Por Elétor
hectorco@infovia.com.ar
Antiguo reloj de arena, que reposas sobre
el desusado piano. Llegaste a mi vida de
manera inesperada, fruto de una herencia que un extravagante allegado deseó
dejarme como recuerdo de su arcana locura: el de haber querido aprisionar el
tiempo en las estructuras rígidas del ovalado vidrio y de articularlo en los
innúmeros granos de arena.
“Por el ápice abierto de cono inverso”
“Deja caer la minuciosa arena”
Dice el poema de Borges, que se
“Desprende y llena”
“El cóncavo cristal de su universo”
Confinan
al tiempo a un lento y suave
movimiento por la diminuta ranura, tal como lo concibió el docto clásico, siempre a la misma velocidad y
dándole los atributos de universal y absoluto. Por un eterno y fluyente presente, el pasado y
el futuro se configuran como idénticos,
sin más existencia que el recuerdo.
“El presente
está solo “
“La memoria erige el tiempo”
Sin memoria, el tiempo es abolido, quedando
abstractamente contraídos en los puros instantes fragmentados, en las mil millonésimas de segundo que
sólo los registran las memorias
electrónicas de perfectísimos relojes
atómicos. La brevedad reina y, como cruel
consecuencia, la historia como
proyecto sufre el extravío. Medimos, calculamos lo infinitamente pequeño
y en nuestra miopía no somos capaces de
observar que
“Entre el alba y la noche hay un abismo”
“De agonías, de luces y de cuidados.”
Conocer, pensar, poetizar ¿meros discursos
de palabras vacías, sin otro fin que revelar el profundo misterio que nos
envuelve en ese constante fluir del ser?
“Está bien que se mida con la dura”
“Sombra que una columna en el estío”
“Arroja o con el agua de aquel río”
“En que Heráclito vio nuestra locura.”
¿Qué es el tiempo se preguntó San Agustín?
“Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo
pregunta no lo sé” ¡Desmedido enigma
sometido al pensar poético e infranqueable para el conocimiento! Solo
podemos señalar con nuestra ignorancia, lo breve de los estados y la falta de
aliento despojado del inaprensible paso que culmina en lo efímero de todo
acontecer.
“¿Qué trama es esta?”
“Del será, del es y del fue?”
” ¿Qué río es este?”
“Que arrastra mitologías y espadas”?
“Es inútil que duerma”.
“Corre en
el sueño, en el desierto, en un sótano”
Pero hay también necesidad humana de
otorgar al tiempo un sentido absoluto, despojado de todo
acaecer y de toda palabra, sumergiéndose en un profundo silencio místico, donde
el contemplar resiste la mirada del
“tétrico instrumento que acompaña”
“en la diestra del dios de la guadaña”
Pero el tiempo sigue su voraz camino,
ningún ente puede aferrarse al tiempo y el tiempo no se aferra a ningún
ente. El humano, envuelto en su ropaje,
pregunta y el reloj de arena solo puede decirle en el lento caer de sus
partículas que
“Todo lo arrastra y pierde este
incansable”
“hilo sutil de arena numerosa”.
“No he de salvarme yo, fortuita cosa”
De tiempo, que es materia deleznable”
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