sábado, 6 de septiembre de 2014

LÍNEAS SINUOSAS


Por Elétor
hectorco@infovia.com.ar
Tenía necesariamente que viajar. No me quedaba otra alternativa. Buenos Aires era el destino. Esa entrevista podría ser la señal que tal vez, posibilitaría la apertura a nuevos sucesos que dieran otro ignorado sentido a mi vida, que últimamente, se me aparecía como monótona y aburrida.
El micro comenzó su marcha nocturna. Las luces se fueron haciendo menos claras e imposibilitaban que se pudiera leer por las consabidas molestias para la vista. Así que debía postergar la lectura de las “Memorias de Adriano” de  Marguerite Yourcenar.  Pero antes que la oscuridad me invadiera alcancé a percibir unas palabras que se grabaron en mi mente “no perder nunca de vista el diagrama de una vida humana que no se compone, por más que se diga, de una horizontal y dos verticales sino, más bien, de tres líneas sinuosas, perdidas hacia el infinito, constantemente próximas y divergentes: lo que el hombre ha creído ser…y lo que realmente fue”.
Recosté mi cabeza sobre la almohada del asiento y un torbellino de imágenes se agolparon en mi mente. Algunas de ellas partían acompañadas con un sabor amargo de una aguda angustia que se religaban con los recuerdos de un pasado que aparecía como una vaga letanía.
Evocaba situaciones dolorosas que torcieron mi destino y produjeron un bache entre lo que creía ser en esos momentos  y los condicionamientos que se interpusieron para que dejara ese ser fantaseado y omnipotente.
Un ser que me había fabricado y que la cruenta realidad se empeñaba en contrariar, enviándome al desierto de una nada existencial.
Pero los recuerdos no terminaron allí. Otra imagen me vino de improviso a mi alocada mente: evoqué las aprobaciones sorprendentes de pensamientos que había utilizado en esas circunstancias; la transformación de una visión despiadada de la realidad en una nueva posibilidad con renovados proyectos de vida; lanzarme a la aventura de reconquistar lo que he querido ser, aunque con otras opciones que no se encontraban en el presunto proyecto originario.
Como dijo alguien, lo real y lo posible se engarzan en la imaginación, y agregó: rompen con la categoría de causalidad que su fatalismo anula la libertad en las supuestas causas y efectos de un determinismo que sofoca la total imposibilidad de renacer.
Con esas imágenes, permanecí pensando en lo que realmente fui y en lo que realmente soy en estos momentos y enlacé con la metáfora de las líneas sinuosas “que se pierden en el infinito”. ¡Una nueva apertura que de modo permanente nos ofrece el ser!
Respiré hondo, cierta tranquilidad me invadió y el viaje se hizo más placentero y la expectativa de la entrevista abrió el cauce para una nueva posibilidad.

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