sábado, 29 de agosto de 2015

LAS MUJERES Y LAS ESTANCIAS

Por Telésforo

País contradictorio (lleno de vida), la Argentina. Por un lado, es incapaz de consolidar un sistema electoral transparente y tiene algún mandatario (mentiroso) de “dudoso” título universitario, entre otras lindezas. Por el otro, emerge como un país líder superando a Japón, a los Estados Unidos de América y a Europa por varias cabezas.
Los números dicen (según la Organización de las Naciones Unidas dedicada a la Educación, la Ciencia y la Cultura) que en la Argentina el 62% de quienes se dedican a la investigación científica son mujeres, frente al 20% en Estados Unidos de América, el 25% en Europa y el 4% en Japón.
Es información dura. Difícil de negar.
En armonía con el párrafo anterior, la Directora General de la Unesco, Irina Bokova destacó a la Argentina como “un ejemplo en el mundo por la alta cantidad de mujeres activas en ciencia”.
Algo más. Según fuentes del CONICET, el 60% del total de los becarios son mujeres. Estos son quienes fueron seleccionados para recibir una beca de grado, hacer un posgrado e ingresar a la carrera de investigador.
De lo anterior, se puede inferir que la tendencia actual tiende a mantenerse en el tiempo.
(A lo ya expresado, hay que agregar que, en algunas Universidades Nacionales como la de la ciudad de La Plata, el número de egresados mujeres supera al número de egresados varones).
Seguramente, el fenómeno debe de tener múltiples causas.
Yo quiero rescatar una que “no” excluye otras posibilidades: la versatilidad del varón. Posiblemente, el varón está más dispuesto a trabajar en el ámbito privado (mejor pago) o a radicarse en un país extranjero (como investigador o profesional) con una remuneración más elevada.
La mujer, en cambio, con mayor equilibrio emocional, se siente cómoda en un sistema como la carrera de investigador científico y, a la larga, se ven los frutos: construye un sólido edificio que coadyuva al bienestar general.
Esto trae a mi memoria a “las puesteras” en la construcción de las Estancias argentinas. “Los puestos” (columna vertebral de esas unidades agrarias, en formación) eran atendidos por mujeres, mayoritariamente.
Los varones iban a la guerra, a la cárcel, a un arreo o morían en un entrevero “mistongo”. Quedaban las mujeres.
Las Estancias argentinas como institución son absolutamente necesarias y medulares para el ingreso de la Argentina a la modernidad (siglo 19), cuando la Argentina dejó de ser un mero conglomerado de habitantes para construirse en una nación moderna con un “plan maestro”. En el corazón  de esa construcción, estuvieron las mujeres, las “puesteras”.
Pero los patrones eran, mayoritariamente, varones.
Ahora bien, cuando la Argentina se insertó en el sistema capitalista internacional y abandonó un feudalismo abierto, los varones volvieron a “los puestos” de las estancias argentinas y desplazaron a la mujer.
La paz y la prosperidad jugaron en contra de la mujer “puestera”.
Hoy, las mujeres son mayoría en el sistema de investigación científico de la Argentina pero los directivos son varones.
Todo futuro está abierto.
Desde estas líneas, aplaudo de pie a quienes erigen un camino que, enfáticamente, dignifica a la especie humana.

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