sábado, 22 de marzo de 2014

LA INMORTALIDAD DE LORETTA PLEASANT

Por Telésforo

telesforoagarre@gmail.com

Conjeturo que a alguien puede interesarle esta desafiante muestra de la biología no perecedera y de la singular  historia que la gatilló: HeLa: las primeras células humanas inmortales
Las células HeLa pueden considerarse la primera línea de células humanas inmortales. Llevan más de 60 años sirviendo de fuente de investigación en el campo médico y siguen tan frescas como el primer día. 
Henrietta Lacks (mujer; bautizada como Loretta Pleasant) nació el 1 de agosto de 1920 en Roanoke, Virginia (USA). De raza negra, trabajó cultivando tabaco en los campos de Virginia del Sur.  Después, encontró un buen marido, David Lacks (con cierto grado de parentesco sanguíneo) y tuvo una numerosa familia: 5 hijos, el primero lo tuvo a los 15 años. Cuando había logrado alcanzar una situación estable y las cosas parecían marcharle bien, le comunicaron que tenía un cáncer de útero, cáncer cervical. El tumor era tan maligno que su progreso dejó atónitos a los médicos. Se intentaron todo tipo de terapias pero con 31 años de edad, Henrietta murió en el hospital Johns Hopkins (Baltimore, Maryland, USA) el 4 de octubre de 1951, debido a un síndrome urémico; también, había contraído neurosífilis y gonorrea aguda.
Esta historia, que podría ser la historia de miles y miles de mujeres, sufre un quiebre cuando el joven médico George Gey obtiene un cultivo de las células extraídas del tumor de Henrietta.
El material biológico perteneciente a Henrietta Lacks había sido enviado por los médicos que la trataban al laboratorio del doctor George Otto Gey.
Las observaciones de estas muestras celulares le llevan a una conclusión sorprendente: eran inmortales y así lo declara a los medios de comunicación en una conferencia de prensa.
Tengo en mis manos el cultivo continuo de un tejido tumoral humano, la primera línea celular inmortal de la historia.
Gey y Henrietta jamás se conocieron.
El doctor George Gey las bautizó como células HeLa, creyendo que provenían de una mujer llamada Helen Lane. 20 años más tarde supo que en realidad eran de una ciudadana negra pobre que había fallecido en 1950.
Gracias a las investigaciones de Gey, estas células se conocieron en todo el mundo. Su particular característica las hacía muy atractivas para la investigación médica. No se conocía ningún tipo de célula que pudiera sobrevivir fuera del soporte vital humano y que, además, se multiplicara indefinidamente.
Las células normales se dividen hasta el llamado “límite de Hayflick” que en las células humanas es de unas cincuenta veces, pero las células HeLa no cumplen con este parámetro. En cierto sentido, son inmortales. No envejecen. Mientras se les proporcione el entorno adecuado siguen creciendo y dividiéndose siempre que tengan nutrientes, oxígeno, espacio y algún medio para deshacerse de sus residuos.
De hecho, decenas de laboratorios hoy día siguen trabajando con esta línea de células que partieron del tumor original hace ya más de 60 años.
Las HeLa, además de poseer esta característica de multiplicarse eternamente, también presentan una resistencia inusual. Se dividen en 24 horas y doblan su número tan rápidamente que sorprenden. Son tan agresivas que pueden contaminar un cultivo cualquiera con una sola célula HeLa.
Hoy los investigadores sospechan que su crecimiento agresivo y su resistencia a la apoptosis (muerte celular) se deben principalmente a una combinación de papilomavirus 18 que produce una proteína que degrada p53 sin mutarla, y de alteraciones varias en los cromosomas 1, 3, 5 y 6. Pero nadie sabe aún exactamente por qué las HeLa poseen estas características de supervivientes natas, sin permiso de la naturaleza.
El trabajo de Gey revolucionó el mundo de la biomedicina. Equipos de todo el planeta desentrañan los procesos cancerosos y genéticos gracias a las células de Henrietta, y muchas de estas investigaciones se relacionan con importantes hallazgos. 
Jonas Salk y sus colaboradores lograron por primera vez hacer crecer el virus de la poliomielitis en las prolíficas HeLa, lo que permitió desarrollar un test de diagnóstico y la vacuna salvadora. Las HeLa han estado presentes en destructivos ensayos atómicos y en los primeros vuelos al espacio, comprobando su resistencia a la gravedad cero. Hoy día, no hay un banco de tejidos donde no se almacenen frascos congelados con la inscripción HeLa o un laboratorio de cultivos donde la herencia inmortal de Henrietta no ocupe algún frasco en el incubador. Quien no las emplea para estudiar el cáncer o la fisiología celular, las utiliza como línea de control por su facilidad de cultivo y su docilidad de manejo. Se calcula incluso, que la masa de células que existen en la actualidad podrían formar cientos de veces la masa del cuerpo de la propia mujer que las engendró.
Por supuesto, ventas billonarias de este “producto” que los laboratorios compran sin reparar en gastos.
La familia de Henrietta jamás obtuvo ningún beneficio económico de todo esto.
Estas células que Henrietta “donó” sin saberlo (su familia se enteró 24 años después) han contribuido a unos avances espectaculares en la medicina y la genética. Cientos de laboratorios de todo el mundo portan el estandarte genético de la que vivió y murió hace más de 60 años en una pequeña localidad llamada Lackstown, en Virginia. Allí se encuentra la tumba sin nombre, junto a la casa de su infancia, que entierra los restos de esta mujer excepcional, que la ciencia apenas recuerda y sin embargo, sus células siguen creciendo y multiplicándose en aras de mejorar la calidad de vida de gente anónima que jamás conocerá el nombre de su benefactora.
ALGO MÁS:
En el libro The Immortal Life of Henrietta Lacks de Rebecca Skloot, se explica que las células HeLa tienen una versión activa de la telomerasa durante la división celular, que previene el acortamiento gradual de los telomeros, implicados en el envejecimiento y eventual muerte de la células. De este modo, las células HeLa eluden el límite de Hayflick, que es el número limitado de divisiones celulares que la mayoría de las células normales pueden llevar a cabo antes de morir en el cultivo celular.
OTRA SINGULARIDAD:
Las células HeLa poseen una carga cromosómica normal de 82 cromosomas, pero con cuatro copias del cromosoma 12 y tres copias de los cromosomas 6, 8 y 17.

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