sábado, 29 de marzo de 2014

GUERRA DE EGOS

Por Elétor
hectorco@infovia.com.ar
Nunca he recibido con tanto regocijo la propuesta que me han enviado con respecto a dónde colgar mi  EGO. Veo que está con todas las luces prendidas y que no respeta eso de que hay que ahorrar energía porque está faltando y la gente pudiente no puede proceder a encender todos los chirimbolos eléctricos con que funciona su hogar.
Pero la propuesta me sobrepasó porque mi EGO había crecido tanto en tan pocos días que parecía un implante alienígena  y me resultaba incómodo y no sabía dónde colocarlo. Así que intenté ponerlo en el living, para  que pudieran verlo todos aquellos que llegaran a mi casa. Pero era imposible encontrar un hueco en la pared para que cupiera o cupiese (¡Observe el término que empleo! verbo irregular perfectamente conjugado y no cómo escribiría un iletrado "cabiera") por lo grande que se había vuelto. Así que encontré una precaria solución al tema, envolviendo las partes sobrantes y las hice salir por una ventana lateral y la ubiqué haciéndola pender (observe este término) en la puerta de entrada. De esta manera, cada uno que llame o intente entrar en mi casa, va a tener que correr mi EGO y una voz “en off” le dirá ¿qué cuernos (por no decir carajo) querés pesado de…….? (el espacio en blanco es para completarlo según el gusto lingüístico del consumidor de turno).
En fin como verá, el EGO se infla pero resulta que a veces resulta un incordio porque no sabemos muy bien qué hacer con él y, en alguna ocasión, encontramos un buey corneta que lo confunde con un globo y te lo pincha (con perdón de la palabra)  y efectivamente no te queda otro remedio que metértelo donde vos sabes, como bien dice usted.
En fin, esto fue sólo una somera descripción de lo que a diario observo en otros que dan lástima,  porque en la lucha por el reconocimiento  en esta sociedad que habla todo el día de igualdad, no se dan cuenta que habría que colocar un cartel similar al que colgaron los cerdos que se apoderaron de la granja en la novela de Orwell luego de la revolución: "TODOS LOS ANIMALES SON IGUALES PERO HAY ALGUNOS ANIMALES QUE SON MÁS IGUALES QUE OTROS".
Así, se estableció bien la diferencia de los iguales y que se dejen de importunarnos  los ideólogos  que predican la igualdad de la boca para afuera. Es muy difícil derrocar de un plumazo a ese EGO que siempre acompaña nuestros pensamientos y actos y que por más que queramos ocultarlo siempre saca la cabeza y no deja de gritar con todas sus fuerzas ¡¡¡aquí estoy!!!

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