Por Telésforo
En la ciudad portuaria de Sasebo (Japón), hay
un parque temático, Huis Ten Bosch. Dentro de ese parque funciona el Hotel Henn-na
(“Hotel Extravagante”).
Es un hotel atendido enteramente por
robots, sin un solo empleado humano. El hotel tiene 72 habitaciones.
En la recepción, los clientes son recibidos
por un dinosaurio mecánico, una mujer androide y un robot recepcionista. Hablan
varios idiomas.
El propio visitante debe registrarse a
través de un panel táctil antes de que un brazo robótico se encargue del
equipaje.
Simultáneamente, el visitante es “registrado”
por un sistema de reconocimiento facial, antes de acceder a la habitación, a
donde es conducido por dos conserjes robot.
Un brazo robótico opera dentro de un cuarto
con paneles de vidrio en el rincón del vestíbulo. Levanta una de las cajas
metálicas de un armario en la pared y la pasa por un orificio, donde el cliente
puede colocar pertenencias a modo de caja fuerte.
En el hotel, no hay tarjetas; el cliente es
reconocido por su rostro y otras huellas.
El precio de la noche es de 72 dólares por
persona. El precio promedio en hoteles de similares características en Japón es
de 200 dólares USA.
Es un esfuerzo serio en la utilización de la
tecnología para mejorar la eficiencia y abaratar costos.
Asimismo, el Hotel Henn-na es una
escaramuza más en la larga guerra chino – japonesa.
Desnuda la estrategia del pequeño país asiático
frente a China: desarrollar la tecnología robótica en la que es líder mundial.
Los ejércitos están alineados uno frente al
otro. China con millones y millones de hombres y mujeres trabajando casi en
esclavitud. Japón, con millones de robots que trabajan las 24 horas del día,
todos los días del año.
El Tío Sam (con galera, alto, agilidad
felina y bíceps de atleta) juega al basquetbol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario