Por Telésforo
telesforoagarre@gmail.com
“La
liberación femenina no sólo se logra con ´los autos convertibles’ (tal cual lo
afirmó un empresario americano) sino también y principalmente ¡CON EDUCACIÓN!”,
afirmaba el recordado educador argentino, doctor Manuel Eduardo Bitalone.
Más de 40 años después de la
afirmación del doctor Bitalone, el
informe global de Unesco 2014 dice que las mujeres con primaria completa ganan
el 50% de lo que ganan los varones.
Las que finalizaron la secundaria,
gana el 66 % y las mujeres universitarias el 80% de los ingresos de los
varones.
La maldita escuela y los vituperados
docentes reducen las desigualdades de género. Esa es la conclusión del último
informe global de UNESCO: cuanto más
alto es el nivel educativo, menor es la brecha salarial entre varones y
mujeres.
El informe de la UNESCO (“Enseñanza
y aprendizaje: lograr la calidad para todos”) dice: “La educación es crucial para que las mujeres puedan tener trabajos
decentes y sean capaces de tomar decisiones sobre el uso de los recursos y, por
tanto, adquieran mayor control de sus
propias vidas.”
En los años de 1970, el doctor
Bitalone (a quien alguien llamara
´prócer de la educación´) señalaba en el curso de ingreso de la carrera de
Fonoaudiología del Instituto Superior: “La
Argentina alcanzó en esta década la paridad
de género en la educación primaria (la mitad de los alumnos son varones
y la mitad mujeres). En los próximos años, en la educación media las mujeres
serán mayoría”. Hoy, 2014, las mujeres representan
el 58,2% de los egresados de las escuelas secundarias.
“En
la primera mitad del siglo 21(continuaba el doctor Bitalone), las mujeres serán mayoría entre los
egresados universitarios.”
Exactamente: el 61,2% de los egresados universitarios, en la Argentina 2014, son
mujeres.
Las afirmaciones de Bitalone no eran
fruto del azar o de la intuición; se apoyaban en serios estudios estadísticos y
análisis prospectivos.
Enseñaba que los egresados
universitarios son efecto y causa (simultáneamente) de la relación de géneros
en la sociedad, en un ping pong de tiros y rebotes de un partido que se juega
en un espejo multifacético.
Asimismo, fijaba 3 etapas del
“reinado” de la mujer en la universidad.
En la primera etapa, las
mujeres tendrían supremacía en las carreras relacionadas con la EDUCACIÓN.
(Etapa que “ya” se ha cumplido en la Argentina, 2014).
En la segunda etapa, la
mujer debe lograr la mayoría de los egresados en las ciencias sociales y
biológicas (derecho, comunicación, humanísticas y otras, entre las sociales);
(medicina, odontología, fonoaudiología, ciencias de la salud y otras, entre las
biológicas). En esta etapa se encuentra HOY (2014) la Argentina. Si bien
la mujer no ostenta la mayoría en este segmento, está en franco crecimiento.
En la tercera y última
etapa, el objetivo de la mujer es conquistar la supremacía en las ciencias
duras: ingeniería, física, química, astronomía, entre otras.
Conquistada esta tercera etapa, la
mujer estará preparada para igualar al varón económica y socialmente.
Hasta aquí, lo dicho por el insigne
maestro.
Pero si observamos el estado actual
de la educación secundaria y de la Universidad Argentina,
vemos que la mujer argentina no se está preparando para un abordaje exitoso de
la tercera etapa por cuanto, de acuerdo a las pruebas PISA, en la Argentina, la
brecha, entre la mujer y el varón en el dominio de la MATEMÁTICA, es inmensa a
favor del varón.
Así de simple: el dominio
de la matemática explica la supremacía del varón. Todo lo demás es real pero secundario
u ornamental.
A manera de conclusión, una
sugerencia al UNIVERSO FEMINISTA. En lugar de ensuciar con pintura las paredes
de la Catedral y escribir consignas hostiles, si quieren ser EFICIENTES en la
lucha por la igualdad de géneros (lucha digna y edificante), ¡estudien matemática!
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