Por Telésforo
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Bautista Gago, un niño
de 2 años, fue con su familia a visitar a su madrina en una estancia de las
sierras de Tandil.
El sábado 8 de marzo a
las 21 horas, mientras jugaba con sus hermanos y otros niños, se extravió en la
agreste vegetación de altos pastizales de la zona.
Cuando la familia se dio
cuenta de la desaparición de Bautista, comenzó la búsqueda y la desesperación
fue creciendo con el paso de los minutos y las horas.
Ya en plena noche, a la
familia se le sumaron vecinos y alguien convocó a las fuerzas de seguridad. De
tal suerte, la Patrulla
Rural inició la búsqueda del niño y a ésta se le unieron
efectivos de distritos vecinos, los bomberos de Tandil, un equipo del Grupo
Halcón y un helicóptero de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Las horas pasaban, el
niño no aparecía y la angustia y la desesperanza oprimía a familiares y
vecinos.
El capitán Néstor Paez y
su perro “León” (oficial de la policía bonaerense) recibieron la orden de
sumarse al operativo. Partieron desde las afueras de la ciudad de La Plata.
Cuando llegaron a las
sierras tandilenses, la búsqueda del pequeño niño llevaba más de 10 horas y el
pesimismo campeaba entre los rescatadores.
León (entrenado para
detectar personas vivas por el olor de su transpiración) captó las emanaciones
de la piel del niño de 2 años y avanzó hacia donde se encontraba Bautista. Su
adiestrador, el capitán Néstor Paez, lo seguía a cierta distancia cautamente.
León, de pronto, empezó
a mover la cola desesperadamente; lanza enérgicos ladridos y llama a su
adiestrador, Néstor Paez.
Bautista, el niño
extraviado, estaba allí, entre los altos pastizales, durmiendo, picado por los
mosquitos e hipotérmico. Los ladridos de León lo despiertan, se pone de pie con
dificultad, busca abrazarse a León y le dice: “¡Pipi!”.
Tenía su torso cubierto
con pasto que lo ayudaron a soportar las bajas temperaturas de las sierras
tandilenses durante esas 15 horas.
Después, el helicóptero
y la internación de Bautista en el Hospital de Niños Blanco Villegas.
Los familiares y vecinos lloraban, ahora, de alegría.
Los familiares y vecinos lloraban, ahora, de alegría.
Paez y León volvieron a la
zona “Este” de La Plata.
León a su cucha de la Sección Perros (a
metros de la cancha de Gimnasia) y Paez un poco más allá, hacia el río, a su
casa en el "Barrio del Hipódromo". El capitán Néstor Paez
no viaja en helicóptero a su lugar de trabajo. Tampoco gana 80.000 pesos por
mes. Su mujer no usa carteras Louis Vuitton (auténticas).
Sí; hay policías corruptos.
Sí; hay policías corruptos.
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