Un peatón de 50 años falleció el lunes tras quedar gravemente herido luego de que una suicida se arrojara de un octavo piso y cayera encima de él, en Viladecans, suburbio de Barcelona (España), señaló un portavoz de la policía regional, los Mossos dEsquadra.
La víctima (Jesús Vázquez de oficio carpintero, natural de Valencia), que iba acompañado por un cliente (el licenciado Juan Soler, natural de Andorra) que resultó ileso, recibió el impacto de una mujer de 45 años que se había arrojado desde un octavo piso para quitarse la vida.
La suicida (Amalia López, madrileña) falleció en el acto mientras que el peatón resultó herido y fue atendido en el Hospital de Bellvitge donde murió pocos minutos después.
Dos reflexiones me acosan.
1) Si el que se mata por propia voluntad es una persona del género masculino (legalmente hablando), se debe decir, según la gramática de Cristina, “el suicido”. De tal suerte, “la suicida” si es nena, “el suicido” si es nene. ¡Esto es cultura, carajo!
2) La literatura ha realizado una extensa taxonomía de los tipos de muerte. Recuerdo con simpatía “la muerte de risa” de la que nos habló Quevedo con humor; ahora bien, no recuerdo que en la tipología de “las muertes” hayan instalado la “muerte por error” que sufrió el honesto Jesús Vázquez. Quizá, esto se deba a que “la muerte por error” conlleva una confusa problemática teológica. Efectivamente, ¿dónde mandamos a Jesús Vázquez, carpintero como José y natural de Valencia? ¿Al cielo?, ¿al infierno?, ¿al purgatorio? Para colmo de males, nos han sacado “el limbo” que nos hubiere servido de comodín.
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