramiento de éste como emperador, tras haber
pagado convenientemente a un buen número de soldados y senadores romanos, se
abrió una lucha por parte de la dinastía Severa (a la que pertenecía Caracalla y
que había sido enviada al exilio por Macrino), para recuperar el control del
imperio y el cargo para la familia.
Julia Mesa organizó el complot para que un
año después su nieto Heliogábalo, de apenas 14 años de edad, liderase la lucha
y se alzase en el puesto de emperador.
Pero con el nombramiento de Heliogábalo
llegaron los desmanes, excesos y un descontrol total durante los cuatro años
que se mantuvo en el poder.
A pesar de que era su abuela quien decidía
la mayoría de asuntos de Estado, Heliogábalo se dejó llevar por su inexperiencia
y juventud y cayó en manos de todos aquellos placeres que su cargo de emperador
le ofrecía.
Entre sus muchas excentricidades estaba la
orden para que lo veneraran como si de una deidad se tratase, colocando su
retrato por encima de la escultura de la DIOSA VICTORIA,
algo que llegó a molestar profundamente a los miembros del senado.
También cabe destacar las orgías sexuales
que se hicieron comunes en la residencia del joven emperador, manteniendo
relaciones tanto con mujeres como con hombres.
Llegó a casarse en cuatro ocasiones (en un
periodo de cuatro años), pero con quien mantuvo la relación sentimental más
importante fue con Hierocles, un joven esclavo del que se enamoró perdidamente
y al que consideraba su ‘verdadera esposa’.
Según relata el historiador Dion Casio
Coceyano, en su obra ‘Historia de Roma’
(escrita durante 22 años en 80 volúmenes), el desmadre sexual de Heliogábalo
fue tal que llegó a prostituirse y ofrecer sus servicios en algunos burdeles e
incluso en su propio palacio, travistiéndose de mujer y asomándose para atraer
a los transeúntes con quienes practicaba sexo.
La situación llegó a convertirse en
insostenible y una gran parte del senado pedía la destitución del joven
emperador. Por entonces, Julia Mesa había conseguido ser nombrada ‘senadora’
(junto a Julia Soemia, madre de Heliogábalo) y había acaparando tanto poder en
la sombra que era conocida por ser la mujer más poderosa e influyente de todo
el Imperio Romano.
Pero según iba pasando el tiempo, el
emperador iba haciendo menos caso a las instrucciones de su abuela, y quería
ser él quien tuviese todo bajo control.
Esto motivó que, en el año 222 (cuatro
después de alcanzar el poder), Julia Mesa urdiese un nuevo plan con el que
reemplazar a Heliogábalo por su otro nieto Alejandro Severo, que contaba por
entonces con ¡13 años de edad!
Finalmente, fue la propia Guardia Pretoriana
quien dio un golpe palaciego y el 11 de marzo de 222 apresó y mató a Heliogábalo,
nombrando a Alejandro Severo emperador de los romanos.
Según algunos rigurosos historiadores de
nuestra época, los excesos sexuales atribuidos a Heliogábalo realmente no
tuvieron lugar y fueron una invención de
aquellos que quisieron acabar con su figura y desprestigiarlo, existiendo
más ficción que realidad en esas historias.
[Fuente de consulta: Yahoo – uchicago]
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