sábado, 3 de octubre de 2015

EL PODER DE LA CALUMNIA

Por Telésforo (telesforoagarre@gmail.com)

[El “exceso de poder” es anterior a la aparición de la humanidad y otras criaturas en el planeta lo practican. Pero sólo la humanidad puede calumniar. La calumnia es auténtica y exclusivamente humana.]
La Historia del Imperio Romano y sus emperadores está llena de intrigas, asesinatos y traiciones, la mayoría de ellas protagonizadas por miembros de la misma familia que ansiaban alcanzar el poder.
Entre las muchas personas que manejaban lo enmarañados hilos del poder, se encontraba Julia Mesa, quien junto a su hermana Julia Domna hicieron y deshicieron a su antojo y capricho, colocando como emperadores a quienes ellas más les convenía y del mismo modo se libraban de ellos cuando no les eran de utilidad.
Tras el asesinato en el año 217 d.C. del emperador Caracalla por encargo de Macrino y el nombramiento de éste como emperador, tras haber pagado convenientemente a un buen número de soldados y senadores romanos, se abrió una lucha por parte de la dinastía Severa (a la que pertenecía Caracalla y que había sido enviada al exilio por Macrino), para recuperar el control del imperio y el cargo para la familia.
Julia Mesa organizó el complot para que un año después su nieto Heliogábalo, de apenas 14 años de edad, liderase la lucha y se alzase en el puesto de emperador.
Pero con el nombramiento de Heliogábalo llegaron los desmanes, excesos y un descontrol total durante los cuatro años que se mantuvo en el poder.
A pesar de que era su abuela quien decidía la mayoría de asuntos de Estado, Heliogábalo se dejó llevar por su inexperiencia y juventud y cayó en manos de todos aquellos placeres que su cargo de emperador le ofrecía.
Entre sus muchas excentricidades estaba la orden para que lo veneraran como si de una deidad se tratase, colocando su retrato por encima de la escultura de la DIOSA VICTORIA, algo que llegó a molestar profundamente a los miembros del senado.
También cabe destacar las orgías sexuales que se hicieron comunes en la residencia del joven emperador, manteniendo relaciones tanto con mujeres como con hombres.
Llegó a casarse en cuatro ocasiones (en un periodo de cuatro años), pero con quien mantuvo la relación sentimental más importante fue con Hierocles, un joven esclavo del que se enamoró perdidamente y al que consideraba su ‘verdadera esposa’.
Según relata el historiador Dion Casio Coceyano, en su obra ‘Historia de Roma’ (escrita durante 22 años en 80 volúmenes), el desmadre sexual de Heliogábalo fue tal que llegó a prostituirse y ofrecer sus servicios en algunos burdeles e incluso en su propio palacio, travistiéndose de mujer y asomándose para atraer a los transeúntes con quienes practicaba sexo.
La situación llegó a convertirse en insostenible y una gran parte del senado pedía la destitución del joven emperador. Por entonces, Julia Mesa había conseguido ser nombrada ‘senadora’ (junto a Julia Soemia, madre de Heliogábalo) y había acaparando tanto poder en la sombra que era conocida por ser la mujer más poderosa e influyente de todo el Imperio Romano.
Pero según iba pasando el tiempo, el emperador iba haciendo menos caso a las instrucciones de su abuela, y quería ser él quien tuviese todo bajo control.
Esto motivó que, en el año 222 (cuatro después de alcanzar el poder), Julia Mesa urdiese un nuevo plan con el que reemplazar a Heliogábalo por su otro nieto Alejandro Severo, que contaba por entonces con ¡13 años de edad!
Finalmente, fue la propia Guardia Pretoriana quien dio un golpe palaciego y el 11 de marzo de 222 apresó y mató a Heliogábalo, nombrando a Alejandro Severo emperador de los romanos.
Según algunos rigurosos historiadores de nuestra época, los excesos sexuales atribuidos a Heliogábalo realmente no tuvieron lugar y  fueron una invención de aquellos que quisieron acabar con su figura y desprestigiarlo, existiendo más ficción que realidad en esas historias.
[Fuente de consulta: Yahoo – uchicago]

No hay comentarios:

Publicar un comentario