Temple Grandin es autista y
una reconocida autoridad mundial en bienestar animal.
A partir de su práctica y
sus investigaciones, produjo ideas revolucionarias en torno al manejo de los
rodeos bovinos (vacas).
Su sensibilidad le permitió
un gran conocimiento del comportamiento animal, el cual derivó en el diseño de
mangas e instalaciones para mataderos que reducen significativamente el
sufrimiento de la hacienda y que hoy se utilizan en la mitad de los establecimientos
americanos.
En entrevistas y conferencias señala que “uno de los errores más comunes que se cometen en el manejo de la
hacienda es gritar y utilizar palos para arriar a los animales”.
Insiste
en que “hay que empezar por esta premisa básica: no gritar,
no pegar. Después, hay muchas cosas que
se pueden aprender”.
Enseña
que “los animales siempre se mantienen a
una distancia segura de los hombres y tratan de tenerlos a la vista”.
Asimismo, indica que los grupos de bovinos tienden a moverse en sentido
contrario al del peón-arreador.
Por
esta razón, para mover a un grupo de animales en cierta dirección, el
peón-arreador debe caminar en la dirección contraria a la deseada por los
animales.
Estos
principios se cumplen en todas las especies que viven en manada, explica la
profesora Temple Grandin.
También, ha desarrollado el
concepto del PUNTO DE BALANCE, que se encuentra en la “cruz del animal”.
Todas las especies de ganado
se moverán hacia adelante si el peón-arreador está ubicado detrás del punto de balance,
y retrocederán si está ubicado adelante de dicho punto.
Una vez que están adentro de
“una manga”, los bovinos y los porcinos tenderán a avanzar sin necesidad de
aplicarles picanas eléctricas si el peón-arreador camina hacia atrás, en
dirección opuesta a los animales, pasando sucesivamente el “punto de balance”
de cada uno de ellos.
La
profesora Temple Grandin cuenta que en algunos establecimientos lecheros, los
administradores comprobaron que los cepos que sujetan a las vacas aumentan su
nivel de estrés, y que esto se debe a los métodos empleados la primera vez que
se usó el cepo.
“Siempre, hay que hacer que los animales
asocien el cepo con la comida. Si el cepo es asociado con inyecciones, es más
probable que la vaca le tenga miedo. Para evitarlo, la primera experiencia del
animal en el cepo debe ser alimentarse”, recomienda.
Indica
que ella se encarga de entrenar personas que se dan cuenta de que sin gritar o
golpear a los animales, todo es mucho más simple.
Sin
embargo, aclara, hay otra gente que necesita ser supervisada, y hay otra que
directamente no debería trabajar con hacienda porque es muy agresiva.
También,
dedica unas líneas para los empresarios ganaderos en relación a sus
observaciones: “Los beneficios son
económicos, porque un rodeo calmo tiene mejores ganancias de peso, mejores
tasas de preñez y menores golpes, que generan daños y pérdidas en la carne”.
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