Por Telésforo
(telesforoagarre@gmail.com)
El talentoso sanjuanino lo
expresó con meridiana claridad: “El
hombre es dueño de las palabras que calla y esclavo de las que pronuncia.”
El dilema es que la especie
humana necesita y construye en la COMUNICACIÓN.
Asimismo, el individuo no es
consciente de que DICE MÁS de lo que cree decir cuando “habla”.
Si la AFIP (ex DGI) buscara
la eficiencia, debería analizar más Facebook y menos las vetustas declaraciones
juradas.
Facebook me informa cuál es
el patrimonio de mi vecina Raquel que anda correteando por Europa y esquiando
en los Pirineos. (Gracias por las fotos).
No necesito leer su
declaración jurada. Las fotos y una pequeña calculadora me informan con
exactitud cuál es su nivel de ingresos.
También, las redes sociales
saben las inclinaciones sexuales de mi vecino Ramón del 4to. 2do.; lo que tal
vez ignoran sus familiares y hasta su confesor.
Existen modelos de
investigación social que permiten determinar, con un alto grado de exactitud,
cuál es el nivel de ingreso de Pedro (el del 5to. 3ro.), analizando sus
mensajes en Twitter.
La bronca y el miedo delatan
a un usuario de un importante nivel de ingresos.
Por el contrario, el
“opinionismo” y lo emocional muestran que Mecha (del 6to. 2do.) anda escasa de
recursos.
Los modelos de búsqueda
lexemática existen desde la década del 70 (siglo 20) pero en la actualidad,
cuando la base de dato se construye a partir de las redes sociales, su
eficiencia y precisión es milimétrica.
La informática hace que el
resultado de la aplicación de los modelos sea cuestión de minutos.
Millones y millones de
habitantes de país, cuentan a través de Twitter y Facebook (para mencionar los
espacios más populares) cuánto ganan, sus preferencias sexuales, sus sueños e
ilusiones, sus MIEDOS, los productos que consumen, su ocupación, su
perseverancia (o no), su estabilidad (o inestabilidad) emocional, su práctica
deportiva, sus simpatías y miles de “etiquetas” más.
Los consumidores de estos
estudios son los grandes medios de comunicación, en primer lugar. De cerca, los
siguen las grandes “marcas” que buscan ampliar y consolidar la clientela. En
tercer lugar, está la clase política que necesita saber qué piensa la
ciudadanía y qué quiere decir cuando dice lo que dice.
Hoy, cuando un “gurú” de las
comunicaciones le informa a un dirigente político que el Papa “en las
elecciones” no mueve el amperímetro, no habla desde su anti-papismo ni porque
leyó las borras del café.
Estudió una base de datos
que abarca (con proyecciones) la totalidad del universo electoral.
Usted, sí, usted es quien le
está brindando la información por acción u omisión.
(De cualquier manera, ¡no se
suicide!: la historia es impredecible.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario