Por Telésforo
telesforoagarre@gmail.com
Conjeturo que a alguien puede
interesarle esta desafiante muestra de la biología
no perecedera y de la singular historia que la gatilló: HeLa: las primeras células humanas inmortales
Las células HeLa pueden considerarse
la primera línea de células humanas
inmortales. Llevan más de 60 años sirviendo de fuente de
investigación en el campo médico y siguen tan frescas como el primer día.
Henrietta Lacks (mujer;
bautizada como Loretta Pleasant) nació el 1 de agosto de 1920 en Roanoke,
Virginia (USA). De raza negra, trabajó cultivando tabaco en los campos de
Virginia del Sur. Después, encontró un
buen marido, David Lacks (con cierto grado de parentesco sanguíneo) y tuvo una
numerosa familia: 5 hijos, el primero lo tuvo a los 15 años. Cuando había
logrado alcanzar una situación estable y las cosas parecían marcharle bien, le
comunicaron que tenía un cáncer de útero, cáncer cervical. El tumor era tan
maligno que su progreso dejó atónitos a los médicos. Se intentaron todo tipo de
terapias pero con 31 años de edad, Henrietta murió en el hospital Johns Hopkins
(Baltimore, Maryland, USA) el 4 de octubre de 1951, debido a un síndrome
urémico; también, había contraído neurosífilis y gonorrea aguda.
Esta historia, que podría ser la
historia de miles y miles de mujeres, sufre un quiebre cuando el joven médico George Gey obtiene un cultivo de las
células extraídas del tumor de Henrietta.
El material biológico perteneciente
a Henrietta Lacks había sido enviado por los médicos que la trataban al
laboratorio del doctor George Otto Gey.
Las observaciones de estas muestras
celulares le llevan a una conclusión sorprendente: eran inmortales y
así lo declara a los medios de comunicación en una conferencia de prensa.
“Tengo
en mis manos el cultivo continuo de un tejido tumoral humano, la primera línea
celular inmortal de la historia.”
Gey y Henrietta jamás se conocieron.
El doctor George Gey las bautizó
como células HeLa,
creyendo que provenían de una mujer llamada Helen Lane. 20 años más tarde supo
que en realidad eran de una ciudadana negra pobre que había fallecido en 1950.
Gracias a las investigaciones de
Gey, estas células se conocieron en todo el mundo. Su particular característica
las hacía muy atractivas para la investigación médica. No se conocía ningún
tipo de célula que pudiera sobrevivir fuera del soporte vital humano y que,
además, se multiplicara indefinidamente.
Las células normales se
dividen hasta el llamado “límite de
Hayflick” que en las células humanas es de unas cincuenta veces,
pero las células HeLa no cumplen con
este parámetro. En cierto sentido, son inmortales. No envejecen. Mientras se les
proporcione el entorno adecuado siguen creciendo y dividiéndose siempre que
tengan nutrientes, oxígeno, espacio y algún medio para deshacerse de sus
residuos.
De hecho, decenas de laboratorios
hoy día siguen trabajando con esta línea de células que partieron del tumor
original hace ya más de 60 años.
Las HeLa, además de poseer esta
característica de multiplicarse eternamente, también presentan una resistencia inusual. Se
dividen en 24 horas y doblan su número tan rápidamente que sorprenden. Son tan
agresivas que pueden contaminar un cultivo cualquiera con una sola célula HeLa.
Hoy los investigadores sospechan que
su crecimiento agresivo y su resistencia a la apoptosis (muerte celular) se
deben principalmente a una combinación de papilomavirus 18 que produce una proteína que
degrada p53 sin mutarla, y de alteraciones varias en los cromosomas 1, 3, 5 y
6. Pero nadie sabe aún exactamente por qué las HeLa poseen estas
características de supervivientes natas, sin permiso de la naturaleza.
El trabajo de Gey revolucionó el mundo de la biomedicina. Equipos de todo el planeta desentrañan los procesos
cancerosos y genéticos gracias a las células de Henrietta, y muchas de estas
investigaciones se relacionan con importantes hallazgos.
Jonas Salk y sus
colaboradores lograron por primera vez hacer crecer el virus de la
poliomielitis en las prolíficas HeLa, lo que permitió desarrollar un test de
diagnóstico y la vacuna salvadora. Las HeLa han estado presentes en
destructivos ensayos atómicos y
en los primeros vuelos al espacio,
comprobando su resistencia a la gravedad cero. Hoy día, no hay un banco de
tejidos donde no se almacenen frascos congelados con la inscripción HeLa
o un laboratorio de cultivos donde la herencia inmortal de Henrietta no ocupe
algún frasco en el incubador. Quien no las emplea para estudiar el cáncer o la
fisiología celular, las utiliza como línea de control por su facilidad de
cultivo y su docilidad de manejo. Se calcula incluso, que la masa de células
que existen en la actualidad podrían formar cientos de
veces la masa del cuerpo de la propia mujer que las engendró.
Por supuesto,
ventas billonarias de este “producto”
que los laboratorios compran sin reparar en gastos.
La familia de
Henrietta jamás obtuvo ningún beneficio económico de todo esto.
Estas células que
Henrietta “donó” sin saberlo (su familia se enteró 24 años después) han
contribuido a unos avances espectaculares en la medicina y la genética. Cientos
de laboratorios de todo el mundo portan el estandarte genético de la que vivió
y murió hace más de 60 años en una pequeña localidad llamada Lackstown, en
Virginia. Allí se encuentra la tumba
sin nombre, junto a la casa de su infancia, que entierra los
restos de esta mujer excepcional, que la ciencia apenas recuerda y sin
embargo, sus células siguen creciendo y multiplicándose en aras de mejorar la
calidad de vida de gente anónima que jamás conocerá el nombre de su benefactora.
ALGO
MÁS:
En el libro The Immortal Life of Henrietta Lacks
de Rebecca
Skloot, se explica que las células HeLa tienen una versión activa de
la telomerasa durante la división
celular, que previene el acortamiento gradual de los telomeros, implicados en el envejecimiento y eventual muerte de la células. De este modo,
las células HeLa eluden el límite
de Hayflick, que es el número limitado de divisiones celulares que
la mayoría de las células normales pueden llevar a cabo antes de morir en el
cultivo celular.
OTRA SINGULARIDAD:
Las células HeLa poseen una carga
cromosómica normal de 82 cromosomas, pero con cuatro copias del cromosoma 12 y
tres copias de los cromosomas 6, 8 y 17.
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